Capítulo 20: Conociéndose a la fuerza
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Buscá la Luz
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Desde que Mateo estaba casi obligado a pasar el tiempo solo,
se aburría todo el día. Las mañanas en la escuela que antes eran una tortura
ahora le parecían un alivio a comparación de las extensas horas de la tarde que
tenía que pasar a solas en el hogar, con alguna u otra tarea que María Julia le
asignaba como para empeorar las cosas, pero al fin y al cabo siempre solo.
Los primeros días pudo pasar el tiempo con la pelota, dibujando
con los lápices que Julián le prestaba, o hasta explorando la casa de Arboleda
301 que hasta el día de hoy guardaba algo de misterio para todos; pero
rápidamente los días se fueron tornando más y más aburridos, a tal punto de generar
un nuevo pasatiempo, uno que quizás no sea considerado correcto por nadie:
revisar las pertenencias ajenas.
Sí, desde que Mateo estaba solo, se dedicaba a revisar los
cajones, bolsos, y hasta escondites secretos del resto de sus compañeros del
hogar. En su cuarto no pudo encontrar nada más interesante que un oso de
peluche que Mentiritas tenía escondido —el cual, según él, solo lo conservaba
porque le recordaba a su difunta abuela, pero Mateo no le creyó—.
Por otra parte, el de las chicas resultó mucho más
interesante: no por el libro de brujas que Tali tenía oculto ni por las cartas
de amor que Carola conservaba para enviarle a su ídolo Agustín Almeyda algún
día, sino por algo que halló bajo la almohada de Úrsula. Estaba revisándola sin
mucha emoción —ya que si bien Úrsula le parecía una chica algo loca, no la veía
para nada interesante—, pero se sorprendió a sí mismo al encontrar un objeto
que era similar a un palo pequeño, plateado, muy brillante, con una estrella
todavía más brillante en uno de sus extremos. Parecía una varita mágica.
Sin dudarlo más de un segundo la tomó y comenzó a agitarla,
avergonzándose de solo imaginar que alguien lo viera haciendo eso, y
sorprendentemente la varita comenzó a liberar un poco de brillo multicolor que
se desvanecía antes de entrar en contacto con el suelo.
—¡Es una varita mágica de verdad! ¿Pero qué hace Úrsula con
esto? —se preguntó, pero esos pensamientos se desvanecieron al instante—: ¿Y a
quién le importa? ¡Voy a usarla para convertir a Tali en un sapo! ¡Al fin me
las va a pagar!
—¡¿Qué hacés con eso?! —dijo una voz por detrás suyo justo
cuando estaba a punto de salir corriendo en busca de Tali. Mateo volteó y vio a
Úrsula mirándolo como si acabara de descubrir un cadáver que tenía oculto.
—¿Yo? Eh… ¿Es tuyo?
—¿De dónde lo sacaste? ¡TALI, VENÍ YA! —gritó Úrsula. Ella no
sabía muy bien cómo controlar esta situación, pero seguramente su amiga sea más
persuasiva con Mateo.
Tali acudió de inmediato. —¡¿Qué hacés con eso, Mateo?! —le
preguntó, aunque sonó más como una amenaza. Enseguida se acercó e intentó
quitársela, pero él logró impedirlo.
—¡Así que tu nueva amiguita es una bruja! —razonó
acertadamente Mateo—. ¡Todos en el hogar se van a enterar de esto!
—¡NO! —le ordenó Tali, y luego agregó—: Nadie puede saber de
Úrsula, es un secreto. ¡Llegás a decir algo y te prometo que te convierte en un
sapo!
—¡Y lo hago! ¡Las clases de transformación siempre fueron mi
especialidad! —agregó Úrsula.
—¿Clases de transformación? ¿Como en Harry Potter?
—Sí, y te aseguro que siempre tuve todo diez en esa materia,
así que no digas nada, ¿ok?
—Bueno, está bien… yo no digo nada, pero con una condición.
—¿Cuál? —preguntó la brujita con curiosidad.
—¡Me tenés que dar un beso!
Tali estalló a carcajadas y Úrsula puso una cara de asco que
no se molestó en disimular. —¡Ni loca te doy un beso, nene!
—¡Ay, Mateo! ¡No me digas que te gusta Úrsula! —se burló
Tali entre risas.
—Bueno, entonces si vos no me querés dar un beso yo voy y le
cuento a todos que sos una bruja. ¡Chau! —Mateo intentó irse, pero Tali lo
detuvo.
—Esperá, Mateo. Úrsula lo va a hacer.
—¡¿Qué?! —gritó la brujita.
—Sí, Úrsula —le respondió Tali haciéndole una seña a su
amiga por detrás de Mateo, como diciendo que le diga la corriente—. Le vas a
dar un beso a Mateo, ¿no?
—¡Ahhh! —soltó, como por fin entiendo—. ¡Sí, obvio! ¡Le re
voy a dar un beso!
