Capítulo 06: Verdad consecuencia




Al entrar nuevamente en el hogar, notó a este muy fúnebre y solitario: los gritos de los chicos no se oían, la música de Carola no sonaba, y Álvaro no estaba retando a nadie. Caminó unos pasos y dejó sus cosas por el suelo. Se detuvo un segundo a observar los detalles que ahora le eran tan notorios: el acogedor diseño de la alfombra, el piano que nunca nadie tocaba, el cómodo sillón que se usaba para descansar… Rincón de Luz no parecía un hogar de huérfanos, disponía de muchos lujos que ni siquiera chicos con padres de clase media podían permitirse. La casa era enorme y estaba bien cuidada, realmente habían tenido mucha suerte todos de haber parado donde estaban parando. Comenzó a avanzar hacia el comedor, pero se detuvo en seco al oír una voz que provenía de arriba.
—Sole, ¿sos vos? —preguntó Mentiritas, parado en la cima de la escalera, ocultándose tras ella como si se estuviera protegiendo de que le arrojen algo.
Soledad sintió nostalgia al ver a Mentiritas, a quien conocía desde muy chico, a solo unos metros de distancia. Pero entonces lo recordó: ella no venía de visita, no estaba diciendo la verdad, y tenía motivos ocultos por los cuales debió entrar en la vida de Álvaro Del Solar. Eso implicaba tener que mentir sobre su identidad y no permitir que nadie más sepa quién se ocultaba tras su disfraz de celadora torpe pero eficaz.
—¡Shhh! ¡Soy Mencha, no Soledad! Vení y dame un abrazo, Eze. ¿Me extrañaste? —le susurró, aunque no creyó haber corrido peligro ya que no se oía a nadie en todo el hogar. Por un segundo creyó que lo habían dejado solo. Mentiritas corrió a abrazar a su casi mamá al grito de “¡Volvió! ¡Volvió! ¡Soledad volvió!”. Esta volvió a insistirle en que no la llame Soledad, sino Mencha.
—No te preocupes, Sole. Álvaro no está, y acá ya todos sabemos quién sos en realidad. Hasta que vuelva no tenés que mentir más —explicó el pequeño.
—¡Mirá vos! Nunca pensé que el Sr. Mentiritas me iba a venir a decir a mí que no mienta. ¡Qué irónica es la vida!
—¡Soledad! —los chicos bajaron corriendo por la escalera para abrazarla, pero no pudieron evitar sentir curiosidad, y un poco de miedo. ¿Qué hacía Soledad de vuelta? Y vestida de Mencha.
—¿Álvaro te pidió que vuelvas? —le preguntó Lucas, esperando una respuesta afirmativa al igual que sus amigos.
—No… Álvaro no me pidió nada… él no sabe que estoy acá.
—¿Y entonces qué pasó?
—Yo le pedí que vuelva —intervino Javier, bajando las escaleras lentamente.
—¡Javier! No te había visto, muchas gracias por confiar en mí —le dijo dulcemente Soledad.
—No hace falta que uses ese disfraz. Álvaro no va a volver hasta mañana, me acaba de avisar por SMS. Por esta noche podés ser Soledad, no Mencha —se limitó a responderle éste con algo de firmeza en su voz.
Los chicos festejaron y aplaudieron, pero principalmente la felicitaron, aunque sabían que la felicitación iba en verdad para ellos: Soledad era la mejor celadora que podían llegar a tener, y su ausencia había dejado eso todavía más claro.
—Chicos, ¿nos pueden dejar un minuto a solas con Javier? Tenemos que hablar algunas cosas de grandes —les pidió Soledad.
—Yo no soy chico, tengo trece años. Puedo escuchar —afirmó Lucas.
—Y yo también —agregó Julián.
—Déjennos solos, por favor. No hagan que me arrepienta de haberla llamado —les ordenó Javier. Estos le hicieron caso después de protestar un poco más. Finalmente lograron tener algo de intimidad.
—Gracias por darme otra oportunidad —murmuró con honestidad Soledad.
—No lo hice por vos, lo hice por los chicos. Ellos se pusieron muy tristes cuando se enteraron que te habías ido. Sigo enojado con vos por habernos mentido, y más por hacerme mentirle a mi mejor amigo.
