Capítulo 15: Temporada de caza
10:47
| Publicadas por
Buscá la Luz
|
Media hora más
tarde, mientras Soledad y Álvaro limpiaban la mesa, Lucas reunió a Julián,
Tali, Carola, y Malena. Creía que iba a tener que explicarles el motivo de esa
reunión, pero todos parecían tenerlo bastante claro desde el principio: Soledad
y Álvaro estaban poniéndose cada vez más serios, y eso significaba que no podían
seguir perdiendo el tiempo: tenían que poner manos a la obra para descubrir
exactamente cuáles eran las intenciones de Soledad y cómo —en caso de que sea
necesario— demostrarle a Álvaro que ella no era quien decía ser.
—Yo creo que lo
mejor va a ser que nos metamos a revisar su cuarto —propuso Lucas.
—¿Estás
loco? ¿Mirá si nos descubren? —dijo Julián.
—No es bueno
revisar las cosas privadas de los demás —señaló Carola.
—Tenés razón,
Caro —admitió Malena—, pero esta es una situación extrema. Si seguimos guiándonos
por lo que es malo o bueno, vamos a terminar en la nada.
—Pero no podemos
ir todos, va a ser sospechoso —observó Tali—. Hasta Sebastián se
daría cuenta. Va a notar que faltamos y nos va a seguir. Ni siquiera deberíamos
estar reunidos ahora.
—Por eso es que no
llamé
a los demás, sino iban a quedarse solos Laura y él.
—¿Y quién
de nosotros se supone que va a ir entonces? —preguntó Julián.
Todos miraron a
Lucas, sabiendo lo que iba a decir incluso antes de producir sonido alguno.
—Voy yo.
—No, vos no.
Sebastián te la tiene jurada, está vigilándote todo el
tiempo. Y a mí también. Tendrían que ir uno de ustedes tres —dijo Malena, dedicándole
una mirada al resto del grupo.
—Conmigo no
cuenten, yo no me siento cómoda revisando las cosas de Soledad —espetó
Carola.
—Conmigo tampoco
—añadió
Julián—. Sé que es importante, pero no puedo evitar sentirme culpable. Me da
algo feo al corazón de solo pensar en ir en contra de Sole.
—Aunque te copies
de mí
nunca te voy a perdonar lo que me hiciste, ¿sabés?
Carola hablaba del
incidente que Tali había provocado: ella había engañado anónimamente a
su amiga para que le corte a su novio.
—No es momento
para discutir —sentenció Lucas—. Tali, ¿a vos te molestaría ir?
Tali lo pensó un
momento: aunque no lo demuestre tanto, para ella Soledad también era importante
y tampoco le agradaba la idea de revisar sus cosas, y mucho menos si corría el
riesgo de ser atrapada: ¿Qué iban a pensar de ella?
De repente, una
gran idea cruzó su mente.
—Sí, voy
yo, pero con una condición.
—¿Cuál?
—Que Úrsula
venga conmigo.
Si iba a
arriesgarse tanto, al menos le convendría tener algo de magia de su
lado, ¿no?
No le tomó
mucho esfuerzo convencerla: desde que se había convertido en humana, Úrsula
obedecía casi todas las órdenes de Tali sin cuestionarlas. Tali creía que esa
era la ventaja de que su amiga sea una extranjera en un mundo que aún le
resultaba bastante desconocido, aunque tenía que admitir que lo disimulaba muy
bien.
Se escabullieron rápidamente
en el cuarto de Soledad cerrando la puerta silenciosamente. No tenían mucho
tiempo: Soledad iba a subir las escaleras en cualquier momento.
—¿Y qué
se supone que tenemos que hacer ahora? —preguntó Úrsula.
—¿Y qué
va a ser? Usá tu magia para encontrar algo de Soledad.
—¿Algo
como qué?
—¡No sé!
