Capítulo 18: Igual a los demás


—¡Te dije que me lo des! —gritó Pedro.

Laura no hizo un solo movimiento muscular. Pedro, furioso, la tomó por el brazo y le arrancó el sobre rojo de la mano.

Su primera reacción fue un tanto confusa: se puso a leer las pocas palabras escritas, una tras otra, reiteradas veces. Tras varios segundos releyendo sacó un encendedor de su bolsillo y quemó tanto el sobre como la foto.

—¡No! ¡No la quemes, por favor! —le suplicó Laura, pero era demasiado tarde. La mitad del regalo estaba ya hecho cenizas, y el resto seguía su camino por las llamas que brillaban ante las silenciosas lágrimas de Laura.

—Lo hago por tu bien –le dijo pacíficamente Pedro mientras el regalo se terminaba de quemar. Unos segundos más tarde, cuando éste no era más que solo un montoncito de residuos, Laura se echó a llorar al suelo. Pedro se agachó y puso su brazo por su espalda para consolarla.

—No te pongas así, Laura. Es lo mejor para los dos –le dijo reconfortante.

—Pero yo quiero tener amigos –le respondió ella entre sollozos.

—Yo soy tu amigo, no necesitás a nadie más. Ya sabés que no podés ver a otras personas, sino la señora de los gatos… —comenzó a decir, pero no terminó su frase. –Bueno, te dejo dormir. Espero que te des cuenta de que todo esto lo hago por tu bien y no intentes acercarte de nuevo a ese “Mentiritas”. No te olvides que la señora de los gatos es capaz de hacer cualquier cosa. Que descanses –le dijo entonces, se paró, y salió por la puerta hacia su cuarto, dejando a Laura más deprimida que nunca.

¿Por qué no podía tener amigos? Estaba cansada ya de tener que vivir encerrada en un cuarto casi sin luz, y sin poder hablar con nadie más que Pedro. Ella quería salir, jugar, divertirse… no quería ser una nena fantasma, quería ser igual a los demás.

 

Al día siguiente amaneció nublado, algo extraño teniendo en cuenta que todavía seguía siendo verano. Laura, Carola, Mentiritas, Lucas, y Malena lo interpretaron como un reflejo de su estado de ánimo interior.

A pesar de que no llovía, el clima estaba muy húmedo y la presencia de Malena, quien estaba sentada en el suelo del pasillo, estaba tan gris que casi se camuflaba. Carola advirtió que no era la única que estaba triste al verla, así que se acercó intentando consolarla.

—¿Qué te pasa, Coco? Perdón, Male –preguntó mientras se sentaba a su lado.

—Nada… estoy un poco bajoneada solamente –le respondió ésta con la voz apagada.

—Es por lo de tu secreto, ¿no? La debés haber pasado re mal con tu tía, yo en tu lugar también me hubiese escapado.

—Sí, pero no es solamente por eso. No sé, hay tantas cosas que no conozco de mí misma… no sé por qué mi papá me dejó con ella. Encima mirá cómo estoy vestida y cómo me hago llamar, ni siquiera sé quién soy.

—No digas eso –Carola puso su mano sobre el hombro de Malena—. Vos sos Malena, una chica con un re carácter y súper valiente que en vez de quedarse a llorar en la casa de su tía, se escapó para luchar por lo que se merecía y para encontrar la verdad. –Hizo una pausa— Además sos re inteligente. ¿Cómo se te ocurrió lo de Coco? Nos engañaste a todos, incluyendo a los grandes. Eso no lo puede hacer cualquiera.

—Gracias, Caro. Supongo que tenés un poquito de razón.

Carola se quedó mirando unos segundos a Malena, quien tenía los ojos en el suelo. Era evidente que no paraba de pensar en su tía y sus padres. –¿Querés que te muestre un lugar mágico que hay acá? Te aseguro que te vas a sentir mucho mejor después de verlo.

—¿Un lugar mágico? Gracias, pero yo no creo en esas cosas.

—Vas a creer cuando lo veas. De verdad, me lo enseñó Soledad.