—Igual, gracias. Yo sé que a pesar de eso sabés que soy una buena persona y no me gusta la posición en la que te puse con Álvaro; te prometo que cuando sea el momento indicado Mencha va a desaparecer y voy a trabajar acá con mi verdadera identidad. —Soledad le miró a los ojos, pero Javier seguía con la vista clavada en sus zapatos. A Soledad le pareció un poco graciosa e infantil la situación; luego de reírse internamente sobre eso, le ofreció su mano a Javier. —¿Amigos? —propuso. Javier dudó unos segundos, pero luego no pudo evitar mostrar una pequeña sonrisa en su mirada y seguirle el juego. —Amigos.
Ambos estrecharon sus manos y se dieron cuenta que entre ellos había surgido un vínculo íntimo e inesperado. Javier nunca le había ocultado algo tan importante a su mejor amigo, y Soledad definitivamente no pretendía ganarse la confianza de Javier cuando llegó al hogar. Se quedaron incómodos unos segundos hasta que Lucas los interrumpió, volviendo a la sala principal—: ¿Y? ¿Terminaron con su charla de adultos responsables? Con los chicos tenemos una idea.
Sin esperar a recibir una respuesta, Lucas y los chicos caminaron en dirección a Soledad. Inmediatamente ella pudo percibir en sus miradas que estaban a punto de intentar convencerlos de algo.
—¿Qué pasa? —les preguntó Javier.
—Bueno, con los chicos estuvimos pensándolo y se nos ocurrió la manera perfecta de celebrar la vuelta de Soledad... —comenzó Lucas.
—¿Por qué tengo la sensación de que me van a decir algo que no me va gustar? —lo interrumpió Javier.
—Dejalo hablar, Javier. No es nada malo —lo defendió Malena de la forma más “Coco” que le fue posible.
—Estuvimos pensando que podríamos terminar lo que quedó pendiente la noche que Pedro se fue del hogar —concluyó Lucas.
—¿A qué se refieren?
—¡A quedarnos hasta tarde viendo películas! —respondió Mateo rápidamente, mientras daba pequeños saltitos con su gran sonrisa. —¡Dale! ¡Por favor, Javier! ¡No seas malo! ¡Es una noche nada más!
—¡No seas mala onda, Javier! ¡Álvaro nos dejaría hacerlo! —se quejó Tali.
—¡Es más, nos DEJÓ hacerlo! —añadió Julián—. ¿Vamos a quedarnos sin festejar que Soledad es por fin la nueva directora de Rincón de Luz o qué?
—¿Por qué se atajan si yo no dije que no? —preguntó Javier.
—¿Eso significa que sí? ¡Nos dejás! ¡Vamos a poder dormirnos tarde! —exclamó Mentiritas.
—Esperen, chicos —dijo Soledad—. No sé si sea una buena idea para Laura, a ella puede no hacerle bien acordarse de esa noche. Convengamos que fue mucho peor para ella que para nosotros.
—¿Peor para mí? —preguntó Laura sorprendida. —Para mí fue la noche en que por fin dejé de estar presa de Pedro, por fin pasé a ser una chica como cualquiera de este hogar. Te aseguro que me va a hacer muy feliz acordarme de ese momento. En todo caso a vos te tendría que poner mal, no debe ser nada lindo ser amenazada por Pedro.
—Bueno… la verdad es que suena bastante lógico lo que decís… pero no, a mí no me hace mal. Al contrario, me concentro en lo bueno que vos decís, así es como tenemos que ver la vida. Si nos pegamos a las cosas malas nos amargamos.
—¿Entonces podemos quedarnos viendo películas hoy? —preguntó finalmente Lucas.
—Mmm… bueno, está bien. ¡Pero no hasta muy tarde! —les dijo Soledad con una sonrisa. Los chicos festejaron y enseguida comenzaron a debatir entre todos qué películas eran las más adecuadas. Para no asustar a los más chicos, Soledad y Javier se pusieron firmes esta vez y prohibieron exclusivamente todas las películas de terror. Siguieron así por un rato muy extenso, casi hasta la hora de la cena. Finalmente se sentaron en paz, sin mayores inconvenientes que los usuales: Mateo haciendo comentarios innecesarios, Mentiritas inventando datos falsos de la trama, y Tali quejándose de la mala calidad de los efectos especiales.

