Capítulo 28: El gran día


“Al fin llegó el gran día. Hoy, Sole y Álvaro por fin se van a casar y vamos a pasar a ser todos una gran familia con una mamá y un papá. Yo voy a ser la encargada de llevar los anillos, así que estoy un poquito nerviosa, pero más que nada emocionada y contenta. Mi sueño de formar parte de una familia se va a volver realidad”.

—¿Qué escribís, Laura?
Mentiritas entró al cuarto de las chicas y se sentó en la cama de su amiga. Ella tenía en su mano un librito y una lapicera negra.
—Estaba escribiendo en mi diario.
—¿Vos tenés un diario?
—Sí. Bueno… ahora tengo uno. Estaba tan emocionada que tuve que escribirlo en algún lado.
—Estoy re feliz de que Álvaro y Sole te hayan dicho a vos que lleves los anillos. Te lo merecés más que nadie —dijo Mentiritas, y la abrazó.
Su abrazo se vio interrumpido por los gritos y las corridas de cuatro personas más ingresando.
Mateo, Guillermo, Úrsula y Josefina (junto a su muñeca) saltaron hacia la cama de Laura, hablando todos fuerte y al mismo tiempo, capaces de aturdir a cualquier persona que se encuentre a diez metros a la redonda.
“¿Por qué te dieron los anillos a vos?” “¿Podemos verlos?” “¿Alguna vez pusiste un anillo?” “¡Dale, quiero verlos un ratito solamente!”
—Nunca puse un anillo y no tengo que saber ponerlo, eso lo hacen los que se casan, yo solamente los llevo. Y no, no pueden verlos.
—¿Por qué no? —se quejó Mateo—. ¡Yo los quiero para verlos, no para jugar!
—¿Y a vos desde cuándo te importan los anillos? ¡Nunca te interesó casarte! —se quejó Úrsula—. Mostrámelos a mí.
—¿Josefita los puede ver? ¡Es una muñeca, es como si no se los mostraras a nadie!
—No —intervino Guillermo—, no les hagas caso, ellas los van a romper. ¡Mostrámelos a mí que nunca vi un anillo!
—No se los voy a mostrar a nadie, chicos. Me los dieron para que los cuide. Si quieren verlos van a tener que esperar un poco más hasta que estemos allá en el casamiento.
—¿Qué está pasando acá? ¿Por qué gritan tanto? —Lucas entró al cuarto y miró a los chicos confundido.
—¡Pasa que Laura no nos quiere mostrar los anillos de bodas, Lucas! —se quejó Mateo, poniéndose de pie y acercándose a él, como buscando que lo proteja.
—¿Y vos para qué querés ver eso?
—¿Para qué? Eh, bueno… —Mateo se llevó a la mano la cabeza y se quedó un momento pensando. —No sé, para verlos.
—A ver, Matu… Según me dijeron, antes vos y yo vivíamos en la calle, abajo de un puente. Es así, ¿no?
—Sí, ¿y eso qué tiene que ver?
Lucas se inclinó para estar a la altura de su amigo menor.
—Si vivíamos abajo de un puente, seguramente no teníamos nada. Ni techo, ni familia, ni ropa limpia, ni comida… nada. Y ahora estás armando un escándalo por unos anillos.
—Sí, tenés razón… —reconoció Mateo, y luego agregó—: Al final Sole tenía razón, los sueños sí se cumplen. Aunque también perdimos cosas.
—¿Qué cosas?
—A Julián, Tali y Carola. De todos los que estaban con nosotros, ahora la única que quedó aparte nuestro es Malena. Los otros se fueron y nos dejaron acá. Vos no te acordás de ellos más que de lo que te contamos y las fotos que viste, pero eran como nuestros hermanos. Sobre todo Julián. Ganamos una familia, pero perdimos otra.
—¿Estás seguro de eso? —dijo una voz detrás suyo. Mateo volteó y no podía creer lo que veía: parado en la puerta del cuarto le sonreía alguien a quien no veía hace mucho tiempo y creía que no iba a ver más.
—¡Julián! —gritó, y corrió a abrazarlo. Lo mismo hicieron el resto de los chicos, excepto Lucas.
—¡Enano! ¡Chicos! ¡Los extrañé mucho! —exclamó Julián, luego miró a Lucas con seriedad.
—Él… bueno, tuvo un accidente… —murmuró Úrsula.
—Sí, ya me pusieron al tanto —dijo, y luego hizo una pausa. —¿Por qué no van a saludar al resto de los chicos y nos dejan a nosotros un rato?
—¿Qué resto? ¿Vinieron Carola y Tali también? —preguntó Josefina, dando pequeños saltos.
—Sí, y también acaban de llegar los chicos del granero con Clarita. ¿De verdad se pensaban que nos íbamos a perder el casamiento de Sole y Álvaro? —bromeó Julián.
El resto de los chicos corrió a saludarlos, y entonces miró a Lucas en silencio.
—Perdoname que yo no… —comenzó a decir Lucas, pero su amigo lo interrumpió con un abrazo.
—Te extrañé tanto —le dijo—. Ya sé que no te acordás de mí, pero no te preocupes, vas a salir de esta y vas a recuperar todos tus recuerdos. Te lo prometo.
—Bueno, no, es verdad que no me acuerdo, pero me dijeron que eras como un hermano para mí, así que igual estoy feliz de que estés acá. Gracias por venir.

