Capítulo 21: Laura y su advertencia


Habían pasado varios días desde que Laura se había mudado con Betina y Pía, y desde que los chicos habían descubierto que alguien en esa casa —probablemente Betina— estaba espiando cada uno de sus movimientos. Era muy difícil para ellos comunicarse entre sí para hablar sobre ese secreto sin despertar las sospechas de la persona que se ocultaba tras las cámaras, pero se las habían ingeniado de diversas maneras. La más empleada había sido escribir mensajes en papeles con letra muy chica y luego hacerlos pedazos hasta que fueran totalmente ilegibles.

Lucas había ido a visitar a Pía varias veces ya, aunque ella se resistía bastante y prefería pasar tiempo con él en Rincón de Luz. Con la excusa de que la presencia de Malena lo incomodaba, había logrado ser invitado a la casa de Betina y Pía varias veces. Y, apenas tuvo el mínimo momento a solas con Laura, le explicó todo. O al menos eso había intentado.
Ese mediodía, a la hora del almuerzo, los buscadores se encontraban en la gran mesa del comedor. Lucas, sentado en la punta de la mesa, intentaba hacerle señas a Amir, Estrella, y Malena, pero estos no parecían comprenderlo.
—Amir, Estrella, Malena: ¿Me pasan la sal? —dijo.
Úrsula levantó una ceja. —¿Para qué querés tanta sal?
—Acá hay mucha —le mostró Mateo, quien estaba sentado a su lado.
—No, es que esta no me gusta. —Lucas miró fijo a sus tres aliados del secreto, pero no parecían entender.
—¿Estás bien? Te estás comportando muy extraño el día de hoy. —Amir lo miró con preocupación.
Lucas, frustrado, se llevó la mano a la frente y luego se puso de pie. —Ahora que me acuerdo, dejé mi sal especial en la cocina. ¿Me acompañan a buscarla?
—¡Yo te acompaño! —se ofreció Guillermo, aburrido de tener que estar quieto tanto tiempo, aunque sea para comer.
—¡No! —exclamó Lucas—. Sos muy chico, y encima sos el más nuevo. Amir, Estrella, Malena. Vengan ustedes.
Sus amigos obedecieron y fueron los cuatro juntos a la cocina, pero Lucas los guió para seguir de largo hacia el patio trasero y luego hacia el laberinto.
—¿Qué pasa? ¿Por qué estamos acá? —preguntó Estrella.
—¿En serio les tengo que explicar todo? Es obvio que si los saco del hogar a ustedes es para hablar de lo de Betina y las cámaras.
Malena se enderezó. —¿Pudiste hablar con Laura?
—Más o menos. Hoy aproveché cuando Pía se fue al baño y le dije que Betina nos estaba espiando con las cámaras de Pedro, pero apenas terminé llegó Pía. No sé cómo reaccionó. Espero que se vaya de ahí rápido.
—¿Creés que podrías conseguir estar solo con ella nuevamente? —preguntó Amir.
—Está difícil. Pía es muy pesada, no se despega de mí nunca. Y ya no hay más tiempo que perder.
Malena corrió la mirada. —¿Qué querés decir con eso?
—Que mañana termina el período de adaptación, y si Laura no reacciona va a ser legalmente la hija de esa bicha.

Pocas veces Laura había escuchado una tormenta tan fuerte como la de esa noche. En sus años encerrada, muy de vez en cuando le parecía escuchar truenos, y se asustaba al ver que los gatos iban alterados hacia ella en busca de protección.
Quizás por la tormenta, o quizás por el día tan importante que se aproximaba a la mañana siguiente, Laura tuvo una pesadilla. En ella veía a Lucas repitiéndole una y otra vez las palabras que había alcanzado a decirle esa misma mañana cuando habían estado a solas.
—No confíes en Betina, ella nos está espiando con las cámaras que instaló Pedro.
—¿Por qué decís eso de mi tía?
—Lo vimos con los chicos. De verdad, tenés que irte de acá. Es peligroso. Betina es peligrosa.
Y luego Pía los interrumpía.
“Es peligroso. Betina es peligrosa”.
Se despertó sobresaltada en su nuevo cuarto. La luz de los rayos la iluminaban a través de su gran ventanal, y el sonido del trueno la hacía precipitarse. ¿Betina realmente era una mala persona? No, ella era su tía, no podría hacerle nada malo.
Pero Lucas había hecho mucho por ella, él no mentiría ni diría algo así sin tener buenos motivos.
Entonces pensó en Mentiritas y se imagino qué haría él en su lugar. Su amigo le había advertido sobre Betina desde el primer día, y seguramente le daría la razón a Lucas.
Revisó su reloj y era mitad de la noche. Otro relámpago intenso la sacudió de su comodidad y entonces puso manos a la obra: se levantó de su cama, abrió la puerta de su cuarto y, tan silenciosamente como pudo, se dirigió a donde dormía su tía.
El teléfono móvil de Betina descansaba en su mesita de luz junto a su cama, apagado, mientras ella descansaba plácidamente.
A Laura le empezó a latir el corazón muy fuerte. Estaba demasiado nerviosa, pero sabía que no podía aceptar formar parte de una familia si no confiaba plenamente en su tía y su prima. Tenía que sacarse la duda, cueste lo que cueste.
Tomó el teléfono y presionó el botón de encendido, rezando para que al aparato no se le ocurra hacer ningún sonido que despierte a su tía. Agradeció en silencio el ruido de la tormenta que la ayudaría a disimular el espamento en ese caso.
El plan salió genial, y el teléfono no emitió ningún sonido ni tenía clave de encendido. Laura entonces se dirigió a la bandeja de entrada de mensajes, pero antes de que pudiera leer algo, notó que su tía había abierto los ojos y la estaba mirando.
—¿Qué hacés despierta tan tarde, Laurita? —preguntó entre bostezos, incorporándose.
Laura, instintivamente, escondió el teléfono en su espalda.
—¿Qué tenés ahí atrás? —insistió Betina, de repente más despierta, notando el nerviosismo de Laura.
—Nada.
—Somos familia. No tenemos que mentirnos. Mostrame tus manos.
Laura tragó saliva. Estaba totalmente atrapada.

Y en ese momento, sin saber qué hacer, solo se limitó a desear que Lucas no hubiera hablado con ella nunca.

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¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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