Capítulo 09: Eterna condena





El plan que Javier había ideado para Lucas funcionó a la perfección: al salir del colegio, antes de llegar a entrar al hogar, se escondió en el jardín delantero y se puso el pijama, ocultando el uniforme del hogar y el guardapolvo en su mochila. Al ingresar, después de asegurarse que María Julia lo haya visto vestido así, subió a su cuarto, volvió a ponerse el uniforme, y colgó el guardapolvo en una de las perchas del armario.
Después de un nutritivo almuerzo (si es que darle una cucharada y media a un frasco de un embudo asqueroso puede ser llamado así), los chicos estaban más irritados que nunca. Aprovecharon que no vieron a María Julia dando vueltas y corrieron a esconderse todos juntos en el cuarto de varones.
—Esa señora es re mala, no nos puede dar eso para comer —se quejó Laura.
—¡Tengo hambre, loco! ¡Quiero comer algo! ¡Esa cosa horrible que nos dio no tenía sabor a nada! —añadió Mateo.
—Laura, ¿vos no podés usar tus poderes para transformar eso en algo rico? —le susurró Mentiritas.
—No, Eze. Soy una nena fantasma, no una chica superpoderosa —contestó ésta.
Tali estaba lo suficientemente cerca como para escucharlos y entonces lo recordó: tenía que aprovechar la ausencia temporal de María Julia para comunicarse con el mundo mágico. Sin decir una palabra corrió al cuarto de las chicas y sacó la bola de cristal, ubicándola sobre una mesita.
—¡Úrsula! ¿Dónde estás? ¡Úrsula, aparecé! ¡Es importante!
Sorprendentemente la bola de cristal comenzó a emitir un brillo al instante. ¿Úrsula se había vuelto atenta de repente?
—¡Dale, apurate! ¡Te necesitamos todos acá, Úrsula! Esperá… esto no…
Había algo raro y Tali no tardó en notarlo: el brillo era diferente al que solía haber cuando Úrsula estaba viajando. En vez de miles de chispas multicolores, este era un verde pastoso y apagado, como pasto muy seco y viejo. El brillo verde oscuro se extendió y Tali comenzó a sentir una fuerza que la atraía hacia la bola de cristal.
—¡Ay! ¿Qué me está pasando? ¡Ayuda! ¡Ayuda! —gritó, pero fue en vano: nadie vino a su rescate. Al principio creyó que era una especie de terremoto, pero al ver que el resto de los objetos del cuarto permanecían intactos se dio cuenta que era solo ella la que estaba siendo chupada por la bola de cristal. Unos instantes después, había desaparecido completamente del mundo de los humanos y había caído en un lugar completamente nuevo y desconocido para ella.
Adolorida y aturdida por la caída y el golpe, intentó ponerse de pie, fallando en varios de sus intentos. Observó el lugar donde estaba y mientras más veía, más se asustaba: parecía el fondo de una excavación enorme de tierra; sus dimensiones pequeñas la hacían sentirse atrapada, las paredes circulares eran de una mezcla de tierra y piedra, llenas de musgo y pasto seco; el suelo estaba impregnado de un humo tan denso que le impedía ver sus propios pies, y hacia arriba no se veía absolutamente nada más que oscuridad. El lugar olía como a bosque, y las ramas secas esparcidas por el espacio reforzaban esa sensación.
El lugar demostraba encierro y tortura por donde se lo viera; la única luz de esperanza era un pequeño agujero, del tamaño de una piedra muy grande, a través del cual no se veía nada, y a través del cual era imposible pasar ya que estaba protegido con una reja oscura y una cerradura.
—¿Qué es esto? ¿Dónde estoy? ¡Alguien ayúdeme! —gritó Tali, desesperada y aterrada.
—¿Podés hacer silencio? ¡Estoy tratando de dormir una siesta! —le exigió una voz extrañamente familiar desde una distancia sospechosamente corta.
—…¿Úrsula? ¿Sos vos?
Del densísimo humo pudo ver un pequeño hongo del cual salió disparado un brillo multicolor en dirección a ella. Se posó a su lado. —¿Qué? ¿A vos también? —le preguntó Úrsula.
—¿A mí también qué? ¡¿Qué es esto?! ¡¿Es una broma?! ¡Sacame de acá, Úrsula! ¡¿Qué me hiciste?!
—¡¿Podés hacer un poco de silencio y dejarme explicarte?! —Tali abrió la boca para quejarse, pero dudó un segundo y luego cedió, quedándose callada. —Gracias. —dijo Úrsula, y luego continuó—: Este lugar es el pozo de los lamentos, también conocido como el pozo de los tormentos. ¿Te suena?
—¡No! —contestó con firmeza Tali.
—Es una celda para brujos y brujas que no obedecen la ley mágica.
—¿Como una cárcel? ¡¿Y yo qué hice para estar acá?!
