Capítulo 10: Noche en paz
18:16
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Buscá la Luz
|
Luego de cenar,
cuando todos los chicos ya estaban en sus camas, Soledad había ido
al baño para cepillarse los dientes antes de limpiar la mesa y dormir. Cuando
regresó al comedor para levantar los platos, se llevó una gran sorpresa: no
solo la mesa estaba limpia, sino que además habían velas encendidas y dos
platos, uno frente al otro, decorados como los que aparecían en las revistas de
cocina gourmet.
—¿Y
esto? —preguntó con humilde sorpresa mientras se acercaba a Álvaro, quien
estaba poniéndose de pie.
—Como no tenemos
tiempo para salir nunca, decidí traer nuestra cena al lugar de trabajo. ¿Qué
te parece?
—Me parece…
hermoso, Álvaro. No me lo esperaba. ¿Cómo hiciste todo esto? No sabía que tenías
tanto talento en las comidas.
—Bueno… la
verdad es que recibí un poco de ayuda profesional, pero eso no importa. Lo
importante es que por fin, después de tantos intentos fallidos, podemos estar
solos.
—Sí…
solos —repitió Soledad, pensativa y preocupada. Estaba en una cena con un Del
Solar.
—¿No te
parece genial? Silencio, velas, comida, sin chicos que griten, que corran, que
molesten… nosotros en soledad… y con Soledad.
—Sí —rió.
—En realidad a mí me gusta estar con los chicos.
—¿Y
conmigo no te gusta estar? —preguntó Álvaro acercándose a ella.
—Con vos… sí,
con vos también.
Sus bocas estaban
a tan solo unos centímetros de distancia. Soledad podía oler el
perfume importado que Álvaro se había puesto probablemente tan solo unos minutos
antes. El tiempo se detuvo, hasta que ella misma se encargó de volver a hacerlo
andar.
—Nos sentamos a
comer que se enfría, ¿dale? —lo interrumpió.
Durante la cena
hablaron de sus gustos, sus situaciones, sus vidas. Soledad tuvo especial
cuidado en ahorrar detalles de su vida privada que pudieran contar más de
lo que Álvaro debía saber.
—Pasé los últimos
años en el granero con Mentiritas y los otros chicos. Nos gusta mucho vivir ahí.
—¿Y por
qué dejaste todo para venir acá entonces?
—Necesitaba un
cambio… sentía que mi ciclo ahí ya había terminado,
aunque eso no quiere decir que no vaya a regresar nunca.
—¿Qué
querés decir con eso? ¿Que un día vas a renunciar a tu trabajo como celadora de
Rincón de Luz y vas a volver a vivir allá? ¿Vas a abandonar a los chicos?
—¿Qué?
No. No dije eso… o sí, pero todavía falta mucho. Igualmente yo a los chicos
nunca los voy a abandonar, a lo sumo los veré con menos frecuencia.
—¿Ah, sí?
¿Cuándo fue la última vez que viste a uno de los chicos de allá? Que no sea
Mentiritas —la desafió Álvaro.
—Bueno…
estuve muy ocupada, no los veo desde la última vez que viajé. Pero sin embargo
hablo con ellos casi todos los días por teléfono. Jamás perdimos contacto.
—No es lo mismo.
No hagas eso, no los abandones. No nos
abandones.
—¿«Nos»?
—Sí, «nos».
Yo también te necesito, Soledad. Mucho más de lo que vos pensás.
—¿Estás
segura de que querés hacer esto? Una vez que des el paso, ya no hay vuelta atrás.
Mentiritas y Laura
descendían por las escaleras del hogar, lado a lado,
vestidos con ropa para dormir, dando pasos lentos y temerosos.
—Es Soledad. No se
va a enojar… —dijo Laura, y luego agregó—: o eso espero.
—A lo mejor sí,
pero va a ser por estar despiertos tan tarde. ¿No preferís decírselo mañana a
la mañana?
—No, esto no puede
esperar. Tengo que hacerlo ya, antes de que me arrepienta.
Ambos caminaron
hacia el comedor, pues sabían que Soledad seguramente esté allí cenando,
pero no se atrevieron a dar un paso más cuando vieron lo que sucedía.
—¿Qué
le está haciendo Álvaro a Soledad? —susurró Laura con miedo.
—Lo está… se
está… ellos están… besan…
Antes de que
pudiera terminar de hablar, Lucas lo interrumpió.
—Mentiritas, ¿qué
hacés que no estás en la cama? Pensé que te habías perdido y… —dijo. Mentiritas
se asustó, pues estaba seguro de no haber despertado a nadie en el cuarto
cuando huyó. Lucas, sin poder terminar la frase, se quedó en silencio
contemplando con una expresión indescriptible lo que sucedía en el comedor.
