Buscá la Luz: Capítulo 28: La certeza

Había pasado una semana ya desde el momento en el que Julián y Amir habían decidido contarle la verdad al resto de los chicos. Bueno, no había sido exactamente así, en realidad habían sido forzados a contarla, pero fue igualmente bien aceptada entre todos.

María Julia fue increíblemente la primera de los adultos en enterarse.
Había visto a los dos chicos besarse y estaba a puno de armar un escándalo, pero se detuvo cuando el Dr. Caride, quien había ido al hogar a visitar a su hijo Sebastián, había dicho que el amor no debía tener limitaciones y que no había nada de malo en lo que pasaba entre Julián y Amir.

Luego fue el turno de Soledad, quien se enteró gracias al mismo Julián, quien se acercó y lo comentó con ella. Soledad confesó entonces que ya lo sabía, pero nunca lo había comentado ya que estaba esperando que Julián y Amir se sientan preparados para hacérselo conocer al resto del hogar.

Cuando Soledad se enteró, supuso que Álvaro —al ser varón y el que conocía a los chicos desde hace más tiempo— ya lo sabía desde mucho antes que ella, pero se equivocó esa tarde cuando, mientras limpiaba el comedor después del almuerzo, lo comentó como si no tuviera importancia. Álvaro casi se cae de la silla en la cual estaba sentado cuando oyó las palabras de su novia.

—¿Julián… y Amir? ¿De novios?

—Sí, ¿qué tiene? Pensé que ya lo sabías…

—Pero… ¡son dos chicos!

—¡Ay, Álvaro! —Soledad se indignó—. Hablás como si vivieras en la prehistoria. No hay límites para el amor.

—Pero, igualmente… yo pensé que Julián estaba a los besos con Carola. Además, ¿no son muy chicos para ya estar poniéndose de novios?

—No son chicos, tienen trece años. ¿O me vas a decir que a esa edad te la pasabas jugando con los muñecos? Sos un Del Solar, no lo creo.

—¿Por qué «sos un Del Solar»? ¿Qué tenés vos con mi familia? —preguntó sospechando. Esos comentarios no hacían más que alimentar la incertidumbre que tenía sobre la lealtad de su pareja.

Soledad tragó saliva. —No, nada… decía nada más.

—Si tenés algo para decir aprovechá ahora, Soledad. —Se puso de pie frente a ella, y agregó—: No me gustaría enterarme por otros medios.

Soledad se quedó perpleja. No dijo nada por un segundo, y luego respondió: —No sé por qué me estás hablando así y no me gusta nada. Creo que no me merezco este trato. ¿Qué te pasa?

Álvaro entonces dudó. —No, nada… perdoname, es que esto de Julián y Amir me puso un poco nervioso —dijo, y se despidió besándola para luego subir a encerrarse en su cuarto a pensar.

Pasó varias horas allí, solo, dándose cuenta de lo que acababa de pasar. Si Soledad estaba planeando algo malvado, seguramente ya sabía que él sospechaba. No podía seguir usando una máscara. Tenía que decidir entre creer en ella o no.

Después de mucho tiempo pensando, cuando ya era de noche, había tomado una decisión: iba a creer en Soledad. No le importaba las sospechas de Lucas, de Diana, o incluso suyas. Él sabía lo que sentía por Soledad, era algo que nunca había sentido por ninguna otra mujer jamás, y su corazón no podía equivocarse. Iba a creer en ella y olvidar definitivamente toda sospecha de una supuesta conspiración en su contra o en contra de su familia.

O así iba a ser, al menos, hasta que un mensaje apareció en la pantalla de su notebook, que reposaba encendida sobre su escritorio: «Un nuevo mensaje de correo electrónico».

Lo abrió. Estaba vacío, pero tenía un archivo adjunto. Lo descargó y visualizó en su computadora: era una imagen.

Y entonces la vio. Y no podía creer lo que sus ojos le mostraban.

Era un artículo de diario de hace algunos años, cuando Álvaro todavía estaba en Europa y ni siquiera se enteraba de lo que sucedía en Argentina.

«Crisis en el hogar de niños huérfanos «El Alba», ubicado en La Boca:

Las negociaciones que Joaquín Acosta, el dueño de un hogar de niños huérfanos de La Boca, realizó con la empresa Del Solar no salieron tan bien como éste esperaba, y lo llevaron a la quiebra. Recordemos que este hombre era reconocido en la zona por sus aportes a la ecología y al cuidado del medio ambiente. El fracaso financiero llevó a su esposa, Natalia Romina, al suicidio. Y a causa de esto, el hombre se sumergió en una terrible depresión que le impide seguir trabajando. Todavía se está especulando quién quedará a cargo de los niños huérfanos que residen en el orfanato; la candidata más nombrada es Soledad Acosta, la hija de Joaquín.»

Álvaro no lo sabía, pero quien le había enviado ese e-mail bajo una dirección de correo electrónico falsa era Juan Ignacio, el hombre que había extorsionado a Soledad.

Lo que sí sabía —aunque no podía ni quería creer— era que tenía frente a sus ojos una prueba irrefutable de la verdad. Una certeza que golpeaba su corazón como nunca antes alguien lo había golpeado. Soledad, a quien comenzaba a considerar su alma gemela, la única mujer que lo había hecho sentir algo real, algo más allá de lo superficial, algo auténtico… ella realmente no lo amaba. Le había estado mintiendo todo este tiempo.

A él. A los chicos. A todos. Soledad les había hecho creer que los quería solo para poder vengarse quién sabe cómo por lo que había sucedido con su familia.

Por eso había insistido tanto en trabajar en el hogar. Por eso quería ganarse el cariño de los chicos sea como sea. Por eso había llegado hasta a hacerse pasar por otra persona con tal de poder trabajar allí.

Ya no tenía la más mínima duda: Soledad quería ponerlo en peligro.

Capítulo 28: La certeza

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