Capítulo 15: Seres mágicos



El día siguiente no fue exactamente lo que se llama un mal día para la réplica de Tali. Aunque de todos modos, si bien el percance que Laura tuvo con María Julia a ella no le afectaba, eso significaba que no podía comer las galletitas que tanta gula le provocaban.
Pasó toda la mañana en el colegio, intentando hacer su mejor esfuerzo por pasar inadvertida e imitar a sus compañeros. Por la tarde, dos de esas horas las invirtió en la observación de la decoración del hogar —ya que era grandísimo y todavía no había visto ni la mitad de los cuartos, la mayoría de ellos sin uso— y la lectura de un libro que encontró en la calle: “Blancanieves y los siete enanitos”. Le faltaban casi todas las hojas, y las que quedaban estaban ensuciadas con tierra, pero a ese ser mágico la literatura le pareció una de las mejores creaciones del mundo de los humanos.
Opuestamente, la verdadera Tali la estaba pasando terriblemente mal en el pozo de los tormentos
, o pozo de los lamentos. Úrsula no paraba de darle vueltas alrededor, y Jaudín se la pasaba reprochándole que por su culpa no habían podido escaparse. Las disputas entre ellos dos eran ya parte del sonido de fondo normal para Úrsula, por eso es que quizás, al oír nuevamente la voz de una de las brujas mayores, se sorprendió y hasta se asustó como si hubiera escuchado un muerto viviente.
—Tenemos un anuncio para ustedes —dijo una de las brujas mayores. Ninguno de ellos podía verla, pero su voz parecía mucho menos amenazadora que de costumbre, casi como sintiendo piedad.
—¿Qué pasa? ¿Qué van a hacernos? ¡Yo no tuve la culpa de nada! ¡Fue este enanito de jardín! —se atajó Tali.
—¡Yo no soy ningún enanito de jardín! ¡Ya te dije que soy un gnomo, humana torpe arruinadora de planes! —se defendió Jaudín.
—¡Cállense o nos van a hacer algo todavía peor! ¡¿No ven que es grave?! —les dijo asustada Úrsula. Tali nunca la había visto así.
—¡Silencio! —ordenó la bruja mayor. Todos obedecieron, y hasta se calmaron un poco, pero enseguida volvieron a ponerse tan tensos como antes al ver en el centro del pozo surgir un polvo verde oscuro que aparecía y se extendía cada vez más. Unos segundos después desapareció, dejando al descubierto a quien acababa de ser transportada.
—¡Esa!... ¡Esa soy yo! ¡Es igual a mí! ¡Tengo un clon! —gritó aterrada Tali.
—¡Humana estúpida! ¡No es un clon! —se burló Jaudín.
—Debe ser la réplica que pusieron de vos en el mundo de los humanos, para que no sepan que estás acá, —supuso Úrsula, y luego agregó—: ¿Pero qué está haciendo ahora de nuevo con nosotros?
—Si hacen un segundo de silencio, voy a proceder a explicarles —dijo la bruja mayor. Úrsula entonces notó que la bruja no estaba hablando con un tono diferente, sino que era directamente otra bruja distinta hablando; una mucho más amable. —La réplica de Tali fue devuelta al mundo mágico porque no cumplió con su misión: no solo todos notaron que algo raro pasaba, sino que Laura, a quien se suponía que debía cuidar, ahora está sufriendo un terrible ataque de depresión y claustrofobia.
—¿Eso significa que…? —se esperanzó Tali.
—Sí, usted será devuelta al mundo de los humanos; hemos decidido dejar pasar por alto su sanción —le confirmó.
Tali festejó sola. Jaudín hubiese festejado solo si le sucedía una desgracia, y Úrsula estaba demasiado confundida como para siquiera sentir algo.
—¡No lo puedo creer! ¡Por fin me voy de este pozo inmundo! —celebró Tali a los gritos, mientras brincaba por todo el espacio. —¡Apuren! ¡Quiero irme ya!
—No tan rápido, humana —la detuvo la bruja mayor—. No vamos a dejarla que se vaya como si nada; es cierto que va a volver al mundo de los humanos, pero su vida no va a volver a ser como antes.
—¿Qué? ¿Por qué no? ¡Yo quiero todo como antes! ¿O me van a dar poderes?
—¡El único poder que te van a dar es el de callarte, pesada! ¡Hacé un poco de silencio! —se quejó Jaudín.
—No vamos a otorgarle poderes, no sea ridícula. Va a ir con usted un guardián que va a encargarse personalmente de que no vuelva a poner en riesgo a Laura ni al secreto de la existencia de este mundo.