Álvaro había estado ya varias horas con Juan Ignacio hablando de temas que le interesaban poco y nada. Es decir, el dinero sí era de su interés, pero no hablar sobre él, sino recibirlo o gastarlo. Normalmente pasaba las noches enfiestándose con mujeres, idea muy distante de la realidad actual: lo único más cercano a una mujer era la mesera que les servía un café nuevo por cada dos horas que pasaban.
Ambos estaban sentados en un café al aire libre muy reconocido de la ciudad por sus altos precios y el status social de sus clientes. Las palabras y preguntas de Juan Ignacio abrumaban a Álvaro, quien deseaba cada vez con más fuerzas que algo o alguien lo ayuden a liberarse de esta situación sea como sea; ésta le recordaba a su adolescencia cuando tenía que pasar noches enteras estudiando para rendir las materias del secundario a cambio de dinero que su mamá le pagaba en caso de terminarlo. Cuando Álvaro finalmente recibió su título de bachiller, creyó que ese tipo de sacrificios habían terminado para siempre, pero comprobó ahora, a sus veinticinco años, que existe algo todavía peor que estudiar.
Afortunadamente para él, un milagro sucedió: —Tenemos que irnos —dijo Juan Ignacio luego de revisar su teléfono celular.
—¿Qué? Pero… ¿ya? No terminamos todavía —preguntó Álvaro sorprendido y aliviado.
—Y vamos a seguir, pero en el hogar. Mirá las nubes, está a punto de llover, y parece que muy fuerte. Vayamos a terminar de arreglar los últimos detalles allá y te libero. ¿Vamos en mi auto o en el tuyo?
Luego de una pequeña discusión que, sin saber cómo, terminó derivando en la vez que Juan Ignacio besó a la chica que le gustaba a Álvaro en la secundaria, ambos optaron por ir cada uno en su propio auto para evitar hacer contacto.

En el hogar, Soledad les estaba explicando a los chicos que era mejor desconectar la notebook durante tormentas eléctricas ya que éstas podían dañarla. Se quejaron un poco, pero finalmente optaron por hacerlo; después de todo, ya habían visto dos películas enteras y habían pasado varias horas en vela, no podían quejarse.
—Sole, ¿qué hacés con eso todavía? —le preguntó Carola.
—¿Qué cosa?
—Tu disfraz de Mencha.
—Carola tiene razón. ¿Por qué no aprovechás esta noche que no está Álvaro para ser vos misma? No es lindo tratar de ser alguien más —la apoyó Malena, quien comprendía perfectamente ese concepto ya que ella tenía que hacerse pasar por varón con los adultos, incluyendo a Soledad.
—¿Saben qué? Tienen razón. No voy a necesitar esto por unas horas más. —Soledad se sacó los anteojos, y la peluca, dejando al descubierto totalmente su cara y su cabello.
—¡Ay, Sole! ¡No lo puedo creer! ¡Con vos como directora todo va a ser mágico! —exclamó Carola.
—¡Sí, va a ser como estar en el granero, pero todavía mejor! —agregó Mentiritas.
—¿Qué granero? —preguntó Laura. Soledad iba a responderle, pero un golpe la interrumpió: la puerta que daba al jardín delantero estaba totalmente abierta, y ahí parados estaban Álvaro y Juan Ignacio, empapados, mirando directamente a los ojos a Soledad con los anteojos y la peluca de Mencha en sus manos, sin poder creer lo que veían.

Y entonces sucedió: la verdad había salido a la luz, y ya no podía hacerse nada al respecto. Soledad había desplazado a Mencha para siempre.

1 comentario:

  1. magnifico!!!
    ya quiero ver que pasa entre alvaro y sole ahora que la verdad salio a la luz

    ResponderEliminar

¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

Escrito por Fundador

Twitter

Soñamos juntos con:



Soñamos juntos con:


PLL Arg

Ediciones Frutilla

Una nueva aventura comienza

Letra por letra

Seamos aliados



Seamos aliados


Busca la Luz