Capítulo 28: En lo oscuro, pero juntos


Esa noche apenas pudieron dormir. Habían estado pensando en qué podría estar pasándole a Lucas. Lucía quería tirar la puerta roja de los rebeldes abajo, pero habían logrado convencerla de que lo mejor era esperar al día siguiente; después de todo, lo más probable era que solo intentaran asustar a Lucas y luego lo dejen volver al depósito de nuevo.
Esa mañana ocurrió lo mismo que la anterior: un timbre igual al de las escuelas sonó muy fuerte, y pocos segundos después ya todos los chicos sin nombre estaban levantados y caminando. Algunos de ellos, sin embargo, todavía estaban terminando de levantarse, junto con los buscadores de Rincón de Luz.
—Espero que hoy vuelva a aparecer Lucas, o acá se va a pudrir todo —dijo Malena con enojo, aunque nadie la estaba escuchando.
—Chicos… —susurró Úrsula—. Miren, chicos. Fíjense quién está ahí.
Todos sus amigos se dieron vuelta y observaron las últimas dos camas del depósito. La noche anterior habían estado vacías, pero ahora estaban ocupadas por dos personas: un chico y una chica. Ninguno de ellos podía creerlo.

—¡Mentiritas! ¡Laura! —exclamó Mateo.
Todos corrieron a despertarlos y abrazarlos. Había pasado muchísimo tiempo desde la última vez que los habían visto, en aquella noche de navidad donde tuvieron que huir del hogar.
—¡Al fin nos volvemos a encontrar!
—¡Los extrañábamos muchísimo!
—Mentiritas, en tu hogar son todos re raros —comentó Mateo—, pero son unos genios igual.
—Esperen —dijo Malena en medio de abrazos y saludos—. ¿Por qué están acá con nosotros? ¡Ustedes tendrían que estar con Álvaro y Soledad!
Ambos se sentaron en una de las camas, muy serios.
—Se suponía que tenía que pasar eso… —susurró Laura, casi como si estuviera diciendo un secreto.
—…Pero las cosas no salieron como las esperábamos —completó la frase Mentiritas.
Ante las reiteradas preguntas de sus amigos, decidieron explicar mejor lo sucedido:
—Apenas se enteraron de que los trajeron acá, Soledad y Álvaro vinieron a exigir que los liberen. Pero fue al revés: terminaron llevándolos a la cárcel a ellos —Laura respiró hondo.
—Es una broma, ¿no? —preguntó Lucía.
—¿Cómo pudieron hacer algo así? ¡Prácticamente se entregaron! —exclamó Amir enojado.
—Lo hicieron por ustedes —espetó Mentiritas—. Nunca dejarían que estén acá adentro. Y no solamente fueron presos ellos, sino que además nos encerraron a nosotros también acá. Como dije antes, las cosas no salieron como las esperábamos.
—¿Y ahora qué vamos a hacer? —Mateo caminaba en círculos.
—Escaparnos —dijo Úrsula, como si le hubieran preguntado cuánto era dos más dos.
—Lucas nos puede ayudar. ¿Dónde está? —Mentiritas lo buscó con la mirada por todo el cuarto.
Se hizo un silencio incómodo.
—Chicos, ¿dónde está Lucas? —preguntó Laura.
—Atrás de la puerta roja de los rebeldes. —Malena se acomodó el pelo detrás de las orejas, nerviosa—. Lo encerraron allá ayer, y hasta ahora todavía no volvió.
Laura pudo ver cómo uno de los chicos sin nombre le hacía señas a ella y a Mentiritas desde el otro lado del cuarto, a espaldas de sus amigos.
—Creo que si no vamos a trabajar, vamos a verlo mucho antes de lo esperado —opinó Amir.
—Ustedes vayan preparándose, nosotros ahora volvemos —dijo Laura rápidamente y, tomando a Mentiritas de la mano, siguieron al chico sin nombre hasta el pasillo. Era el mismo que había hablado con Lucas cuando habían llegado al reformatorio para explicarle que allí se identificaban por números.

Mientras tanto, en el granero, Clarita y los chicos no se despegaban del televisor.
—No puede ser que no digan nada sobre Soledad y Álvaro todavía. ¡Ya los tendrían que haber liberado! —se quejó Josefina.
—¿La estarán pasando mal en la cárcel? —preguntó Paco.
—¿Y a vos qué te parece? Te doy una pista: no es un parque de diversiones —se burló Estrella, extrañamente malhumorada.
—No se peleen, chicos —intervino Clarita—. Estoy segura de que en cualquier momento van a liberarlos y va a estar todo bien.
En ese instante, Nadia bajó corriendo por las escaleras a toda velocidad.
—¡Clarita! ¡Clarita!
—¿Qué pasó? ¿Por qué gritás así?
—¡Es Joaquín!
—¡¿Qué le pasó a Joaquín?! —preguntaron todos al unísono.
Antes de que Nadia pudiera llegar a responder, el anciano descendió a paso lento por las escaleras. Nadie dijo una palabra. Se quedaron en silencio contemplándolo sin poder creer lo que estaban viendo.
—¡Ay, Nadia! ¿Siempre tan escandalosa vos? —dijo Joaquín risueño—. ¿Por qué me miran con esa cara? ¿Pensaron que iba a seguir enfermo para siempre?

—¿Qué pasa? ¿Por qué nos sacaste? —preguntó Mentiritas al chico en el pasillo. No había notado hasta ese momento que ese era el único que se comportaba más o menos como una persona normal. El resto parecía un robot manejado por control remoto: no hablaban ni demostraban tener sentimientos jamás; y aunque tenían los ojos abiertos, daba la sensación de que nunca estaban mirando nada.
—Tuve que traerlos acá porque el depósito está vigilado por cámaras. Yo sé cómo escapar —soltó sin más.
—¿Cómo?
—Hay un camión muy grande y viejo cerca de la entrada. Se usaba antes para traer a los chicos nuevos, antes de que se encargara de eso la policía. Podemos robar las llaves y tirar el portón abajo. Todos seríamos libres. El problema es que las llaves están en la dirección, y se necesita alguien lo suficientemente valiente como para animarse a entrar ahí arriesgándose a que lo descubran.
—Voy a ir yo —lo interrumpió Mentiritas.
—No. —Laura lo tomó de la mano. —Voy a ir yo. Viví siete años en un cuarto oscuro, tengo muchas maneras de no ser descubierta. Si vas vos sería muy peligroso.
—Por lo menos dejame ayudarte —ofreció.
—¡No! Dos personas sería más peligroso todavía. Vos quedate con los chicos así les contás bien sobre esto. Tengo que ir ya mismo, no hay más tiempo que perder. Solamente quiero saber una cosa —dijo Laura, dirigiéndose ahora al chico sin nombre—. ¿Por qué nos ayudas?
—Es ese farol —respondió él—. El que tenía tu amigo, Lucas. Esa noche que lo encendieron empecé a creer…
—¿A creer? ¿En qué?
—En un futuro mejor… en que puedo ser alguien más que un número… En la esperanza.

—Sabía que Soledad no nos iba a decepcionar —exclamó Laura con alegría—; si no fuera porque le dio ese farol a Lucas, no nos hubieras ayudado nunca. Vos quedate acá, Mentiritas; yo voy. Esta misma tarde nos vamos de este lugar para siempre. 

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¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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