Capítulo 27: La horrible verdad
14:29
| Publicadas por
Buscá la Luz
|
Podría decirse que elegir qué castigo utilizaría para uno de
los huérfanos era lo que más le gustaba a María Julia de su trabajo como
directora de un orfanato; y haber encontrado a Lucas, el más grande y el líder,
el que era prácticamente el centro de todos, metido en su oficina e intentando
robar un documento tan importante como era un legajo, merecía una condena que
iba a disfrutar en sentenciar mucho más que cualquier otra.
Podría decirse también que esta tendencia de María Julia por
ser tan reacia a la felicidad la había alejado de la mayoría de las personas, y
no solamente de los chicos. Entre su antipatía, su nada atractiva apariencia, y
su ligero desorden mental, María Julia prácticamente no tenía amigos, y mucho menos
pareja.
Cuando se había enterado de la muerte de quien había sido su
mejor amiga, Trinidad Cabrera, la tía de Malena, se había devastado. No tanto
por haber perdido una amiga, sino por haberse quedado completamente sola en el
mundo. Trinidad había sido la única persona que había soportado su para nada
agradable personalidad. Bueno, su exmarido también lo había hecho, pero a
comienzos del otoño había descubierto que eso había sido por un interés para
nada legítimo.
Desesperada y más sola que nunca, María Julia había
comenzado a intentar ser más simpática con los poco adultos que la rodeaban: su
sobrino Álvaro, y la celadora Soledad. Dos días después de haber recibido la
noticia de Trinidad, por la mañana, su vecino (el Dr. Caride, un prestigioso
abogado cuyos hijos, Sebastián y Luciana, habían declarado enemistad con los
chicos del hogar) se acercó a entregarle sus condolencias y María Julia sintió
por primera vez en mucho tiempo lo que era el cálido abrazo de un hombre
soltero (o divorciado o viudo, aún no había tenido oportunidad de averiguarlo).
Pasó gran parte de la mañana dialogando con el Dr. Caride y, desde ese momento,
cada vez que lo veía lo saludaba con una agradable sonrisa que le costaba
fingir.
Debido a esa repentina y oportuna relación, María Julia tuvo
una idea brillante: su castigo no tenía por qué ser únicamente divertido para
ella, las personas con las cuales les convenía hacer buena letra podían
disfrutarlo también. Así es como, dialogando con su nuevo amigo (y probable
futuro amante), decidió que el castigo de Lucas sería ayudar a ordenar y
limpiar la grande y lujosa residencia Caride.
Para Lucas, comenzar sus vacaciones de invierno ordenando
estantes y limpiando muebles de la casa donde vivían las dos personas que más
detestaba en el mundo no era ni de lejos su idea perfecta de comenzar a pasarla
bien, pero se consolaba a sí mismo siendo optimista: no solo las «vacaciones»
de invierno que había pasado anteriormente habían sido congelándose en la
calle, sino que además ahora tenía la oportunidad de reencontrarse con su
hermana y, aunque había fallado en el primer intento, iba a poder lograrlo más
adelante.
—Hola, Lucas. Pasá, sentite como en tu casa —le dijo con
calidez el Dr. Caride esa tarde cuando lo recibió. No era la primera vez que
Lucas había estado en esa casa, pero no quería recordar sus visitas anteriores:
habían sido una peor que otra—. ¿Querés un té o algo?
—No, gracias —murmuró Lucas con desinterés, pero sin perder
la cordialidad—. Prefiero directamente ponerme a trabajar así termino cuanto
antes.
—¿Seguro? No hay ningún problema.
Lucas no podía comprender cómo Sebastián y Luciana, los
seres más odiosos que conocía, podían tener un padre tan agradable. A él le
hubiera encantado ser hijo del Dr. Caride.
—Seguro.
Le entregó un trapo y un producto de limpieza, y le fue
indicando los muebles que debía limpiar. Lucas lo hizo con cuidado pero también
con prisa. Quería regresar al hogar, pero no quería meterse en más problemas.
Agradeció que ni Sebastián ni Luciana estén presentes. Con sus burlas,
seguramente las cosas iban a empeorar mucho.