—Cerrá los ojos, Mateo. Úrsula es tímida y si la mirás no se
anima.
—Bueno, está bien. Pero más vale que me guste el beso.
—Mateo cerró los ojos, pero nadie lo besó. En su lugar, Tali aprovechó su
momento de debilidad y le arrebató la varita de un manotazo, para luego
cedérsela a Úrsula y que ésta lo esté apuntando. —¡Me mintieron!
—¡A las brujas no nos gusta que nos digan qué tenemos que
hacer! ¡Llegás a tocar de nuevo mi varita y te prometo que vas a ser un sapo!
¡No doy segundas oportunidades! ¿Me entendiste? —le dijo Úrsula amenazante.
—…Sí —cedió Mateo dejándose intimidar. Quizás no había
besado a la amiga tan linda de Tali, ni había logrado convertir a nadie en
sapo, pero al menos ahora podía asegurar que el hogar Rincón de Luz no era para
nada aburrido, pues una bruja vivía en él.
A Malena le costaba confiar en desconocidos, pero estar
varada en el medio de algo parecido a un bosque, con un único acompañante de
más o menos su misma edad, era realmente algo que debía ser considerado como
positivo hasta para ella. Decidieron dedicarse a sobrevivir y dirigirse en una
dirección hasta llegar a algún lugar poblado y allí pedir ayuda, pero Amir
tenía otros problemas: no podían gritar ni llamar mucho la atención ya que era
posible que a él estén buscándolo personas contratada por sus padres, los
reyes, así que su única esperanza era hallar población por su propia cuenta.
—Hay algo que todavía no entiendo de vos —le dijo Malena
mientras caminaban por la mañana.
—¿Qué es? —preguntó él, interesado.
—Si te estás escapando y pensás sobrevivir hasta que puedas
solucionar todo ese lío que te armaron tus familiares… ¿A qué te vas a dedicar
mientras tanto?
—No entiendo de qué estás hablando.
—Claro —explicó Malena—, porque me parece que te vas a
aburrir si tu vida va a ser solamente trabajar como un cualquiera y al mismo
tiempo estar cuidándote de que las personas con las que hables no sepan quién
sos.
—Tendré que ser muy selecto. No se puede confiar en
cualquiera.
—¿Sabés? Yo vivo en un hogar de chicos como vos y yo. Si
querés podés venir y te vas a hacer un montón de amigos. Ahí somos todos de
confianza. Bueno, más o menos.
—¿Un hogar? ¿Cómo esos de… huérfanos? —preguntó algo
asqueado Amir.
—¿Qué te pasa? Yo y mis amigos somos huérfanos, y no por eso
somos peores personas ni ladrones. Si eso no es suficiente para el Príncipe
Amir, entonces bancátela como puedas solo, y fijate si no te delatan antes de
que puedas terminar de pronunciar “Argentina”.
—Bueno, pará, tampoco era para que te enojes. Lo voy a
considerar, pero contame un poco más. ¿Cómo son las personas ahí?
—Bueno… somos distintos e iguales al mismo tiempo. Están
Carola y Tali, que son re amigas aunque a veces se pelean; Julián, que es un re
pibe, re bueno, y que siempre te hace la segunda en todas; Mateo, el más chico
que casi siempre se porta mal, pero es un amor; Ezequiel, igual o más chicos
que Mateo, le decimos Mentiritas porque siempre inventa historias re locas; Laura,
que es un poco rara, pero es así porque vivió encerrada toda su vida —hizo una
pausa, como pensando—; y bueno… Lucas.
Amir se quedó como esperando que Malena continuara, pero
ella no dijo nada más. —¿Eso es todo?
—Sí, ¿por qué?
—Porque me contaste un poco de todos, pero a Lucas apenas lo
nombraste. ¿Qué pasa con él?
—¡Nada! ¿Por qué me iría a pasar algo? ¡Es solamente un
amigo! ¡No me gusta!
—Nunca dije que te gustara. Sencillamente había llamado mi
atención tanto contraste en el lenguaje.
—Bueno, pará, no me vengas con esas cosas raras que no te
entiendo nada. Mejor aceleremos el ritmo de caminata que tanto hablar del hogar
quiero volver ya mismo.
Y siguieron caminando, supuestamente con un rumbo fijo pero
casi a la deriva, mientras Amir reflexionaba sobre si debía o no quedarse a
vivir en Rincón de Luz, y Malena empezaba a tener en cuenta que quizás, a lo
mejor, Lucas era más que solo un amigo con el cual discutía cada tanto. Lucas
era especial para ella, y Malena se había hecho una promesa: si regresaba a
Rincón de Luz con vida, no iba a mentirse más y le iba a decir toda la verdad a
él. Pero claro, primero tenía que volver a casa.
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¿Qué es "Buscá la luz"?
"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.
En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.
Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.
Escrito por Fundador
¡Si!... Al fin las cosas se van dando para la parejita mas linda
ResponderEliminarMe gusto la parte en la que Mateo pide el beso jejeje