Capítulo 30: Hogar, dulce hogar (Final de temporada II)




Ya había amanecido y Lucas aún seguía en el pequeño cuarto del caleidoscopio. La noche anterior había ido allí después de la cena y se había recostado entre los almohadones. Las velas perfumadas lo ayudaron a relajarse y, siendo iluminado por los destellos de luz lunar que ingresaban por la pequeña ventanita, fue cediendo al sueño hasta quedarse plácidamente dormido. La luz del sol lo despertó muy temprano. Para ser invierno, el día estaba demasiado despejado. Recordaba perfectamente qué día era hoy: el cumpleaños de Malena.

El altillo quedaba justo encima del cuarto de Soledad, por lo cual Lucas decidió esperar a que se haga un poco más tarde antes de bajar; no quería despertarla.


Para pasar el tiempo mientras esperaba, y obedeciendo al mismo tiempo una gran necesidad interna que nacía de él, tomó el caleidoscopio y miró por él a través de la luz de le proveía la pequeña ventana circular. Últimamente venía seguido a este lugar; sus visitas al caleidoscopio habían formado parte de una pequeña rutina. A diferencia de todas las veces anteriores, ahora el caleidoscopio no mostraba imágenes coloridas y vivas, sino que se solo abandonaba la escala de grises para mostrar los colores más apagados y menos saturados que existían.

Lucas vio al hogar. Era como si estuviera recorriéndolo volando, pero no se podía ver a sí mismo. Vio su cuarto, el cuarto de las chicas, el gran pasillo, el cuarto de Álvaro, el cuarto de Soledad, el altillo, la sala de juegos, la cocina, el comedor, y finalizó en la sala principal. Allí, de repente, pudo ver cómo en la ventana la luz comenzaba a desaparecer. El día soleado (que a pesar de ser soleado, se lo veía muy apagado) pasó a ser invadido por una oscurísima tormenta. Los truenos hacían retumbar el suelo y las nubes dejaban caer granizos tan grandes como una pelota de tenis. La velocidad con la que estos caían era tan fuerte que tiraban abajo la mayoría de las ramas de los árboles, convirtiendo el patio en un enorme pantano de plantas muertas y granizo. Su fuerza era tan grande que incluso llegó a atravesar los vidrios de las ventanas. Pocos segundos después, ya ni siquiera podía verse la alfombra del hogar; en su lugar, había cristales rotos y granizo derritiéndose y moviéndose debido a las fuertes vibraciones.

Pero de repente todo volvía a calmarse. La puerta principal se abría, y de allí enervaba una enorme luz brillante, que comenzaba invadiendo la sala principal, pero terminaba por iluminar la casa completa.
—Lucas... —le dijo una voz. De repente Lucas abandonó el caleidoscopio y volvió su mente al altillo—. Lucas, ¿qué hacías acá? Te buscamos por todos lados con Soledad.
Álvaro había subido por la pequeña escalera.
—Vine anoche y me quedé dormido... ¿Qué pasó?
—Necesito que bajes. Ya sé que es temprano, pero María Julia tiene un anuncio importante que hacerles. El resto de los chicos ya están allá, te estamos esperando a vos.
Sin cruzar más palabra bajaron juntos a la sala principal. Julián y Mateo lo invitaron a sentarse junto a ellos. Todos se habían relajado en el suelo, cansados, habiendo dormido poco, pero enseguida María Julia les pidió que se pongan de pie.
—¿Era necesario reunirnos tan temprano? ¿Qué es ese anuncio tan importante que no puede esperar hasta una hora decente? —se quejó Úrsula.
—¿Le pasó algo a Malena? —preguntó Lucas con preocupación.
Clarita había llamado a Soledad la noche anterior para darle la buena noticia sobre Malena, pero Soledad había escuchado el mensaje de voz esta mañana. Junto con Álvaro y María Julia decidieron sorprender a los chicos con su regreso, sin avisarles previamente.
—Esto no tiene nada que ver con Malena —sentenció la oscura, aunque ya no tan oscura, directora del hogar—. Adelante, por favor —le indicó a Caride mientras abría la puerta. Este ingresó desde el patio delantero hasta la sala principal, y para sorpresa de los chicos, no estaba solo: detrás suyo venía Sebastián, con su peor cara, y vestido con el uniforme del hogar.
—¿Qué significa esto? —preguntó Julián.
—Con el Dr. Caride llegamos a un acuerdo esta mañana. Debido al mal comportamiento que tuvo su hijo Sebastián con uno de ustedes, por hechos que no creemos que haga falta recordar... —comenzó a explicar María Julia lentamente, pero el Dr. Caride la interrumpió, impaciente y algo enfadado.
—...por el pésimo comportamiento de mi hijo, decidimos en conjunto con Majula que lo mejor va a ser que pase el resto del año viviendo acá.
Se oyó un «¡¿Qué?!» general en los chicos. Estaba claro que no solo era algo inesperado, sino que además la idea parecía más un castigo para ellos que para él.
—Pero... ¡¿Qué clase de castigo es ese?! —gritó Lucas, indignado—. ¡¿Encima de lo que me hizo ahora voy a tener que verle la cara todos los días?! ¡¿Vamos a tener que dormir en el mismo cuarto?!
—Con el Dr. Caride creemos que llevar la vida que llevan ustedes, conviviendo como conviven ustedes, va a ser muy útil para que Sebastián aprenda a valorar y respetar la vida del huérfano —explicó con calma María Julia—. Sería, básicamente, ponerse en sus zapatos.
—¡Álvaro! ¡Soledad! ¡No pueden hacerme esto! —Lucas parecía muy agitado.
—¡Eso! ¡Ninguno de nosotros quiere tener que soportar a Sebastián! ¡Que lo manden a otro orfanato! —Julián no se quedaba atrás.
—Ni se molesten en intentar convencerlos. Álvaro y Soledad dieron su completo apoyo a la propuesta —anunció María Julia—. Además, no podemos enviarlo a cualquier orfanato; no podemos dejar pasar por alto el hecho de que Sebastián va a seguir teniendo un padre y una hermana, y va a querer y poder verlos regularmente. Teniendo en cuenta que nosotros estamos a tan solo unos pasos de distancia, este es el lugar más adecuado.
Un silencio de disconformidad dominó las bocas de cada uno de los chicos. Su padre se retiró, y entonces Sebastián se acercó hasta sus nuevos compañeros y les susurró—: Saluden al nuevo, mugrosos. Prepárense para que convierta el resto del año en un infierno para ustedes.