—¡¿Qué?! ¡¿Un guardián?! Con todo respeto: ¿Usted está loca? ¡Yo no necesito a nadie que me cuide!
—Úrsula, espero que esté lista —dijo la bruja mayor.
—¿Qué? —preguntó sorprendida Úrsula.
—Usted va a ser quien acompañe a Tali al mundo de los humanos. Con las brujas mayores decidimos que es la que tiene mejor motivación e iniciativa, y por lo tanto la más indicada para proteger a Laura y al secreto.
—¿Y cómo piensan que va a proteger el secreto si va a estar mostrándose por ahí volando todo el día? —se quejó Jaudín—. ¡Es injusto! ¡Yo también quiero que me saquen de acá!
—Muy buena pregunta. Lo haremos de la siguiente manera —explicó la bruja mayor, pero no dijo una palabra más. En su lugar, un brillo multicolor comenzó a rodear a Úrsula, muy similar al que la rodeaba cada vez que volaba.
—¡¿Qué me están haciendo?! —preguntó ésta un poco asustada, pero nadie respondió.
El brillo se extendió más y más, hasta llegar más o menos al mismo tamaño del cuerpo de Jaudín. Una vez que llegó a esas dimensiones, se esfumó de un segundo para el otro, y permitió ver algo que dejó perplejos a todos: en lugar de Úrsula, ahora estaba parada allí una niña.
—…¿Qué? —dijo Tali casi susurrando, sin poder creer lo que sus ojos le mostraban: la niña aparentaba unos ocho años de edad, tenía un cabello rubio perfectamente rizado, llevaba también el mismo conjunto que la brujita solía vestir: azul con estampado de estrellas blancas. Era igual a Úrsula, pero ya sin alas y sin desprender ningún brillo multicolor. Sus ojos estaban completamente cerrados.
—¡¿Qué me pasó?! —preguntó sin atreverse a abrirlos.
—Úrsula… —comenzó a decir Tali, ya con otro tono de voz, mientras la miraba todavía incrédula— sos humana… ¡Abrí los ojos! ¡Sos humana!
—¡No! ¡Tengo miedo!
—¡Abrilos! ¡Te prometo que no te va a pasar nada malo!
Le tomó unos segundos, pero finalmente se atrevió. Úrsula sintió su cuerpo mucho más pesado, más amplio, y comprobó al abrir los ojos que tenía piernas, brazos, manos, y pelo, como cualquier chica normal. Siempre había anhelado casi secretamente su deseo de convertirse en humana, principalmente para poder bailar, pero jamás pensó que algo así iba a poder cumplirse.
Todo había sido tan de repente que Úrsula no sabía muy bien cómo sentirse; había sido su sueño, sí, pero también era un cambio grande, y como todo ser humano, el cambio la asustaba un poco.
—¿Y…? ¿Qué pasó? ¿No te gusta ser humana? —le preguntó Tali al ver que su amiga no dejaba de mirarse con una expresión extraña en la cara—. ¿No te gusta sentir?
—En el mundo mágico también sentimos, estúpida —replicó Jaudín.
Tali abrió la boca para responderle el insulto, pero se detuvo al ver a Úrsula corriendo hacia ella. A punto de llorar de la felicidad, abrazó a quien había sido la primera humana a la cual había conocido, la que le había permitido pasar del mundo mágico al mundo de los humanos. Hoy, gracias a ella, podía decir que era feliz.
—¡Soy humana! —festejaba Úrsula.
—Ya nos dimos cuenta —se burló el gnomo.
—¡Vos callate! —lo interrumpió Tali—. Señora bruja mayor: ¿No nos puede llevar ya a mi mundo? No quiero estar ni un segundo más en este lugar.
Sin recibir una respuesta verbal, un destello de luz blanca las rodeó y en menos de un segundo estaban de vuelta en el cuarto de las chicas de Rincón de Luz.
Todavía en el pozo de los lamentos, Jaudín se quedó sin más acompañante que su mal humor de siempre. —Y me dejan solo otra vez. Ya me voy a vengar de estas dos…


Mientras Tali y Úrsula recibían uno de los mejores regalos que podrían haber recibido (ir al mundo de los humanos nuevamente —y con forma humana—), Laura seguía sufriendo la tortura de estar encerrada en el cuarto oscuro que había sido su infierno de casi toda la vida. Mentiritas, su único y mejor amigo, había decidido que no podía dejarla sola esta vez, y mucho menos allí.
Como si hubiesen retrocedido al verano, otra vez Ezequiel estaba visitando a su amiga fantasma a escondidas de un adulto, por allá, en ese cuarto tan tenebroso en el que se podía respirar la terrible fragancia de las tinieblas.