—¡Álvaro!
—gritó entonces.
En ese momento, Álvaro
y Soledad dejaron de besarse, sorprendidos.
—¡Lucas!
¡Ezequiel! ¡Laura! ¿Qué están haciendo acá tan tarde? —preguntó Soledad
preocupada.
—¡Eso! ¿Qué
hacen tan tarde? ¡Váyanse a dormir! ¡¿No ven que estamos ocupados?!
—Sole, ¿Álvaro
y vos son novios? —preguntó Laura con inocencia.
—¿Qué
significa esto? —añadió Lucas.
—Significa que…
—comenzó Soledad.
—¡Significa
que se van a dormir todos y que es muy tarde! ¡Ya! ¡Chau! ¡Arriba todo el
mundo! —los despachó Álvaro, pero Laura insistió.
—¡Tengo
que hablar con Soledad sí o sí ahora!
—¡Está
ocupada! ¿No ves? Andá a dormir, Laura. Mañana hablan.
—¡Pero
tiene que ser ahora! Soledad, es importante. De verdad.
—Álvaro,
dejala. Mañana seguimos con nuestra charla —le pidió Soledad.
—Pero… Está
bien, como vos digas. ¡Ni una noche en paz podemos tener! No puede ser…
Laura esperó a
que todos hayan subido para empezar a hablar.
—Bueno, ¿qué
es eso tan importante que tenías que decirme? ¿No te habrás enojado por lo que
viste? —Soledad sonrió.
—No, no es eso… es
otra cosa.
—¿Qué
pasó?
—Quiero que me
ayudes a encontrar a mi mamá.
—¿A tu
mamá? Pero, Laura… ¿vos no me dijiste que eras huérfana?
—Sí, ya
sé que te dije eso… pero te mentí. Perdón —Laura miró sus pies descalzos,
incapaz de sostenerle la mirada a Soledad.
—A ver… vení
—Soledad sentó a Laura sobre su regazo—. ¿Por qué dijiste una mentira? Si vos
sabés que a mí podés decirme toda la verdad.
—Sí, ya
lo sé… pero tenía miedo. No quería que me lleven con Pedro, ni con nadie más.
Yo quería estar con Mentiritas, quería estar acá… esta es mi casa.
—Está
bien, te entiendo. Pero lo que hiciste estuvo mal, no hay que decir mentiras.
Sino te vamos a tener que empezar a poner apodos como a Eze.
—Te prometo que no
te voy a mentir nunca más, pero necesito que me ayudes a buscarla.
—Por supuesto que
te voy a ayudar. Contame, ¿qué te acordás de ella?
—No me acuerdo de
nada, pero sé que se llama Juana Velasco. Vivía cerca de acá
cuando Pedro me tenía encerrada. Lo sé porque me lo contó la señora de los
gatos.
—¿Quién?
—No importa… pero
lo sé. Ella no me quiso abandonar, Pedro me robó. Y después la asustó mucho,
hasta que en el verano mi mamá tuvo miedo y se fue… pero no sé a dónde. Eso es
lo que necesito que me ayudes a averiguar.
—Está
bien, pero ahora es tarde. Hagamos una cosa: vos ahora andate a dormir, y yo te
prometo que mañana a primera hora me pongo a mover mis contactos para ver qué
puedo encontrar, ¿sí?
—Está
bien.
—Buenas noches,
Laurita. Y gracias por confiar en mí.
—De nada —dijo
Laura—. Ah, Soledad… otra cosa: necesito que no le cuentes a Álvaro
ni a María Julia que mentí.
—Laura, no puedo
hacer eso. Pongo en riesgo muchas cosas.
—Es que si les decís se
van a enojar conmigo y me van a echar. Por favor.
—Vos quedate
tranquila. Yo no voy a permitir que te echen de ningún
lado, ¿estamos de acuerdo?
—Está bien…
creo en vos.
Aviso: Por favor perdonen si no hago a tiempo de responder comentarios o seguir sus blogs :( estoy con muchísimas ocupaciones ahora que empecé las clases (acá en Arg empezamos en marzo/abril) pero prometo ponerme al día apenas tenga algo de tiempo. Gracias por seguir leyendo! Son geniales! :)
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¿Qué es "Buscá la luz"?
"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.
En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.
Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.
Escrito por Fundador
:O
ResponderEliminarAlvaro y Sole juntos <3
La verdad Alvaro siempre me pareció encantador a su manera
Álvaro y Sole<3
ResponderEliminarComo amo a Laura! Es tan inocente! Y Álvaro...jaja no quería que le interrumpieran con Sole O_o
Alvaro y Solee!!
ResponderEliminarMás lindoss:D
Me encantó el capítulo!! Finalmente Álvaro y Sole se besaron:)
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