—Vos no sé, a mí me trajeron hace un rato porque encontraron en mi mochila el aparatito de música que me regalaste y se dieron cuenta que había estado viajando al mundo de los humanos sin permiso. Y peor todavía: la última vez que nos fuimos, el día que te fui a avisar sobre Laura, vos usaste el hechizo de abrir puertas que te había enseñado, y las brujas lo vieron; se dieron cuenta que había estado compartiendo nuestros secretos con vos y eso es un crimen gravísimo.
—¡Bruja tonta! ¡¿Por qué no me dijiste que me podían mandar al pozo de los hambrientos si usaba lo que me enseñabas?!
—¡Pozo de los lamentos! —la corrigió Úrsula.
—¡Es lo mismo!
—¡SILENCIO! —las interrumpió una voz femenina horrible, proveniente desde arriba. Ambas se callaron al instante.
—¿Q-quién es esa que habla? —susurró Tali con temor al mirar en dirección hacia arriba y no poder divisar a nadie. Úrsula se limitó a responderle con un “¡Shh! ¡Vas a hacer que nos aumenten la condena!”.
—Usted, humana corrupta, no hizo caso a la misión que le asignamos las brujas mayores del mundo mágico. Por haber desestimado una orden tan importante y tan excepcional teniendo en cuenta que las brujas casi nunca entramos en contacto con los humanos, ha sido condenada a diez años de agonía y soledad en el pozo de los tormentos —sentenció la voz.
—¡¿Qué?! ¡Pero yo hice todo lo que me pidieron! ¡Laura está re bien cuidada en el hogar, y es re amiga de Mentiritas! —se quejó Tali.
—Se equivoca usted. Esa mujer horrible la hace limpiar, despertarse en horarios inhumanos, y no la alimenta bien. ¡Humana sucia, descuidó a Laura, la futura salvadora!
—¿La futura qué? ¡Yo no tengo la culpa de que Álvaro haya puesto a esa bicha como directora! ¡¿Se piensa que a mí me gusta?! ¡Lo mismo que le hace a Laura me lo hace a mí!
—Debería haber hecho algo para impedirlo, ahora es demasiado tarde. Volveremos a contactarnos con usted en diez años, cuando haya finalizado su condena. Espero que sepa aprovechar el tiempo. ¡Ah! Casi se me olvidaba: para que no noten su ausencia, hemos puesto una réplica suya en el mundo de los humanos. Así nuestro secreto no volverá a correr peligro, a pesar de los intentos de su compañerita de celda. Adiós.
—¡No, espere! ¡No se vaya, sáqueme de acá! —suplicó Tali, pero al no recibir respuesta, se sentó en el suelo con lágrimas de bronca en sus ojos, sosteniendo su cabeza con sus manos. —Me voy a perder mi fiesta de quince… ¡Y todo por culpa de esa tarada fantasmagórica! ¡Tendríamos que haber dejado que se quede con Pedro! ¡Por lo menos tenía buena comida, y yo no estaría acá!
—No te preocupes, algo se nos va a ocurrir para salir de acá… las brujas podemos parecer malas al principio, pero después siempre aflojamos… —la consoló Úrsula.
—Más te vale, ¡porque sino te mato! ¡Maldito el día que descubrí esa estúpida bola de cristal!
Justo en ese momento Carola entró corriendo a su cuarto y se encontró con la réplica de Tali acostada en el suelo boca arriba, con los ojos excesivamente abiertos. Parecía como si se hubiese caído del susto, excepto por que estaba quieta y sin moverse.
—¿Qué hacés en el piso? —le preguntó.
Tali comenzó entonces a parpadear rápidamente, y unos segundos después se puso de pie. Si la escena de antes era tétrica, la actual era aún peor: Tali le estaba clavando la mirada a Carola y avanzaba hacia con ella lentamente con pasos largos y pesados.
—¿Qué pasa? ¿Por qué me mirás así? ¡Me estás asustando!
—¿En qué puedo ayudarte? —preguntó Tali con una voz casi robótica.
—¿Por qué hablás así, Tali? ¿Te sentís bien?
—Perfectamente.
—Bueno, no importa. Escuchá, Lucas tuvo una idea para convencer a Álvaro de que eche a María Julia. Vamos a… —comenzó Carola, pero Tali la interrumpió—: ¿Esa bruja que condenó a tu amiga al pozo?
—¿Qué? ¡Malena no está en un pozo! ¡Acabo de cruzármela!
—Ah, perdón.
—Bueno, escuchame, lo que vamos a hacer es ir todos juntos a insistirle ahora que está un poco más calmado, y cuando le contemos cómo nos trata María Julia, va a dejar que vuelva Soledad. O por lo menos va a conseguir a otra que no sea tan bicha. —Carola había dicho todo esto tan rápido que no le dio tiempo a la réplica de Tali de procesar las palabras. Esta se quedó mirándola varios segundos y luego inclinó su cabeza, inexpresiva y vacía, con sus ojos como platos. —Dejá de mirarme así y vamos, el resto de los chicos ya está allá, solamente faltás vos… —le dijo Carola asustada. Tomó a la que creía que era su amiga del brazo y caminaron juntas hasta casi el fondo del pasillo, donde las estaban esperando.