Laura se asustó al ver que la puerta se abría, por un momento creyó que era Pedro ingresando, que seguía secuestrada en la casa abandonada de Arboleda 301, y que todo el asunto del hogar de niños huérfanos había sido tan solo un sueño.
—¿Por qué me mirás así? No te asustes, soy yo —le dijo Mentiritas mientras cerraba la puerta por detrás. En la habitación no se podía ver mucho, ya que ni siquiera había luz eléctrica iluminando; en su lugar, María Julia había pasado a dejarle una vela encendida, cuya luz solo permitía distinguir rostros.
—Mentiritas... ¿Qué hacés acá? ¡Si María Julia te ve vas a estar en grandes problemas!
Ezequiel se sentó en una sillita de madera que rechinaba mucho. —Ya lo sé, pero no me importa; no te voy a dejar sola, Laura. Este lugar es re feo.
—Sí, me trae muchos malos recuerdos y me pone triste… esa señora es horrible. ¿Por qué me tuvo que traer acá?
—No sé, porque es una mala. Pero te vine a acompañar así no la pasás tan mal.
—¿Cómo entraste?
—Lucas me ayudó a conseguir la llave, me hizo esta copia, es un capo.
—Gracias, sos re bueno. —Laura sonrió por primera vez en muchas horas, pero su sonrisa se borró inmediatamente al oír la voz de María Julia acercándose.
—¡Espero que una noche de encierro haya sido suficiente para corregir su conducta! —le gritaba a Laura mientras se aproximaba a la puerta. Mentiritas se apresuró a cerrarla con llave, lanzarla por los aires a quién sabe qué dirección, y esconderse.
—Quiero salir de este lugar, por favor. Le prometo que me voy a portar bien —le pidió Laura a María Julia cuando ésta ingresó.
—¿Aprendió la lección?
—Sí… ¡Ahora déjeme salir, por favor! ¡Quiero irme!
—¡A mí no me habla en ese tono! ¡Se va a quedar acá dos horas más, y cuando vuelva más le vale haber aprendido algo de modales! —María Julia cerró con un portazo, bloqueó la puerta con llave, y se retiró.
—¿Estás bien? —preguntó Mentiritas.
—Sí, no importa… vos tenés la llave, así que por fin voy a poder salir de acá.
—Bueno, sobre eso… hay un problema.
—¿Qué pasó?
—Cuando vino María Julia tiré la llave al aire y no sé dónde cayó, y con esta oscuridad no creo que podamos encontrarla.
Laura volvió a sentirse destruida. —Todo mal me sale…
—¡Esperá! —dijo Mentiritas emocionado—. Se me ocurrió algo: ¿Por qué no usás tus poderes? ¡Seguro con una vista superpoderosa tuya podés encontrar la llave enseguida!
—¿Y cómo hago?
—No sé… concentrate, mirá fijo, o algo así.
Laura intentó mirar con fuerza a un punto fijo, pero no pudo ver nada. —No me sale…
—Mmm… —pensó Mentiritas—. ¡Ya sé! Tratá de sentirla, una vez Clarita me contó un cuento de un señor que era ciego pero aprendió a sentir las cosas en vez de verlas, a lo mejor vos podés hacer lo mismo.
Laura cerró los ojos y se concentró en la llave. Pensó en el color, la textura, la forma de la llave. Pensó en la utilidad de la llave. Repitió la palabra “llave” dentro suyo muchas veces. Llave, llave, llave, llave… pero no pasó nada.
Estuvo a punto de quejarse cuando escuchó un grito del otro lado de la puerta: “¡Aperianum Itinere!”. La puerta se abrió completamente de golpe, y con la luz que ingresaba del cuarto contiguo, Mentiritas y Laura alcanzaron a ver a Tali parada junto a una niña rubia de rizos perfectos, con sus brazos extendidos, como si acabara de lanzar un hechizo a la puerta para abrirla.
—¡¿Qué hacen ustedes acá?! ¡Este va a ser mi escondite! —dijo Úrsula.
—¿Escondite? —preguntaron Laura y Mentiritas al unísono.
—Eh… ¡Sí! ¡Porque estamos jugando a las escondidas! —aclaró Tali, y luego le susurró a Úrsula—: ¡Dejá de meter la pata, bruja! ¡Ellos no tienen que saber que te vas a esconder acá!
—¿Y vos quién sos? —preguntó Mentiritas.
—Soy Úrsula, una amiga de Tali. ¿Ustedes?
—Yo soy Mentiritas, y ella es mi amiga Laura —se presentó Ezequiel.