Pocas horas más tarde, cuando el sol se encontraba en el punto más alto del cielo, estaban ya todos reunidos en el lugar de encuentro para la ceremonia. Como no podía ser de otra manera, se había elegido un lugar al aire libre. El sol brillaba tan fuerte que el césped sobre el cual todos se paraban parecía mucho más claro de lo normal. Todos estaban vestidos totalmente de blanco y las chicas llevaban una corona de flores. Entre las dos pilas de asientos cubiertos con seda blanca quedaba un espacio vacío por el cual iba a avanzar la novia para casarse con su futuro marido. Al fondo de ese camino esperaba Álvaro, acompañado por Tobías y Javier. Abrazados por la luz del sol, todos estaban felices y algo nerviosos. También emocionados por volver a ver a Julián, Tali, Carola, Paco, Nadia y Clarita.
—Yo algún día quiero tener un casamiento así, pero con vos —le dijo Guillermo a Úrsula.
Todos rieron. —¡Ni loca! —respondió la brujita.
—Miralo nomás al enanito de jardín. Todavía no sabe ni escribir bien y ya está pensando en casarse —comentó Tali.
María Julia y Caride no paraban de reír; a cualquiera de los chicos le costaba recordar que esa mujer que ahora se ahogaba a carcajadas había sido una vez la causa de sus pesadillas. Diana estaba también con ellos, interviniendo de vez en cuando en su conversación lo más simpáticamente que podía. Una música de bodas sonaba de fondo mientras esperaban la llegada de Soledad.
De repente, Pía tomó a Lucas y Malena del brazo. —Vengan conmigo —les dijo, y los apartó del resto.
—¿Qué pasa? —preguntó Malena, confundida.
—Tengo que decirles la verdad. Esto es muy difícil para mí, pero no aguanto más. Si de verdad quiero ganarme su perdón, tengo que ser sincera. Sobre todo con vos, Male.
—¿Sincera con qué? —dijo Lucas.
—Bueno… La verdad es que vos y yo nunca fuimos novios. Te mentí. Vos siempre fuiste novio de Malena, y yo te quise conquistar varias veces pero no pude. Por eso aproveché cuando perdiste la memoria para inventar todo eso, para poder estar con vos. Pero no te merezco. Ustedes se merecen estar juntos y yo no puedo evitar eso. Perdón.
Y sin dejar que respondan, Pía se alejó y regresó a su lugar.
—¿Eso que dijo…? —balbuceó Lucas mirando al suelo.
—¿Viste? Te dije que tenía razón. Y no me creíste —le recriminó Malena, y regresó a su lugar también. Lucas la siguió, aunque no dijo una sola palabra. Seguía tratando de procesar lo que acababa de suceder.
La música de bodas cambió por la tradicional que suena en todos los casamientos, y entonces todos supieron que Soledad había llegado.
Caminó por el espacio entre los asientos, lentamente, con una sonrisa muy alegre, hasta que finalmente llegó con Álvaro. Él la tomó de las manos.
—Estás hermosa —le susurró.
—Vos también —respondió ella.
—Antes de continuar, uno de los chicos quiere decir unas palabras —aclaró el cura a cargo de la ceremonia, y entonces Lucas caminó junto a él, enfrentándose a los novios.
—Esto lo escribimos con los chicos —dijo, y luego comenzó a leer:
“Al fin llegó el gran día. Este es un momento especial y esperado por todos. Especial porque los queremos mucho, y esperado porque siempre supimos que iban a terminar así. Desde que Soledad llegó al hogar, los dos empezaron a pelearse como perro y gato. Ahí lo supimos: ellos eran la pareja perfecta. A pesar de las peleas, de los obstáculos, de Mencha, y de los miles de problemas, ellos siempre estuvieron juntos. Bastaba solo una mirada para que notemos todo ese amor, para que no tengamos ninguna duda de que nacieron para encontrarse el uno al otro y no separarse nunca más. Verlos acá, casándose, es como un sueño para nosotros. Muchas gracias por cuidarnos siempre y por ser como una mamá y un papá para nosotros. Los queremos”.
Todos aplaudieron. Algunos derramaron un par de lágrimas, emocionados por las palabras que acababan de escuchar.
Lucas regresó con los demás y entonces el momento de tomar mutuos votos de amor eterno llegó: ambos dieron el sí, se pusieron los anillos que había entregado Laura, y el cura dijo las famosas palabras “Ahora puede besar a la novia”, provocando que todos aplaudan con emoción y alegría.