—¡Al fin! ¿Por qué tardaron tanto? —preguntó Mateo al verlas llegar.
—Nuestro debate interno es privado y no debe, bajo ninguna norma, ser de conocimiento público. —soltó Tali. Todos los chicos la miraron sorprendidos.
—¿Y a esta qué le pasa? Parece un robot y dice palabras que no sé qué significan —susurró Julián al oído de Carola.
—No sé, pero está muy rara. Me da miedo cómo me mira. ¿Le pasará algo? —contestó esta en voz baja.
—No te preocupes, debe estar queriendo llamar la atención solamente. Además mientras estés conmigo no te va a pasar nada malo, para algo soy tu novio.
—Gracias, Juli. Te quiero un montón.
—Yo también —respondió, ya en un tono de voz normal, y ambos se besaron.
—Eh, bueno… ¿Podemos dejarnos de cursiladas y hablar con Álvaro de una vez? —propuso Malena. El resto de los chicos apoyó su decisión y Lucas golpeó la puerta del cuarto. Unos segundos después Álvaro la abrió, pero al ver que eran ellos volvió a cerrarla de un portazo sin decir una palabra.
—¡Pará, Álvaro! ¿Podés dejar de ser tan chiquilín? ¡Tenemos que hablar con vos! ¡Es importante! —gritó Malena.
—No tengo nada que hablar con ustedes, váyanse ya mismo a sus cuartos —les ordenó Álvaro.
—¡Álvaro, la vieja amargada que elegiste como celadora es una bruja! ¡Nos hace la vida imposible! —se quejó Mentiritas.
—¡Sí, nos da de comer una pasta re rara que parece plasticola! —lo secundó Mateo.
—¡¿Podés abrir la puerta, Álvaro?! ¡Parecés un nene de cinco años encerrándote! —Por algún motivo las palabras de Lucas fueron suficiente para lograr que se abriera la puerta, pero desafortunadamente lograron incrementar considerablemente también la ira que Álvaro sentía. —Tienen treinta segundos. ¿Qué quieren?
—¡Que vuelva Soledad! —dijeron todos los chicos al mismo tiempo.
—¡NO!
—¡Entonces que se vaya la bruja de María Julia! —propuso Lucas.
—Mi tía no es ninguna bruja, lo que pasa es que ella los trata como lo que son: ¡Unos mentirosos! —declaró Álvaro.
—¡Ni siquiera Pedro me trataba tan mal! —comentó Laura, esperando que esa comparación pudiera ablandarle el corazón.
—¿Preferís volver con él? ¡¿Eh?! —le gritó Álvaro, agachándose y mirándola fijo. Laura se asustó y abrazó a Mentiritas; sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no lloró.
—¿Qué hacés? ¡Es chiquita! ¿Cómo la vas a tratar así, bestia? —le reprochó Lucas. Álvaro parecía un poco arrepentido, pero se esforzaba por hacerse el duro.
—Pero claro, Lucas, ¿cómo vamos a esperar que Álvaro piense en alguien que no sea él mismo? Si mirá la forma en la que trata a Laura, la chica más buena de todo el hogar —dijo Malena, y luego agregó—: Él no tiene sentimientos, nunca lo vamos a hacer cambiar de opinión.
—Tenés razón, Coco —contestó Lucas, pero con la mirada fija en Álvaro—. Es un tipo rico que armó todo esto solamente para robarle algo de plata a su abuela, nunca va a entender todo lo que nos pasa a los que somos pobres y huérfanos. No tiene caso, chicos; vámonos.
Los chicos bajaron hacia la sala principal mientras Álvaro, desde su cuarto, les gritaba.
—¡Yo no hice todo esto para robarle nada a nadie, lo hice para reclamar lo que es mío! ¡Ustedes son unos ingratos que me mintieron, no tengo por qué tenerles compasión ahora! ¡Ingratos! ¡Mentirosos!
—¿Qué hiciste, Lucas? La idea era seguir insistiendo, yo solamente dije eso para ofenderlo un poco. ¡No me tenías que seguir el juego! —le aclaró Malena una vez abajo.
—No te preocupes, Male… yo ya tengo un plan.
—¿Qué plan?
—No puedo decirlo todavía. Ocupémonos de sobrevivir a María Julia por unos días que después, cuando sea el día indicado, vamos a deshacernos de ella para siempre.
Malena pensó al principio en insistir, ya que no le gustaban para nada las intrigas, pero algo en la mirada de Lucas la convenció de que él estaba totalmente seguro de lo que decía; así que procedió a tomar la escoba y ponerse a barrer el comedor mientras María Julia le gritaba frases desmotivadoras. Las cuales, con algo de suerte, pronto terminarían.

1 comentario:

  1. muy bueno el capitulo, me encanto la confrontacion de los chicos con Alvaro

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¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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