—¡Laura! —Úrsula se sorprendió—. ¡Por fin te conozco! ¡Me hablaron tanto de vos las brujas!
—¿Las brujas? ¿Qué brujas?
—¡Así nos dice a mí y al resto de sus amigas! ¡Es muy chistosa Úrsula! —Tali miró con mirada acusante y nerviosa a la brujita junto a ella.
—Qué ropa rara usás, Úrsula. Yo antes siempre me vestía con una túnica blanca —comentó Laura.
—Bueno, ¡basta de charlas! ¡Nos tenemos que ir, chau! —Tali y Úrsula salieron y volvieron a ocultarse en el cuarto de las chicas, aprovechando que no había nadie en él. Apenas se fueron, Laura y Mentiritas se escaparon también, convencidos de que el encuentro había sido una oportunidad única.
—¡Así no! ¡Tené cuidado con lo que decís, nena! —retaba Tali a Úrsula—. ¡Nadie puede saber que sos una bruja ni que tu tarea es proteger a Laura! ¿Entendés? ¡Nadie!
—¡Bueno, che! ¡Soy nueva en esto! —se justificó Úrsula.
—Tenemos que pensar cómo hacer para que te quedes a vivir acá…
—¡Ya sé! —dijo Úrsula, y continuó—: ¿Este no es un hogar de chicos huérfanos? Bueno, ¡podemos decir que me encontraste en la calle y que soy huérfana! ¡Si total acá sobran un montón de camas! ¿Qué te parece? Sino puedo dormir en una de los varones, no tengo problema.
—¡Tenés razón! Pero con esa ropa de bruja nadie te va a creer que seas huérfana, tenemos que conseguirte ropa de chica pobre.
—Eso dejámelo a mí. —Úrsula puso sus manos sobre sus caderas y, luego de unos segundos en que la cubrió un humo celeste, estaba vestida con ropa rota, sucia, y estaba totalmente despeinada.
—¡Excelente! Ahora vamos, antes de que se rompa el hechizo —ordenó Tali y se dirigieron rápidamente a la oficina de María Julia. Tali golpeó la puerta, pero nadie contestaba. Úrsula, impaciente, golpeó con mucha fuerza unas ocho veces seguidas. —¡No! ¿Qué hacés? ¡Tenemos que quedar bien con la directora! —le susurró Tali.
—¡¿Qué son esas formas de golpear la puerta?! —gritó María Julia al abrir la puerta, pero enseguida volvió a hablar—: ¿Y usted quién es? —preguntó mirando a Úrsula.
—Es una amiga de la calle, la pobre se quedó sin familia y yo la traje acá para que viva con nosotros. Se llama Úrsula —explicó Tali.
María Julia se rió con ganas y sarcasmo. —Señorita, esto no es un hotel, acá no puede venir cualquiera así de la nada. Váyase de nuevo a la calle y búsquese otro lugar.
—¡Pero acá ya hay lugar! ¡En el cuarto de las chicas somos solamente tres! —insistió Tali.
—¡Le dije que no! —dijo con firmeza María Julia—. ¿No me entiende cuando hablo? ¡NO!
—¡¿Por qué no?!
—¡Porque ya con ustedes solos tengo demasiado trabajo, no me imagino lo que será esto con un integrante más! ¡Y basta de preguntas que yo no tengo por qué darle explicaciones! ¡Váyase a estudiar o a limpiar! ¡Ya!
Tali estuvo a punto de rendirse, pero Úrsula puso una mano en el brazo de María Julia mientras decía en voz baja unas palabras que Tali no entendió, y esta cambió su expresión al instante
—Aunque, pensándolo bien —comenzó María Julia—, usted se ve muy necesitada y parece una chica de muy buen conducta. Está bien, puede quedarse. Bienvenida a Rincón de Luz, Úrsula. Cualquier cosita me avisa, ¿sí?
—No se haga problema, señora. Yo le aviso —respondió Úrsula y volvió junto con Tali a la sala principal.
—¡¿Cómo hiciste eso?!
—Gasté todas mis energías en que me vea como una buena chica, me dejó con mucho hambre y cansancio. Creo que necesito comer y dormir.

—Comer y dormir, comer y dormir… ¡Es lo único que sabés hacer! —se quejó Tali, pero en el fondo estaba feliz. Feliz porque la brujita que había descubierto como a un ser extraño era ahora su par en el hogar, feliz porque iba a tener una amiga con poderes mágicos, feliz porque había vuelto a su mundo de comodidades lejano al pozo de los tormentos. Y aunque nunca lo admita, Tali estaba principalmente feliz porque le hacía bien ver a su nueva amiga tan contenta y sonriente como nunca la había visto antes.

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"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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