—Mmm… —Malena dudó por un segundo— Bueno, está bien –cedió finalmente. Se levantó y siguió a Carola hasta el cuarto de Soledad. Carola avanzó al centro del cuarto, justo delante de la cama de Soledad, y tiró de la cuerda, descubriendo las escaleras que llevaban al ático.

—¿Qué es eso? ¿Desde cuándo acá se puede subir un piso más?— le preguntó Malena, más extrañada que sorprendida.

—Mirá, subí vos primera. Te va a encantar.

Malena le hizo caso y subió las escaleras hacia el pequeño ático que solo estaba iluminado por las velas y la luz de la ventana. Carola subió detrás suyo.

Malena abrió la boca de tal forma que podría haberse metido tranquilamente una porción de torta mientras contemplaba sorprendida la decoración del lugar, y principalmente la ventanita decorada con vitrales. Sentía una atmósfera de paz muy agradable en aquel cuarto, y el olor de las velas la relajaba todavía más.

—Viste, te dije que te iba a encantar. Vení, sentate.

Malena se sentó junto a Carola. –No puedo creer que haya un lugar tan lindo en el hogar y yo recién me esté enterando ahora. ¿Lo hicieron Javier y Tobías? ¡Es hermoso!

—Y todavía no viste lo mejor. Mirá, tomá esto. –Carola le entregó el caleidoscopio decorado con plumas de colores.

—¿Qué es esto?

—Es un caleidoscopio mágico. Bah, en realidad no sé si lo mágico es el caleidoscopio o la ventana. Capaz las dos cosas, pero cuando mirás con esto podés ver todo tipo de cosas si te concentrás bien.

—…¿Todo tipo de cosas? ¿Como qué?

—Ilusiones, esperanza, sueños… pesadillas… yo miro por ahí cada vez que estoy triste, y después me siento mejor. Mirá, probá.

Malena tomó el caleidoscopio y miró por el mismo en dirección a la ventanita.

—¿Y? ¿Qué ves? –le preguntó Carola.

—Veo… veo muchos colores. Veo luces verdes, rojas, amarillas, azules, violetas…

—…¿Nada más?— le preguntó Carola varios segundos después, un poco decepcionada.

—No… —le respondió Malena y dejó de ver por el caleidoscopio— ¿Será que yo no tengo sueños ni ilusiones?

—No digas eso, todos tenemos. Y pesadillas también.

—Pero, ¿entonces por qué no vi nada?

—A lo mejor estabas un poco distraída, mirá de nuevo y esta vez concentrate bien. Buscá adentro de tu corazón, escuchalo, sentilo…

Malena pensó en su tía, en su padre, en los últimos meses, y volvió a mirar por el caleidoscopio.

—¿Y? ¿Ahora qué ves?

—Igual que antes… lo único que veo son luces de colores.

—Bueno… a lo mejor el caleidoscopio no funciona los días que no hay mucho sol.

—¡Esperá! ¡Ahí veo algo! –informó Malena más sorprendida que alegre.

—¿Qué ves?

—Los colores están formando figuras… forman a una persona… ¡Soy yo! ¡Y tengo puesto un vestido hermoso! Hay dos personas más; no puedo verles la cara, pero sé que son mis padres.

—¿Cómo sabés?

—Porque lo siento. Y ahí hay… —Malena, un poco asustada, se sacó el caleidoscopio.

—¿Qué paso, Male?

—Vi algo horrible… unas sombras se llevaron a mis papás.

—¿Quiénes eran las sombras?

—No sé… pero algo adentro mío me decía que esas sombras se iban a acercar a mí.

—No te preocupes, mirá de nuevo.

—Pero… ¿y si veo algo peor?

—No te olvides de que no te pueden hacer nada, mirá sin miedo… no le cierres la puerta a tus sueños.

Malena, aunque no muy convencida, le hizo caso a Carola y volvió a mirar por el caleidoscopio.

Después de que las sombras se llevaron a sus padres, se vio a ella sola, con el uniforme de varón, pelo corto, y llevando un cartel enorme que decía “Coco”.

—Esto es horrible… —comentó sin despegarse del caleidoscopio.

—No te preocupes, seguí mirando –insistió Carola.

