Capítulo 04: Secretos de la infancia

¿Están seguros de que no quieren venirse a vivir conmigo?
Iñaki estaba regresando a su lugar de residencia habitual —el bosque— y, como de costumbre, intentaba persuadir a los demás de que abandonen su vida urbana.
—No, gracias. Ya pasé una temporada ahí muriéndome de frío, no quisiera volver para ahora derretirme —respondió Malena.
Estaban la mayoría de los chicos en la vereda del hogar, frente al portón abierto, despidiéndolo.
—Pasá cuando quieras, ¿dale?. Sentite como en tu casa —dijo Lucas algo irónico. Iñaki agradeció su gesto inocentemente y se despidió de él con un abrazo; del mismo modo saludó a Malena, Amir, Julián, Lucía, Nadia, y Tali.
—Qué simpático es ese chico. Nos trata a todos como si fuéramos sus mejores amigos —comentó Lucía cuando Iñaki ya se había retirado y estaban en el comedor.
¿Qué? A mí me pareció un falso —opinó Lucas.

—Nada que ver, vos porque no lo conocés bien. A Amir y a mí nos ayudó desde el primer momento que nos conoció, es un sol —lo defendió Malena.
Ese fue uno de los momentos en los que, extrañamente, Malena se veía llena de un optimismo que la invadía de la punta de los pies a la cabeza. Había pasado los peores momentos de su vida en ese bosque: el secuestro de su tía, la muerte de su padre, estar perdida sin saber cómo regresar al hogar, y enfrentarse a un lobo; sin embargo, no podía evitar sentirse agradecida por tres cosas que habían hecho que tanto sufrimiento valga la pena: conocer a Amir, conocer a Iñaki, y encontrar su estrella. La misma estrella que la había guiado hasta este nuevo hogar en el que estaba ahora. Nunca lo había dicho por miedo a parecer ridícula o infantil, pero sentía que esa estrella era verdaderamente su guía.
—Prepárense, este fin de semana tenemos visita. Viene una nueva pareja —anunció Clarita interrumpiendo sus pensamientos.
¿Una pareja? ¿Para qué? —preguntó Lucas.
—Para adoptar a uno de ustedes, por supuesto —dijo Clarita con toda la calma del mundo, pero luego advirtió en las miradas de los chicos que algo no andaba del todo bien—. ¿Qué pasa? ¿Dije algo malo? Pensé que ya habíamos dejado bien en claro que nadie va a ser adoptado contra su voluntad.
—Sí, ya lo sabemos… es que igual no estamos acostumbrados, nos parece raro —explicó Tali.
—No puedo creerles que no quieran ser adoptados, che —se quejó Nadia—. Yo daría lo que fuera con tal de que alguna pareja se fije en mí, pero ya soy muy grande.
—Estuve buscando tanto tiempo a mi hermana que ni loco dejo que me separen de ella, ni siquiera los mejores padres del mundo —dijo Lucas abrazando a Lucía.
—En realidad a mí me re gustaría tener una mamá y un papá como todos los chicos —admitió Úrsula.
—A mí no sé… —opinó Julián—. Qué lástima que Laura no está acá, ¿no? Ella siempre decía que quería tener a su mamá de vuelta, a lo mejor una adoptiva le venía bien.
—No creo, ella no se separaría ni loca de Mentiritas —señaló Mateo.

La mañana siguiente amaneció mojada por la llovizna, y mientras todos estaban despertándose con un desayuno casero, Estrella interrumpió todo con la energía que normalmente se tiene al mediodía después de haber tomado al menos unas cinco tazas de café.
¡Me voy al circo! —anunció—. ¡Ni la lluvia me para! ¿Quién viene conmigo? ¡Están todos invitados!
¡Sí, un circo! ¡Yo quiero! —exclamó Úrsula.
¡Buenísimo! ¿Alguien más? —preguntó Estrella.
¡Sí, Tali! —respondió Úrsula nuevamente, levantando a su amiga de la mesa por el brazo.
Pero por desgracia suya, la motivación no la invadía a ella también: —¿Estás loca? ¡Yo no voy a ningún lado que no sea mi cama! O bueno… ¡El colchón en el que duermo!
—Tenés que acompañarme… ¡No tengo ni idea de cómo son los circos de los humanos! ¿Mirá si descubre que soy bruja? —susurró Úrsula.
¿Y cómo les está yendo a ustedes, pibes? ¿Les va gustando nuestra casa? —preguntó Nadia a los ingresantes de Rincón de Luz.
—No me gusta que me hagan trabajar —admitió Amir sin rodeos.
¡Amir! —lo reprimió Malena—. Creo que lo que quiso decir es que no está acostumbrado a hacer ningún esfuerzo, pero que está agradecido por la oportunidad que le dan, y que va a conseguir acostumbrarse.
¿Cuando terminemos de comer querés jugar conmigo? —preguntó tímidamente Josefina a Mateo.
¿Qué? ¡Soy muy grande yo para jugar con vos!
—Es que el resto de los chicos son más grandes todavía… yo siempre soy la más chiquita y siempre me dejan sola —se quejó Josefina con tristeza.
—Dale, Mateo… ¡No seas mala persona! ¡Decile que sí! —insistió Lucas.
—Después te quejás de que no te ponen atención —lo apoyó Julián.
Entonces a Mateo se le ocurrió una idea brillante. Aceptó la propuesta de Josefina fingiendo compasión, y hasta accedió a hacer algo que nunca creyó que iba a hacer: jugar a las muñecas.
No muchos minutos más tarde ya estaban en su cuarto, solos, con la gran casa rosada (hecha con madera y pintada con desprolijidad) junto con una única muñeca descuidada y varios vestidos que, sin ningún esfuerzo, se podía discernir que habían sido hechos por alguien del hogar, y no comprados en una tienda.
—Elegí el vestido que más te guste y yo elijo el mío, y usa un rato cada uno, ¿dale? —propuso ella.
—Sí, bueno… eh… este de acá —dijo Mateo, tomando el primero que se le ocurrió—. Decime una cosa, Jose… ahora que vivimos juntos vamos a ser amigos, ¿no?
¡Sí! ¿Por qué?
—Bueno, porque yo te quiero hacer una pregunta… pero no le tenés que contar a nadie, y me tenés que responder aunque sea un secreto. Los amigos hacen eso.
—Mmm… pero si es un secreto no sé si puedo contártelo —dudó Josefina.
¡Sí podés! Y no solo podés… ¡Es tu obligación! ¡La amistad es así! Si no, no podemos ser amigos… y vas a tener que seguir jugando sola.
¡No, no! ¡Está bien! Te cuento… ¿qué me querías preguntar?
—Bueno —comenzó Mateo, dudando sobre qué palabras usar—, digamos que yo ya lo sé todo, vos solamente tenés que aclararme los detalles.
¿De qué?
—Del muerto que tienen escondido.
¿«Muerto»? —preguntó ella aterrada—. ¡¿Qué muerto?!
¡Dale, no te hagas la tonta! Ya lo vimos con Lucas. ¿Por qué lo tienen escondido? ¿Acá matan gente? ¿Era un ladrón?
—No me parece gracioso. ¡Le voy a contar todo a Clarita! ¡Malo! —gritó finalmente ella, y huyó corriendo como si Mateo la hubiera amenazado.

¡No, Josefina, esperá! ¡No podés contar nada! ¡Se supone que somos amigos! —gritó él, pero Josefina ya se había ido—. Me parece que al viejito le voy a hacer compañía yo, porque Lucas me va a matar si por mi culpa todos se enteran que sabemos.

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¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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