Una hora después, todos seguían celebrando en el lugar de encuentro. La ceremonia todavía no había terminado, pero Malena no podía esperar más tiempo para hablar del tema, así que se acercó a Amir y a Josefina.
—Ya sé que no está bueno hablar de esto en el casamiento de Sole y Álvaro, pero quería que sepan que ya no nos tenemos que preocupar por Pía.
—¿Por qué no? —preguntó Amir.
—Cuando recién habíamos llegado nos separó a Lucas y a mí y nos confesó toda la verdad sobre que mintió en eso de ser su novia. Hasta nos dijo que tendríamos que estar juntos él y yo.
—No puedo creerlo. Nunca pensé que ella haría algo así —dijo Josefina.
—Yo tampoco. —Malena no pudo evitar sonreír. —Parece que está arrepentida de verdad y no es como su hermana.

Mientras ellos tenían esa conversación, un poco apartados del resto estaban Lucas y Pía.
—¿Qué pasa? ¿Por qué me trajiste acá? —le preguntó ella.
—Quiero decirte algo. En el casamiento pasó algo raro.
—¿Qué? ¿Rompiste algo?
—¡No! No rompí nada, pero… Mientras Álvaro y Soledad y se casaban, me puse a pensar…
—¿En qué pensaste?
—En todo lo que dijiste. Traté de verme ahí, donde estaban Sole y Álvaro, ocupando su lugar. Y la persona con la que me veía no era Malena. No me puedo imaginar casándome con ella, sino con otra persona.
Pía dio un paso atrás, sorprendida.
—¿Con quién, entonces…? —preguntó, desconfiada.
—Con vos. —Lucas dio un paso al frente. —No me importa cómo haya sido todo antes de que pierda mis recuerdos. Lo único que sé es que desde ahora en adelante yo te amo a vos y quiero tener un casamiento así con vos algún día. ¿Querés ser mi novia? Esta vez… de verdad.
Pía, sin poder abrir la boca, asintió. Lo próximo que supo era que Lucas la estaba besando y que ella era la chica más feliz del mundo. Esta vez, sin ningún plan malvado ni mentira de por medio.

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"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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