Capítulo 17: Los amores del príncipe
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Buscá la Luz
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Cuando Sebastián
supo que iba a pasar varios meses viviendo en un orfanato, conviviendo con
mugrosos sin padres, y teniendo que adaptarse a sus reglas, por su mente pasó
un único pensamiento: venganza.
Sí,
Sebastián siempre se manejaba con la venganza. Había sido así siempre, y no tenía
ninguna intención de abandonar el hábito. Cuando tenía cuatro años, su maestra
jardinera lo reprimió por gritar una grosería; esa misma mañana se encargó de
hacer desaparecer su bolso en el arenero del patio. Siendo más grande, a la
edad de nueve años, su hermana mayor no le prestó uno de sus videojuegos
favoritos; el mismo apareció destrozado en dos partes esa misma noche. Ahora, a
sus trece años, y teniendo que soportar el peor de sus castigos, no iba a ser
la excepción.
Desde el primer día en
Rincón de Luz sabía que su venganza iba a estar dirigida principalmente a
Lucas, y en el poco tiempo que lo conocía había logrado descubrir muy bien sus
puntos débiles: sus amigos, sus intereses amorosos, y principalmente su hermana
menor perdida. Sabía también que si su padre se enterase de su mal
comportamiento, su condena en el hogar muy probablemente deba ser extendida por
un período de tiempo mucho mayor, así que hizo lo que más le gustaba hacer:
vengarse en silencio. La única persona que debía conocer sus intenciones era su
victimario (en este caso Lucas), mientras que el resto (principalmente las
personas importantes como su padre y María Julia) debía creer que estaba
logrando «avances» en la convivencia con los menos afortunados.
Sin embargo, las
cosas empezaban a complicarse para él: los insultos hacia Lucas,
las provocaciones, las peleas… todo eso cada vez parecía afectarle menos. De
alguna forma era como si Lucas se hubiese acostumbrado a que Sebastián esté a su lado todo el tiempo.
Por eso Sebastián tuvo que conseguir un aliado: Amir.
El chico nuevo que desagradaba tanto a Lucas era su cómplice perfecto: no solo era sumamente reservado, sino que además, por lo que pudo observar, era sumamente inteligente y astuto.
El chico nuevo que desagradaba tanto a Lucas era su cómplice perfecto: no solo era sumamente reservado, sino que además, por lo que pudo observar, era sumamente inteligente y astuto.
Esa tarde decidió que
era momento de poner en acción el plan que había estado ideando los días
anteriores, mientras sentía cómo su poder de irritación sobre Lucas disminuía
cada vez más. Reunió a Amir en el cuarto que ambos compartían con el resto de
los chicos y, estando a solas y bajando la voz, le contó los detalles de su
plan; pero para desgracia suya, Amir no era tan dócil como suponía:
—No. No puedo
hacer eso.
—¿Qué? ¿Por
qué no? Lucas te odia.
Amir hizo una
pausa antes de responder. Caminó hacia su cama y no dijo una palabra hasta que
no se sentó sobre ella. Sebastián lo miraba desde el centro del cuarto, de pie,
con sus brazos cruzados de forma arrogante.
—No me odia.
Simplemente no le gusto.
—Se pasa todo el día
hablándole mal de vos a tu amiga Malena. ¿No te parece que ya es tiempo de que
te hagas respetar?
—¡A mí
se me respeta por naturaleza, soy un…! —Amir iba a decir «príncipe», pero se
contuvo justo a tiempo.
—…un
idiota sos si no hacés nada —completó su frase Sebastián, dando un paso
adelante.
—Por mí que
Lucas haga lo que quiera, no me afecta. Yo no puedo hacer nada en su contra,
Malena se molestaría mucho conmigo.
—¿Y a
vos qué te importa lo que piense Malena?
—Es mi amiga
—espetó Amir con firmeza.
—Bueno, ella no
tiene por qué enterarse que me ayudaste…
—Te dije que no
voy a hacerle nada a Lucas —dijo Amir, esta vez poniéndose
de pie.
La mirada de
Sebastián reflejó decepción y enojo casi al mismo
tiempo.
—Hacé como
quieras, Amir. Vos te estás confundiendo —le dijo, y cruzó la puerta que daba
al pasillo, chocándose con Malena. —¿Qué hacías vos acá? ¿Nos estabas espiando?
—preguntó al verla.
—No, estaba
buscando a Amir, pero no quería interrumpirlos. Lamentablemente tuve que
escuchar lo que decían. ¡Dejá de querer meterlo a él en tus cosas! ¡Amir no es
una arpía como vos!