Pasó aproximadamente una hora y media limpiando la cocina y
dos de los cuartos de huéspedes. Nunca había visto tantos cuartos aparentemente
sin uso. Ni siquiera estaba seguro de que el hogar fuera tan grande. Pero su
sorpresa no había llegado a su máximo nivel hasta tener que limpiar el cuarto
de Sebastián: era mucho más grande que el cuarto que Lucas compartía con otras
tres personas más (cuatro contando a Malena) en el hogar. ¿Para qué quería
Sebastián tanto espacio? Tenía tres camas, una de ellas más grande que las
demás; dos armarios; un gran equipo de música; varios sillones; y el televisor
más grande que Lucas hubiera visto jamás. Era excesivo.
Afortunadamente no tenía que limpiar todo su cuarto: era
enorme, eso le hubiera tomado toda la tarde. Su único trabajo era hacer la cama
que usaba Sebastián para dormir, la cual estaba toda desarmada y parecía haber
sido víctima de un tornado.
Casi sin energías, comenzó a arreglar las sábanas y el
colchón. Con acomodar un poco todo iba a bastar, no era necesario hacer la cama
desde cero. Lucas había aprendido que esa clase de trucos eran muy útiles para
prácticamente todo en la vida.
En su apuro por terminar, la almohada se le cayó al suelo.
Cuando la levantó, vio que un sobre había caído de dentro de ella. Lo tomó y
comenzó a leer sin poder creer lo que sus ojos le mostraban:
«Lucas:
Gracias por el legajo. Ahora que lo quemaste necesito que me vengas a
buscar esta misma noche en las afueras de la ciudad. Te dejo la dirección en un
papelito en el sobre. Vení a las tres de la madrugada y no le digas a nadie.
Te quiere,
Lucia.
Te quiere,
Lucia.
PD: Vení solo, y de esto no se tiene que enterar nadie»
¿Qué hacía Sebastián con una de las cartas de su hermana?
Lucas era un chico inteligente y no le tomó mucho tiempo asociar las ideas en
su cabeza. Lucía no se había contactado con él, no lo había encontrado.
En ese momento Sebastián ingresó a su cuarto de muy mal
humor.
—¿Qué hacés vos en mi cuarto, mugroso? ¡Me vas a ensuciar
todo!
—¡¿Qué hacés vos con esto?! —lo enfrentó Lucas con una
mezcla de ira y tristeza, acercándose.
Sebastián miró el sobre de repente con temor. Era como si lo
hubieran encontrado desnudo. —¿Qué? ¡¿Estuviste revisando mis cosas?!
—¡Callate y respondeme!
—¿O me callo o te respondo? —preguntó burlón.
—¡Con mi hermana no te metés, gil!
Lucas lanzó a Sebastián al suelo y ambos comenzaron a
golpearse exclamando una serie de insultos, los cuales fueron acallados
únicamente por Caride, quien ingresó y los separó a toda velocidad.
—¡¿Qué pasa acá?! ¡¿Qué son, animales?! ¡¿Por qué se están
peleando?!
—¿Quiere saber por qué? ¡Acá tiene su por qué! —exclamó
Lucas, totalmente rojo de ira, entregándole la carta a Caride—. Encontré esto
entre las cosas de su hijo, que él le explique por qué juega con cosas tan
importantes de la vida de los demás.
—¿Qué es esto? —preguntó Caride a su hijo luego de leer la
carta.
—No sé, papá. Lucas se volvió loco, trajo eso de su lugar de
roñosos y me quiere culpar a mí. No sé qué le pasa.
—¡Dejá de mentir! ¡Eso lo encontré en tu cama, basura!
—¡Bueno, basta! Lucas, andate a tu casa, ya limpiaste
suficiente. Y vos, Sebastián... ya vamos a hablar.
El Dr. Caride fue el primero en retirarse. Le siguió Lucas
quien, antes de cerrar con un portazo, le dedicó una última mirada de odio y
desesperanza a quien oficialmente iba a ser su enemigo para toda la vida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(Atom)
¿Qué es "Buscá la luz"?
"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.
En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.
Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.
Escrito por Fundador
Lo sabía!
ResponderEliminarsabía q lo de Lucía era una trampa, buenísimo el capítulo, espero el siguiente
Jo, que penita lo de Lucas, ojalá que Male venga ya y que empiecen los celos ja ja ja!!
ResponderEliminar