Capítulo 22: Invierno



El invierno no había comenzado todavía para nadie. Si bien oficialmente ya era el día que se iniciaba, el clima aún no torturaba a nadie con ráfagas heladas ni lluvias de aguanieve. Simbólicamente tampoco era así, ya que las cosas estaban yendo bien casi para todos: María Julia ya casi no torturaba a los chicos, Úrsula y Tali ya comenzaban a olvidar sus días en el pozo de los tormentos, Lucas estaba comenzando a rencontrarse con su hermana, Soledad estaba más sonriente que nunca, y hasta Álvaro había llevado un televisor como forma de reconciliación con los chicos. Esto emocionaba a todos, pero principalmente a Mateo.
Se habían reunido en la sala de juegos ya que ahí iba a ser donde este televisor iba a ser instalado para que María Julia pudiese controlar fácilmente la cantidad de horas diarias que se dedicaban a ese “aparato de la perdición” como lo llamaba ella. Álvaro estaba terminando de conectar el último cable y Mateo, ansioso, fue el que presionó medio segundo después el botón de encendido.
—¡Funciona! —gritó mientras presionaba aceleradamente los botones del control remoto.
—¡Pará, Mateo! ¡Lo vas a romper! —se quejó Tali.
—¡Qué emoción! Yo nunca tuve un televisor cuando vivía con Pedro. ¿Qué vemos primero? —preguntó Laura.
—¡Los dibujitos! —propuso Mentiritas.
—¡No, el canal de música veamos! —dijo Úrsula en un intento por parecer una humana normal.
—Yo estoy con Úrsula, veamos el canal de música. ¡Seguro está Agustín Almeyda! —la apoyó Carola.
—¿Qué estás diciendo, amor? —dijo Julián—. Veamos el canal cultural. Escuché que están mostrando las exposiciones de los mejores museos del país.
—¡Eso es un embole! —se quejó Mateo mientras continuaba cambiando los canales sin dejar el control quiero ni por un segundo—. Vamos a ver lo que yo diga.
—¡Esperá! ¿Qué era eso? —preguntó de repente Lucas.
—¿Qué cosa? —Mateo no entendía nada.
—Me pareció ver a… ¿Ustedes vieron lo mismo? ¡Mateo, volvé atrás!
Mateo le hizo caso a Lucas y retrocedió algunos canales, entonces Lucas pudo comprobar que no estaba equivocado: ahí, en pleno canal de las noticias, había una foto de Malena que ocupaba casi toda la pantalla del televisor.
—¡Chicos, Malena! ¡Malena está en la televisión!
Debajo de Malena aparecieron las palabras “Accidente en el bosque”. El reportero del canal, un hombre con una voz de locutor de radio, hablaba sobre los sucesos que habían dado lugar hace ya tiempo entre Malena y su tía:
“El cuerpo de la mujer a la cual identificamos como Trinidad Cabrera fue hallado sin vida tras chocar contra otro vehículo cuyo propietario aún se desconoce. Su sobrina que viajaba con ella, Malena Cabrera, no ha sido encontrada y no hay pruebas de que haya resultado herida. Se cree que las dos señoritas Cabrera habían sido víctimas de un intento de secuestro y la menor logró escapar al bosque. La policía actualmente está buscándola en caso de que esto sea cierto, pero nada puede asegurarse de este extraño caso”.
—¿Cómo?
—¿Malena se perdió en el bosque?
—Por eso no venía a visitarnos… ¡La tía se la había querido llevar! ¡Estoy seguro! ¡Malena nunca nos haría eso!
Soledad corrió a apagar el televisor. —Chicos, no se preocupen, estoy segura de que Malena está bien. No es bueno que veamos esto. Como ya escucharon, la policía está buscándola, y seguro que en unos días vuelve a vivir con nosotros como siempre.
La que sorprendió a todos con su reacción fue María Julia. —¿Trinidad…? ¿Ella está…? —le costaba pronunciar las palabras y se dejó caer al suelo mientras se esforzaba por ocultar su llanto. Álvaro se acercó a consolarla. Soledad iba a hacer lo mismo, pero notó que Lucas salió corriendo de la sala como si no pudiera controlar lo que pasaba, así que corrió tras él.
—¡Lucas, esperá! ¡No te pongas así! ¡Malena va a estar bien! —le dijo una vez que llegaron a la sala principal.
