Capítulo 23: Buscando estrellas



Si el invierno se había hecho esperar durante el día, por la noche se encargó de que nadie dude de su presencia. Ni Malena ni Amir tenían un calendario a mano —aunque él aseguraba no necesitarlo, ya que siempre se jactaba se haber sido entrenado para medir el tiempo con exactitud, lo cual Malena había comprobado que era mentira o bien que no había puesto mucha atención en sus entrenamientos—; sin embargo, ninguno de los dos dudó esa noche de que el invierno ya había comenzado. El viento era tan frío que les hacía doler los oídos, les producía jaqueca, y les hacía sentir que no tenían sus dedos de tan congelados que estaban.
Malena había tenido que sufrir ya la noche invernal antes, en sus épocas viviendo bajo el puente cuando había escapado de la casa de su tía; pero para Amir, un supuesto príncipe mimado y consentido que solo conocía la palabra “frío” aplicada a refrigeradores y aires acondicionados, esta era una experiencia totalmente nueva y difícil de soportar, lo cual se veía perfectamente reflejado en su humor y sus tratos.
—No es normal que haga tanto frío. ¿Qué clase de país es este? ¡No es lugar apto para un príncipe! —se quejaba.
—No seas exagerado. Sí, hace mucho frío, pero con el tiempo te acostumbrás y no lo sufrís tanto —mintió Malena. Sabía perfectamente que ese tipo de cosas eran casi imposibles de evadir, pero en tiempos de crisis no podía evitar comportarse de forma contenedora con sus colegas; eso era algo en lo que coincidía con Lucas.
—Será para vos y tus amigos del Rincón de Luz. Los príncipes no estamos hechos para sufrir.
—Bueno, pará un poco, no te metas con mis amigos. Además, en Rincón de Luz no hace frío... tenemos calefacción.
—¿Y de qué te sirve tener calefacción allá si estamos en el medio del bosque? ¿Cómo hacías para sobrevivir cuando salías? ¿Te llevabas el calefactor en la mano? —se burló Amir.
—¡Pará un poco, principito de cuarta! ¿Quién te creés que sos? ¡Si tanto te molesta mi país y mi hogar, entonces andate de vuelta a tu reino o donde sea que vivas!
—¿Sabés qué? ¡Voy a hacer justamente eso! ¡Voy a volver a mi país y a mi palacio! ¡No tiene sentido que sigamos caminando juntos si vamos a dos lugares diferentes!
—¡Ja! ¡Sí, claro! —se burló Malena—. ¡Te llegás a quedar un minuto solo en este bosque y te comen vivo! Te recuerdo que acá no está ninguna de tus mucamas ni sirvientes. Esto es la vida real, principito.
—¡Yo soy el que está capacitado! ¡En mi palacio fui entrenado para adquirir técnicas de supervivencia para casos extremos como estos! ¡Vos sos la que no sobreviviría sin mí!
—Ah, ¿sí? ¿Y entonces por qué no te vas así no soy más un estorbo en tu viaje?
—¡Tenés razón! ¡Me voy ya mismo! ¡No quiero más ineptas incompetentes que me molesten y fastidien! ¡Chau! —exclamó furioso Amir y dio media vuelta, caminando a toda velocidad en la dirección contraria.
—¡Andate nomás! ¡Vas a volver llorando y de rodillas, idiota! —le gritó Malena, aunque en seguida se arrepintió.
Ella estaba más acostumbrada y tenía muchísima más maña para arreglársela en casos así, pero de todos modos era agradable tener a alguien como acompañante. Ahora estaba sola... y en la soledad todo se veía un poco más oscuro.

Mientras tanto, en el hogar, los chicos se estaban lavando los dientes antes de irse a dormir. Lucas, Julián, y Mateo estaban en el baño, cada uno parado frente a uno de los tres lavatorios, cepillándose.
La cena había sido mucho más silenciosa de lo normal. Desde que habían visto lo de Malena en televisión, nadie parecía tener ánimo para decir nada. Hasta Úrsula, quien casi no la conocía y quien siempre estaba hablando y moviéndose, ahora estaba más callada de lo normal. Lucas ni siquiera le había contado a sus amigos lo que había visto en el caleidoscopio, ni le había agradecido a Soledad por haberlo llevado allí.
—¿Ustedes creen que Malena esté bien? —preguntó Mateo con preocupación, rompiendo el silencio en el cual solo se oían los cepillos de dientes y gotas cayendo.
Lucas y Julián se miraron por un segundo. —Yo creo que sí, Matu. Ella sabe cuidarse sola —lo consoló Julián.
—Totalmente —añadió Lucas—. ¿O conocés a alguien más valiente que Malena? Bueno, además de conocerme a mí —bromeó, intentando levantarle el ánimo.
—Pero... ¿Y si le pasa algo? ¿Y si los policías no la encuentran nunca?
—Con la voz chillona que tiene Malena, seguro que la encuentran en cinco minutos. Diez, como máximo. —Lucas hizo una pausa para enjuagarse la boca—. En cualquier momento la encuentran y la traen acá; y ahora que su tía murió, va a volver a vivir con nosotros como en el verano.
—¿Me lo prometés, Lucas? —le pidió Mateo con tristeza.
—Te lo prometo.