Muchos chicos pasaron por donde estaba ella tirada, algunos la ignoraban, otros le tiraban pelotas de fútbol, y unos pocos se limitaban a gritarle “¡Maricón!” e insultos derivados. De repente, uno de los chicos se detuvo junto a ella, la besó, y entonces a Malena mágicamente le volvió a crecer el pelo, tenía el uniforme de mujer, y ya no tenía el cartel de “Coco”. Le fue comentando a Carola lo que veía mientras iban apareciendo las figuras.

—No sé quién será ese chico, pero se agachó al lado mío. Me está agarrando la mano, me levanta, y ahora… ¡ahora me está besando! ¡Me transformó! ¡Ahora no soy más Coco, soy Malena! Tengo puesto el uniforme de las chicas, tengo el pelo largo…

—¡Male, debe ser un mensaje! Tratá de ver quién es el chico, seguro es él el que te va a ayudar con todo esto.

Malena hizo un esfuerzo hasta que finalmente logró identificar al chico. No sabía muy bien cómo sentirse de haberlo besado, aunque solo sea en un sueño.

—¿Y? ¿Quién era? –le preguntó Carola una vez que Malena se sacó el caleidoscopio.

—No… no sé, no era nadie. No alcancé a verlo, pero no importa. A lo mejor es porque todavía no lo conocí —mintió.

—Se me acaba de ocurrir una re idea.

—¿Cuál? —preguntó Malena un poco asustada.

—Vamos a tener una salida de chicas. Vamos a ir por ahí, y no voy a ir con Coco, voy a ir con Malena.

—¿Qué? ¿Estás loca? ¡Me pueden descubrir!

—No te preocupes, no te van a descubrir. De acá salís siendo Coco, pero llevo algo de ropa mía y te cambiás en algún baño que encontremos.

—No sé… es muy arriesgado.

—Dale, ¡a lo mejor hasta conocés a ese chico que te mostró el caleidoscopio!

—Bueno… —Malena suspiró— está bien.

A Malena no le quedó otra que aceptar. Iba a sacarse las ganas de ser ella misma por un rato, aunque descartaba completamente llegar a conocer al chico que la salve, ya que por algún motivo –motivo que le asustaba conocer— ya lo conocía. Ese chico dormía en su cuarto, era casi un líder para los chicos, y se llamaba Lucas.

 

Julián y Luciana estaban solos en el cuarto de los varones. Acababan de entrar y estaban preparándose para el retrato. Luciana se arreglaba en un espejo el uniforme que Carola le había prestado, mientras él preparaba sus hojas y sus lápices sobre el atril.

—¡Qué emoción! No puedo creer que me hayas elegido para representar al hogar –le dijo ella mientras terminaba de arreglarse.

—Bueno, lo tenés merecido –le respondió tímidamente Julián.

—¿Y Lucas dónde está? ¿No va a venir?

—Sí, está viniendo.

Ambos se quedaron en silencio por unos segundos. La mirada de Luciana se iluminó.

—¿Te puedo preguntar algo? —le dijo volteando hacia él, ignorando por completo el espejo.

—Sí, decime.

—¿Por qué no elegiste a una de las chicas del hogar?

—Bueno… es que ninguna de las chicas de acá es tan linda como vos —Julián se ruborizó.

—¿En serio? Ay, gracias. Sos un divino. ¿Sabés qué? En el retrato no tendría que estar Lucas conmigo –le dijo seductoramente Luciana mientras se acercaba a él hasta ponerse justo en frente suyo.

Julián se puso nervioso. —¿Ah, n-no? ¿P-por qué?— le preguntó tartamudeando.

—Porque el más lindo sos vos –tras esas palabras, ella lo tomó del cuello y lo besó de forma muy sensual. Julián, que al principio no había reaccionado, se abalanzó sobre ella y la tomó por la cintura, besándola también.

Siguieron así por varios minutos hasta que el sonido de la puerta abriéndose los interrumpió: ahí estaba Lucas, parado en la puerta, observando a su mejor amigo y a la chica que le gusta besándose.

1 comentario:

¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

Escrito por Fundador

Twitter

Soñamos juntos con:



Soñamos juntos con:


PLL Arg

Ediciones Frutilla

Una nueva aventura comienza

Letra por letra

Seamos aliados



Seamos aliados


Busca la Luz