Algo sospechoso: una carta, un cuchillo, un cartel que diga «odio a Álvaro Del
Solar»… esas cosas.
—No existe ningún
hechizo para buscar algo que ni siquiera sabés qué es.
—¡¿Y
para qué te traje acá entonces?!
—¡No sé!
¡Lo hubieras pensado antes! No es mi culpa que no sepas qué buscar.
—Bueno, no
importa. Mejor callémonos y empecemos a buscar, que Soledad ya debe
estar por subir.
Se dividieron los
roles: Tali, al ser la más alta, buscaba en los extremos superiores de
los muebles; y Úrsula buscaba debajo de estos y en los cajones bajos.
Su búsqueda
se detuvo un momento cuando, en medio de todo el asunto, un ruido estrepitoso
sonó por todo el cuarto. Ambas voltearon y vieron que de uno de los muebles, en
el cual ninguna de las dos había llegado a buscar aún, cayó una enorme caja
llena de libros.
—¿Y
eso? —preguntó Úrsula, acercándose para revisar, pero decepcionándose
enseguida: no eran más que novelas románticas, las cuales aparentemente Soledad
coleccionaba.
—¿Qué
hacés? ¡Nos tenemos que ir ya! ¿No escuchaste ese ruido? ¡Todo el hogar debe
estar viniendo a ver qué pasó!
—Ay, no seas
exagerada, Tali. Además, si tanto te preocupan los ruidos, entonces
hubieras tenido más cuidado acomodando lo que revisás.
—¿Qué
decís? Si yo todavía ni llegué a revisar este lado del cuarto.
—Y entonces… si
vos no tiraste esta caja, y yo tampoco… ¿quién fue? —se preguntó Úrsula. Tanto
ella como Tali se pusieron de pie y, desgraciadamente para ambas, hallaron la
respuesta en ese mismo instante: sentado con las piernas cruzadas sobre el
armario del cual la caja había caído, y con una sonrisa malvada en su rostro,
Jaudín las miraba con regocijo. Úrsula, a juzgar por su expresión, hubiera
preferido encontrarse al mismísimo diablo.
—¡¿Qué
hacés vos acá?! —gruñó.
—Ya te estás
pareciendo a tu amiguita humana, Úrsula. Bah, ¿qué digo? ¡Si ahora vos también
sos humana!
—¿Qué
querés, enanito de jardín? ¿No te das cuenta de que estamos ocupadas?
—intervino Tali.
—Sí,
buscando cosas de su amiguita Soledad, ¿no?
—¿Y vos
cómo sabés eso? —Tali retrocedió un paso instintivamente.
—Estuve espiando
un poco las cosas acá. Me enteré de mucho más de lo que creen, ¿sabés?
—No respondiste lo
que te preguntamos —lo interrumpió Úrsula—. ¿Qué buscás? Volvé
al pozo de los lamentos y dejá de molestarnos a nosotras.
—Mmm…
dejame pensarlo… NO. Me voy a quedar acá, ¿y sabés por qué? Porque voy a
disfrutar molestándolas. ¿Y sabés cómo? Yendo ya mismo a contarle a Soledad lo
que están haciendo con sus cosas.
Jaudín
descendió, cayendo de pie sobre el suelo, y se dirigió hacia la puerta, pero
ambas se interpusieron, bloqueándole el paso.
—Vos no vas a ningún
lado —le advirtió Tali.
—¿Ah,
no? Puedo salir por la ventana, los gnomos somos muy buenos escalando. Llegaría
a la cocina en menos de quince segundos.
—¡Eso
si te dejamos! —exclamó Tali, y haciéndole una seña a Úrsula, comenzó a
perseguirlo por todo el cuarto mientras su amiga disparaba docenas de hechizos
intentando paralizar a Jaudín.
Después de
algunos minutos tras él, aunque a Tali le habían parecido solo unos segundos,
Jaudín se burló por última vez de las dos y desapareció.
