Capítulo 04: Experiencias sobrenaturales

Habían pasado solo dos horas desde que Victoria Del Solar y Juan Ignacio se habían ido del hogar. Álvaro no sabía que desde hacía dos horas su vida había cambiado para siempre, no tenía ni idea de todo lo que le esperaba.
Al principio se negaba a la idea de fundar realmente un hogar de huérfanos. Él siempre había odiado a los chicos y estos no iban a ser la excepción. Era un sacrificio demasiado grande por dinero.
Solo cuando Tobías y Javier le sugirieron contratar una celadora para hacer todo el trabajo por él fue cuando finalmente accedió a hacerlo, pero al parecer sus “víctimas” del plan no estaban tan conformes como él. Les dijo que cuando cobre su herencia completa les iba a pagar –todavía más, por haberlos hecho esperar tanto—, ellos accedieron por compromiso, pero no estaban tan seguros como aparentaron frente a él.
Los chicos estaban sentados en la mesa del comedor, degustando los panchos que tanto les había costado conseguir, y todo en vano: ni Victoria ni Juan Ignacio comieron una sola porción.
—¿Vos qué vas a hacer, Lucas? ¿Te vas a quedar? —preguntó Julián.
—Ni loco me quedo, no soporto a Álvaro.
—Yo tampoco lo soporto, —comentó Coco, y añadió—: pero no sé qué hacer… si llegamos hasta tan lejos sería una lástima irnos con las manos vacías. Por lo menos me voy a quedar hasta que nos paguen.
—¿Están locos? La casa es re linda, y tenemos comida y ropa gratis. ¿Cómo van a irse? ¿Prefieren vivir abajo de ese puente asqueroso? —preguntó indignada Tali.
—Prefiero ser pobre pero libre. No voy a ser esclavo de ese cogotudo. —respondió Lucas firmemente.
Cuando terminaron de comer, todos se levantaron y se fueron, a excepción de Carola y Julián.
—¿Vos qué vas a hacer? —le preguntó Carola.
—Todavía no sé…
—Hagas lo que hagas, no te olvides de nuestra promesa. —le recordó.