—¿Cómo sabés, Soledad? —le preguntó él con la cara llena de lágrimas—. Estoy harto de que siempre que me salga una bien, otras diez me tenga que salir mal. ¿Por qué tiene que pasar esto? ¿No me merezco ser feliz como los demás?
—Lucas, sos un chico muy noble y solidario, nadie más que vos se merece ser feliz —le dijo Soledad compasiva, y luego agregó—: Vení conmigo. Creo que sé de algo que te va a hacer bien.
Subieron hasta el altillo de su cuarto y le presentó el caleidoscopio. Lucas siempre había tenido sus dudas al respecto, pero la situación actual lo superaba y ya no sabía a qué acudir. Soledad lo dejó a solas para darle algo de intimidad.
Al tomar el caleidoscopio y mirar por la pequeña ventanita a través de él, Lucas primero solo veía colores. Unos segundos después, los colores comenzaron a tener forma, y las formas comenzaron a visualizarse como personas, espacios, y objetos. Ya era casi como ver a través de una pantalla de cine.
Primero se vio a sí mismo caminando junto a otros cincuenta chicos de su edad, todos cargando una pesada bolsa en su espalda mientras cruzaban a través de un tenebroso bosque oscuro que parecía digno de una película de terror. El viento helado de invierno hacía que le duelan las rodillas. Una mano dorada bajó del cielo y comenzó a llevarse a varios de ellos. Lucas no podía ver hacia dónde iban, pero por algún motivo sabía que ese lugar era un bosque exactamente opuesto a este: era verde, de día, soleado, y con flores.
Siguió su camino varios metros más, y cada metro que pasaba la mano se llevaba otro chico hasta que quedaba él solo. Seguía caminando, pues sabía que en cualquier momento la mano iba a llevárselo a él también. Varios minutos después, su ilusión comenzaba a desvanecerse.
—¿Por qué a mí me deja acá? —se preguntaba entre lágrimas.
Ya harto de ser ignorado por la mano, lanzó la pesada bolsa al suelo y se dejó caer sobre la asquerosa tierra húmeda y fría. Inmediatamente después, una luz blanca apareció frente a él y dejó salir a una mujer vestida de blanco que Lucas reconoció como su mamá, pero en realidad era Soledad.
—¡Mamá! ¿Qué hacés acá? —le preguntó—. ¿O sos Soledad?
La mujer ignoró sus preguntas. —Lucas, no podés rendirte. ¿Nunca te dijeron que mientras más difícil es el camino, más grande es la recompensa?
—No sé si creo en eso. Estoy harto de ser quien soy.
—No pierdas la ilusión, Lucas. Si perdés la ilusión, te perdés a vos mismo, y entonces ahí sí que vas a estar vencido. Te esperan cosas tan buenas… sería una lástima.
—Es muy fácil decirlo, pero… ¿Por qué me tiene que tocar esto a mí? ¿Por qué la mano salvó a todos y a mí no? ¿Qué hice para merecer esto?
—¿Sabés? A veces no hay que preguntarse algunas cosas. Quizás no sea bueno saber tanto sobre nosotros mismos, quizás debamos dedicarnos únicamente a avanzar y aceptar lo que nos tocó. Apreciar lo bueno, sacarle el jugo a lo malo, y vivir con esperanza por mejorar. Hay quienes creen que cada vida está hecha a la medida de uno, y que nosotros fuimos los que la elegimos sabiendo que era perfecta para nosotros, con sus defectos y todo.
—Todo eso es muy lindo, pero no es verdad.
—Es verdad si lo creés. —Soledad extendió su brazo y señaló un árbol muy a la distancia. Lucas miró con atención y vio a una chica rubia de espaldas caminando.
Todo se volvió negro y dejó de ver por el caleidoscopio: ahora sabía que tarde o temprano iba a encontrar a su hermana. Su corazón se lo aseguraba.

Lucas ahora creía, y no había invierno que pudiera impedirle nada.

1 comentario:

  1. Me encanto el capitulo, espero que mañana subas como todos los Domingos :)



    Un abrazo:)
    Virginia (Anonimo)

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¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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