Mucho más tarde ese día, durante el atardecer, alguien había tocado la puerta y Soledad fue a atender. No se sorprendió, pues ya sabía quién la estaba esperando, pero no pudo evitar abrazar con muchas ganas a su mejor amiga Clarita. Aunque, para sorpresa suya, ni Malena ni su nuevo amigo estaban con ella.
En ese mismo momento, Lucas estaba en su cuarto con Julián y Mateo. Mentiritas también estaba, pero no hablaba: intentaba dormir en su cama.
—¿De verdad iba a pasar esto? Parece una broma de mal gusto —se quejaba Lucas, sentado sobre su cama junto a sus dos mejores amigos.
—Sí, la verdad que es insoportable ese chico —comentaba Mateo.
Julián, por su parte, era el más optimista de los tres. —Bueno, tratemos de verle el lado bueno... por lo menos hoy casi ni nos dimos cuenta de que estaba acá.
—Eso es porque estuvo toda la tarde en la entrevista con María Julia —explicó Mateo.
—Para mí que todo esto en realidad es una conspiración de Caride para no tener que soportarlo él —opinó Lucas, y luego agregó—: Igual no voy a dejar que todo siga así. A la primera mala que me quiera hacer, le encajo una piña.
—No seas tan violento, Lucas —intentaba calmarlo Julián.
—Para mí que Sebastián es en realidad un informante de Caride y su otra hija —dijo Mentiritas, sentándose en su cama de repente—. ¡Les va a pasar información para poder destruir el hogar desde adentro!
—Me parece un poco exagerado eso ya, pero igual es un buen punto.
En ese momento Soledad ingresó al cuarto.
—Chicos, bajen un segundo a la sala principal, hay algo que...
—¿Otra reunión más? ¿Qué pasa ahora? ¿Nos van a decir que Luciana también va a entrar al hogar? ¿Los dos hermanitos Caride van a convivir con nosotros? —se quejó Lucas, interrumpiéndola.
—No, no es eso. Es una buena noticia, bajen. Los cuatro.
Todos descendieron y, al igual que por la mañana, se habían tenido que juntar en la sala principal, de cara a la puerta, esta vez con Soledad frente a ella, como protegiéndola. Junto a ella, Clarita.
—¿Quién es esa? —preguntó despectivamente Tali.
—¡Clarita! —gritó Mentiritas, y corrió a abrazarla.
—¡Eze, qué grande estás! ¡Los chicos te mandan muchos cariños!
—«Esa» es mi mejor amiga —explicó Soledad—, así que más respeto con ella. Pero no es a ella a quien quiero presentarles.
—¿Entonces a quién?
—Sé que me van a querer matar por no haberles dicho esto antes, pero quería que sea una sorpresa. Me enteré anoche... y finalmente llegó. El hogar por fin vuelve a estar completo —les dijo. Sin darles tiempo a responder, abrió la puerta, y por ella ingresó la persona que habían extrañado más durante las últimas semanas. Con ropa ajena al hogar, limpia, y descansada, Malena ingresaba con emoción al lugar al que había estado extrañando por tanto tiempo.
—¡Malena! —gritaron todos, y corrieron a abrazarla. La llenaron de preguntas que apenas pudo procesar. «¿Estás bien?» «¿Cómo sobreviviste?» «¿Qué te pasó?» «¡Feliz cumpleaños!» «¡Nos estábamos volviendo locos!» «¿Por qué no avisaron que la policía ya te había encontrado?»
—Chicos, chicos... ¡Déjenla respirar! —les pidió Soledad con una amplia sonrisa—. La policía acaba de enterarse, por eso no salió en televisión.
—Y no me encontró la policía, yo encontré a Clarita... pero eso no importa. ¡Por fin estoy de vuelta con ustedes! ¡Los extrañaba muchísimo! ¡Este es el mejor regalo de cumpleaños que podría tener!