—Uf… por
fin se fue —suspiró Úrsula, aliviada—. Espero que nadie nos haya escuchado. Me
parece muy raro que haya querido hacer eso… los gnomos son gruñones y les gusta
molestar a la gente, pero hasta Jaudín tiene su límite. Nunca pensé que se iría
a meter con algo tan importante como el secreto de Soledad.
—No lo hizo para
contarlo, fue para otra cosa que nos hizo perseguirlo.
—¿Y
para qué…? —comenzó, pero se detuvo al observar el cuarto: sábanas colgando de
las ventanas, libros esparcidos por todo el espacio, una lámpara sobre la cama,
y tanta cantidad de hojas sobre el suelo que ya hasta parecía un empapelado
desprolijo.
—¡Soledad
nos va a matar! —exclamó Tali.
—No conmigo en el
equipo —señaló Úrsula con despreocupación. Chasqueó
entonces sus dedos, y los objetos regresaron rápidamente a su lugar.
—¡¿Cómo
hiciste eso?! ¡Sos una genia, Úrsula!
—Había
sacado una copia mágica de la ubicación de los objetos cuando entramos, supuse
que se iba a desordenar un poco cuando busquemos, solo que no sabía que iba a
ser para tanto.
De repente se
oyeron pasos a la distancia.
—Bueno, ya tuvimos
suficiente riesgo por hoy. Alguien está viniendo, vayámonos antes de
que Soledad nos encuentre. O peor todavía: Jaudín.
Dos horas más
tarde, cuando ya era un poco más de medianoche y Soledad estaba a punto de
vestirse para ir a dormir, su teléfono celular sonó. La pantalla decía «Llamada
entrante: Clarita». Preocupada, atendió rápidamente.
—¿Qué
pasó? Vos nunca llamás tan tarde. ¿Está todo bien?
—Sole… no,
no está todo bien…
—¿Qué
pasó, Clarita? ¡Decime!
—Es que… —A
Clarita le temblaba la voz—. Es él, Soledad. Tuvo una recaída importante. Está
muy grave, y los doctores dicen que puede llegar a ser irreversible.
Quince minutos más
tarde, sin dar explicación alguna, Soledad ingresó al cuarto de Álvaro con los
ojos llenos de lágrimas y sosteniendo un pequeño bolso con su mano izquierda.
—¿Qué
pasa, Sole? —le preguntó él, despertando. Su cuarto inmenso en la oscuridad
total, únicamente iluminado por la poca luz que llegaba a filtrarse desde el
pasillo.
—Me tengo que ir.
No me preguntes por qué, pero me voy a Buenos Aires. Y no sé cuándo
vuelvo. Perdón.
—¿Qué?
—Álvaro se puso de pie junto a su cama, de repente mucho más despierto. —¿Qué
pasó? ¿Estás bien?
—No tengo tiempo
para los detalles, simplemente tengo que irme de urgencia. Te llamo tan pronto
como pueda —dijo con la voz temblorosa, y cerró la puerta de inmediato. Álvaro,
después de tomarse unos segundos para procesar lo que acababa de oír, salió al
pasillo y descendió a la sala principal.
—¡Soledad,
esperá!
Pero era demasiado
tarde: Soledad ya se había ido.
Como había avisado la semana pasada, después de la publicación de este capítulo voy a tener que tomarme un receso. ¡Nos vemos para el próximo capítulo el domingo 26 de julio! :) Gracias por leer.
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(Atom)
¿Qué es "Buscá la luz"?
"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.
En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.
Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.
Escrito por Fundador
Muy buen capítulo!! Siempre me gustó el personaje de Úrsula, y que tenga poderes es una ventaja para los chicos, bue para Tali, que es la unica que lo sabe. Hasta el 26 de Julio!
ResponderEliminarAhora a esperar.....
ResponderEliminarEl capitulo me encanto!
Veremos que pasa ahora con Soledad