—Tenés razón,
Amir y yo somos muy diferentes: él es débil. Correte —dijo Sebastián, y empujó
a Malena para irse. Esta cerró la puerta y avanzó lentamente hacia Amir.
—Gracias por no
ayudarlo. Eso habla muy bien de vos.
—¿Nunca
pensás en los días que estuvimos en el bosque?
—Casi nunca, ¿por
qué? —preguntó Malena algo sorprendida.
—No, por nada. ¿No lo
extrañás?
—¿Extrañarlo?
Amir, no teníamos agua ni comida. No sabíamos cuánto tiempo íbamos a
sobrevivir, estábamos solos, y hasta casi me ataca un animal salvaje. ¿De
verdad te parece que voy a poder extrañar todo eso?
—No me refería a
esas cosas, sino más bien a lo demás.
—¿Y qué
es «lo demás»? —preguntó Malena con curiosidad, sentándose en la cama de Amir,
junto a él.
—El silencio,
estar alejados de todo el mundo, la paz, dormirse mirando las estrellas, estar
solo nosotros dos… Ya sabés, esas cosas.
¿Por qué Amir estaba actuando tan raro? Las
palabras de Lucas y las oraciones de la carta hallada resonaron en su cabeza.
—Amir… ¿vos
te estás enamorado de mí?
—¿Qué?
—Amir se sobresaltó— ¡No! ¡¿Por qué me preguntás eso?!
—Porque es muy
raro todo esto que me estás diciendo. Sí, el bosque tenía algunas cosas
buenas, lo admito; pero no se compara con todas las cosas buenas que tiene
vivir acá, en Rincón de Luz. Y no me lo vas a venir a negar, vos también sabés
que es así.
—A lo mejor yo no
estoy tan contento acá como vos creés que estoy.
—¿Y eso
por qué? ¿Qué tiene de malo estar en un lugar donde tenés casa, comida, ropa,
amigos…?
—¿«Amigos»?
Acá solo te tengo a vos, el resto de los chicos ni siquiera me registra.
—Yo conozco bien a
los chicos, y ellos no son malas personas. Si te excluyen no es porque no te
quieran, sino porque te equivocaste eligiendo con quién
juntarte.
—Lo decís por
Sebastián, ¿no?
—Sí,
Amir. Ese chico es una basura, ya te conté todas las cosas que nos hizo a
nosotros, ¿y vos encima vas y te hacés su amigo en tu primer día acá?
Definitivamente te equivocaste, y yo te lo advertí.
—¿Qué
otra alternativa tenía acaso? Aunque ellos no lo sepan soy un príncipe, me
envidian, y por eso me detestan tanto. Sebastián era el único que me juzgaba
por mis actos y no por mis raíces.
—Primero que nada:
Sebastián no te quiere, no le importás; para el sos
solo un objeto, una herramienta para molestar a Lucas, tenés que saberlo. Y
segundo: los chicos solo te juzgaron por haberte juntado con él, que seas un príncipe
no tiene nada que ver. ¿Por qué no probás darles una segunda oportunidad?
—¿A qué
te referís con eso?
—A que intentes ser
amigo de ellos nuevamente. Podés empezar por alguien no tan orgullo como
Lucas.
Como si lo
hubieran estado llamando, en ese momento Julián entró al cuarto con una
carpeta y una lapicera. Al ver a Amir y Malena en soledad, este retrocedió y se
disculpó, pero Malena lo detuvo.
—¡Esperá!
No te vayas, no hay problema. ¿Estabas por hacer un trabajo para la escuela?
—le dijo animada.
—Sí…
—respondió Julián con timidez. Por algún motivo, la presencia de Amir parecía
intimidarlo.
—¡Genial!
Amir es un genio académico, él te pueda ayudar. ¿No, Amir?
—Bueno…
supongo que no hay ningún inconveniente…
—Excelente. Los
dejo solos entonces, así empiezan a trabajar.
Y Malena salió,
cerró la puerta detrás suyo, y bajó las escaleras de la sala principal
orgullosa de haber sembrado lo que, si todo salía como quería, sería una gran
amistad y el comienzo de una nueva etapa en la vida de Amir. Y si tenía amigos,
a lo mejor, podría desenamorarse de ella.
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¿Qué es "Buscá la luz"?
"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.
En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.
Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.
Escrito por Fundador
me encanto tu capitulo
ResponderEliminarHola! Muchas gracias :)
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