Las preguntas siguieron invadiéndola, así que Malena tuvo que interrumpirlas todas con un anuncio. Pidió que la esperaran y regresó de nuevo al patio delantero. Allí, solo e incómodo, Amir estaba esperándola.
—Entremos... ¡Este lugar te va a encantar! —lo invitó.
—No sé... ¿Y si me traicionan? Muchos de los sirvientes de mis padres nos traicionaron muchas veces... ¿Cómo sé que ellos no van a hacer lo mismo? No puedo evitar sentir miedo.
—Las personas que están acá no fueron contratadas, son mis amigos, y yo pongo las manos en el fuego por ellos.
Amir no parecía muy convencido.
—Aunque bueno... quizás te lleve un tiempo confiar en ellos. Podemos mentirles, como a Clarita. Vamos a decirles que te encontré en el bosque y no te acordás de nada... bueno, de casi nada.
—¿Ni siquiera a Lucas le vamos a decir la verdad? —inquirió Amir con cierta simpatía difícil de descifrar.
—No, ni siquiera a Lucas —contestó Malena después de un momento. A Amir le pareció que se había ruborizado un poco—. Dale, entremos.
Ingresaron juntos, y los ojos de todos se fijaron en el chico que estaba junto a Malena.
—Chicos, chicas, Álvaro, Soledad... les presento a Amir. Es mi amigo, lo encontré en el bosque y no se acuerda de nada.
Por un momento nadie dijo nada, solo se dedicaron a mirarlo.
—Bienvenido a Rincón de Luz, Amir —lo saludó Soledad.
—¿Y si no se acuerda de nada cómo sabés su nombre? —cuestionó Lucas.
—Bueno... de algunas cosas sí se acuerda. De su nombre y de su edad... ¡Ah! y de que es huérfano. Por eso desde hoy va a vivir con nosotros —explicó Malena.
—Bueno... quedarse a vivir con nosotros no sé —intervino Álvaro—. Desde que te fuiste pasaron muchas cosas... ya no es todo como antes.
Malena notó entonces que Sebastián estaba entre los chicos y comprendió que Álvaro decía la verdad, pero le restó importancia.
—No te preocupes, Amir. Con Álvaro nos vamos a encargar —lo tranquilizó Soledad—. Considerá que ya estás en tu casa.
—¿Solo en el bosque y huérfano? ¡Pobrecito! ¡Debés haberla pasado re mal! —dijo Laura con empatía.
—¡¿Cómo te atrevés?! —la enfrentó a Amir dando un paso adelante, considerando su lástima como un gesto de violencia.
—¡Ja! ¡Qué gracioso! Es un chiste que siempre hacemos... —explicó Malena, pero al ver que nadie parecía demasiado convencido, decidió cambiar de tema—. ¿Y si vamos a cenar? ¡Tenemos hambre! El bosque nos dejó un poco débiles...
—Justo estábamos por hacer la cena. Mientras tanto vayan cambiándose. Amir, andá con Álvaro que él te va a dar un uniforme que te quede bien —dijo Soledad.
Y eso hicieron. Para Malena, iba a ser poder volver a cenar en el único lugar en el que quería comer, con la gente que más quería en el mundo.
Para Amir, fue sentirse de repente a salvo, como si las paredes de ese hogar inspiraran cierto aire de confianza y tranquilidad.

Y por último, para Lucas, fue como si le regresara el alma al cuerpo. No se había dado cuenta hasta ese momento de lo mucho que necesitaba a Malena en su vida. Y de repente, casi sin darse cuenta, pensó que quizás tener que soportar a Sebastián iba a valer la pena con ella a su lado.

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"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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