Tanto caminar hacía que Malena durmiera mucho más temprano de lo que hubiera dormido estando en el hogar. Bueno, y además, en el medio del bosque no contaba con ningún reloj que le indicara cuándo era y cuándo no era momento de descansar; solo se regía por su cansancio. Se había recostado junto a un gran árbol que bloqueaba un poco el viento y, a pesar del frío, no le costó mucho conciliar el sueño.
Descansó profundamente unas cuatro horas, pero en medio de la noche oyó un gran ruido que la obligó a despertarse. Frente a ella había un animal no muy agradable, gruñendo, con sus ojos clavados en ella, y aparentemente dispuesto a devorarla viva.
Podía decirse que Malena era lo que se conoce como una chica valiente. Había sobrevivido a criarse sin una madre, a la pérdida de su padre, y posteriormente a vivir en la calle. En el colegio Malena se había enfrentado a adversidades que, si bien no eran tan graves como las otras, tampoco podía decirse que eran irrelevantes: las cosas que había sido obligada a soportar la habían obligado a endurecerse y a abandonar gestos y costumbres puramente exclusivas del género femenino, lo cual había generado una burla por parte de sus compañeros, pero Malena no era de las que se dejaban pasar por encima.
Desde su llegada al hogar había tenido miedo solo dos veces: la primera había sido cuando Pedro tenía atrapada a Soledad, y la segunda cuando el secreto de su identidad salió a la luz.
Ahora, sola en el medio del bosque, sin el único acompañante que había tenido, se veía cara a cara al peligro. En el medio de la noche y frente a ella, un lobo la miraba hambriento.
Pensó en una vez que había visto una película donde un hombre moría y veía pasar toda su vida en un segundo. El miedo dio lugar a la tristeza: ¿Qué clase de recuerdos iba a ver ella? ¿Su tía golpeándola? ¿Su padre muriendo? ¿Su primera noche sola viviendo en la calle? No. No podía permitir que la tristeza la lleve a la muerte. Se concentró y con el frío viento del invierno casi congelándola, miró directamente al cielo, a una estrella en particular que brillaba más el resto.

En el hogar, Lucas no podía dormir. Frente a Mateo se había mostrado valiente y seguro, pero no era más que una máscara: él estaba más asustado que todos los demás. Estaba recostado en su cama, con los ojos abiertos, pensando cómo combatir el insomnio y pidiéndole a Dios que Malena esté bien y regrese pronto al hogar.
—¿Tendrá frío? ¿Miedo? ¿Hambre? —susurraba en voz muy baja—. ¿Me extrañará?
Sin saber muy bien por qué, se volteó apoyando la cabeza de costado sobre su almohada y miró a través de la ventana cerrada el cielo: encontró una estrella que parecía tener un brillo particular, mucho mayor al resto. Era la misma estrella que Malena estaba mirando a kilómetros de distancia.

De repente Malena se sintió extrañamente esperanzada. Era como si la estrella la estuviera llenando de confianza, como si sembrara la luz en cada rincón de su corazón.
Totalmente segura de que nada malo iba a pasarle, se puso de pie y miró al lobo acercarse lentamente hacia ella.
—No tengas miedo. No te voy a lastimar, pero vos tampoco vas a lastimarme a mí —le dijo, casi sin pensarlo. Era como si las palabras salieran automáticamente de su boca sin poder hacer nada al respecto.
El lobo la miraba atento, como si comprendiera lo que decía.
—Nada malo va a pasarte, y a mí tampoco. Sos libre, y yo también —insistió de la misma manera.
Ambos se quedaron quietos por varios minutos. El lobo mirando a Malena, y Malena mirando a la estrella. Estaba tan concentrada que ya no tenía frío, y no recordaba el peligro que la rodeaba. Luego volvió en sí y miró a su alrededor: seguía haciendo frío, pero el lobo ya no estaba. Forzando el oído pudo escucharlo huir, en la distancia, con sus pasos cada vez más lejos y cada vez menos audibles.
Lo próximo que supo era que tenía mucho sueño y se había vuelto a recostar y a dormir. No había nadie cerca, pero se sentía acompañada, como si alguien invisible la hubiera estado acariciando.

Y en ese mismo instante, Lucas pudo volver a dormir también.

3 comentarios:

  1. Q lindo capitulo , me encanta tu blog y tu novela, :) sobre todo la pareja de Malena y Lucas!!!!!!!!!!!!!!

    Un abrazo : Virginia (Anonimo)

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  2. Increíble el capítulo!!
    me gustó mucho, Lucas al fin cree en la magia del caleidoscopio

    atte: Laura

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  3. Estoy ansiosa por ver el siguiente cap.!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    Re: Virginia(Anónimo)

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¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

Escrito por Fundador

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