Tali parecía haberse olvidado cuál era la puerta que daba a su cuarto. Había abierto repetidas veces las puertas incorrectas: una llevaba al cuarto de los chicos, otra al baño, y otra a una escalera que se dirigía a un subsuelo. Esta última le intrigó y decidió bajar.
Tenía el doble de escalones que la escalera de la sala principal. Se cansó bajándolas. Allí abajo estaba oscuro, sucio, y la única luz provenía de una pequeña lámpara que se encendió por sí sola cuando ella llegó. Eso la hizo estremecer.
Por lo poco que podía ver, el cuarto estaba lleno de cajas y diarios viejos. Había también un gran armario antiguo con un montón de libros encima, pero toda su atención la atrajo un libro marrón decorado con plumas plateadas que estaba en una esquina del cuarto por encima de una caja. Al acercarse más, pudo ver que el libro tenía impreso en la tapa “Principios básicos de la magia y hechicería”.
De repente, todo el miedo de Tali desapareció. No podía creerlo… ¡Era lo que ella siempre había soñado! ¡Un libro le iba a enseñar a convertirse en bruja!
Lo tomó y lo contempló emocionada. Pasaron alrededor de diez minutos –en los cuales lo único que hizo fue perder su mirada en la tapa del libro— hasta que notó que debajo del libro algo brillaba dentro de la caja. Era un brillo multicolor: pasaba de rosa a verde, de verde a azul, de azul a amarillo, de amarillo a violeta, y de violeta nuevamente a rosa.
Sacó el objeto que brillaba y la invadió todavía más alegría: era una bola de cristal.
“¡No puedo creerlo! ¡Un libro de hechicería y una bola de cristal como las que usan las brujas! ¡Voy a poder hacer magia!” pensó, pero luego su felicidad se redujo parcialmente para hacer espacio a la preocupación: ¿Quién había vivido en esta casa antes de que esté abandonada? ¿Por qué había dejado todas estas cosas acá? Y aún más… ¿Por qué tenía un libro de hechicería y una bola de cristal?
La duda le duró alrededor de quince segundos. La interrumpió nuevamente la felicidad. Tali no resistió las ganas: metió el libro y la bola en la caja junto con un montón de papeles que habían dentro, y corrió a buscar nuevamente su cuarto.
Una vez que lo encontró y se aseguró de que no haya nadie, se sentó en la mesa del centro del cuarto, y sacó de la caja el libro.
—Bueno, a ver… cómo empiezo a practicar… —se dijo a sí misma– este parece un hechizo básico. —señaló mientras leía una de las primeras páginas.
“Para hacer aparecer un sapo hay que repetir dos veces “Sapo sapo sapo, corre que te atrapo” mientras se realiza un pase de energía a la bola de cristal.”
—Vamos a ver… —Tali puso sus manos sobre la bola de cristal y cerró sus ojos. Luego dijo—: Sapo sapo sapo, corre que te atrapo. Sapo sapo sapo, corre que te atrapo.
Esperó unos segundos, pero nada pasó.
—Tengo que concentrarme mejor… voy a probar una vez más —dijo un poco frustrada y repitió nuevamente, ahora más seria, concentrada, y más lentamente—: Sapo sapo sapo, corre que te atrapo. Sapo sapo sapo, corre que te atrapo.
Justo cuando terminó de pronunciar la última palabra, la puerta se abrió. Era Julián.
Tali saltó de la silla exaltada abrazándolo. —¡Funcionó! ¡Mi magia funcionó! —le dijo emocionada— ¡Soy cada vez más poderosa! ¡No lo puedo creer!—.
A pesar de que Julián era el más atractivo de los chicos, Tali nunca se había fijado en él debido a que le resultaba muy desagradable su personalidad. Literalmente, le resultaba tan desagradable como un sapo.
—¿Qué? —le preguntó Julián. No parecía entender nada.
—¡No importa, se lo tengo que contar a Carola, chau! —le respondió mientras corría hacia el pasillo dejando sus cosas de bruja en la mesita.
—¿Y esto? —se preguntó Julián mientras se acercaba a las cosas… pero ignoró totalmente la bola de cristal y el libro de hechicería, se dedicó a leer el papel que estaba por encima de todos dentro de la caja. Era una página de un diario, el titular llamó su atención: “Barrio entero aterrorizado por casa embrujada: vecina cuenta su testimonio”.
Leyó un fragmento del artículo donde una vecina contaba cómo una noche mientras se dirigía a su casa, pasó por la casa abandonada de la calle Arboleda 301 y vio asomándose por una de las ventanas a alguien mirándola fijamente: un fantasma.
—Entonces… ¿La casa está embrujada de verdad? —se preguntó a sí mismo Julián asustado. Siguió leyendo hasta un párrafo donde la vecina decía que ante cualquier duda se acerquen a una dirección (Julián suponía que era su casa, debido a la poca distancia que guardaba con el hogar). Se preguntó si la vecina seguiría viviendo ahí… sin pensarlo dos veces, estaba saliendo disparado hacia la calle a buscar a esa mujer. Tenía que saber toda la verdad.
No tardó mucho en llegar, quizás menos de cinco minutos, ya que la distancia era realmente muy poca. Tocó el timbre y lo atendió una mujer de unos 40 años.
—¿Sí? ¿En qué puedo ayudarlo? —le preguntó ésta de forma muy simpática.
—Buenos días, señora. Estoy buscando a Juana Velasco. —Julián había leído el nombre en el artículo del diario.
—Soy yo, ¿En qué puedo ayudarte?
—Quiero saber toda la verdad sobre la casa.
—¿La casa? ¿Qué casa? —preguntó Juana Velasco sin entender, mientras le sonreía amablemente.
—La de la calle Arboleda 301.
En ese mismo momento la señora notó que un hombre estaba acercándose caminando por la vereda. Un hombre desarreglado, sucio, con cartones en la mano… parecía un méndigo, y seguramente lo era. Algo en la cara de la señora se rompió: parecía como si de repente Julián la hubiera insultado, o como si ella hubiera visto un fantasma. Ya sea por haber visto al hombre, o por la pregunta de Julián, toda la simpatía de Juana desapareció, y respondió de manera muy antipática. —¿Y por qué querés saber sobre esa casa? ¿Quién sos?
—Me llamo Julián. Vivo ahí, ahora es un hogar de huérfanos. —le explicó intentando dar un poco de lástima.
—Bueno mocoso, yo no sé nada.
—Pero… en el diario usted dijo que sabía toda la verdad. ¿Cuál es la verdad? —insistió Julián.
El hombre estaba más cerca todavía, lo suficientemente cerca como para escuchar sin problemas la conversación. Por detrás de la espalda de Julián, le dedicaba una amenazadora mirada a la señora. Se detuvo.
La señora estalló en un grito grosero. —¡¡¡No hay ninguna verdad, en el diario inventan todo!!! ¡¡¡Y ahora andate y no me molestes más!!! —y le cerró la puerta en la cara.
Recién entonces fue cuando Julián se volteó y notó la presencia del vagabundo. Hizo caso omiso y volvió al hogar con más preguntas que antes. ¿Por qué la señora pasó de ser simpática a grosera en un segundo? ¿Quién era ese hombre? ¿Había tenido algo que ver con su cambio brusco de personalidad? Y más importante todavía: ¿Qué pasaba en la casa de Arboleda 301?

3 comentarios:

  1. Me encanta lo que haces en el blog. Espero que lean esto mucho más personas de lo que lo comentan, vale la pena leer tus capítulos. No solo me recuerda la novela con la que pase mi infancia, también esta muy bien redactado. Detallas muy bien todo. Felicitaciones.
    Besos.
    ¡Sofi!

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  2. Muchas gracias, Sofi! Son muy pocos los que conocen este blog, la verdad es que la difusión no es mi fuerte, pero bueno, con algo de tiempo y suerte supongo que las visitas subirán un poco, igual ya lo tengo todo escrito así que aunque tenga 0 lectores lo voy a publicar igual jaja.

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  3. a mi me parece una gran adaptacion de esta historia tan hermosa que me hace recordar tantas cosas...
    Espero pronto subas el siguiente capitulo

    Te invito a pasar x mi blog si asi lo deseas

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¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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