Capítulo 03: Vida de príncipe
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Buscá la Luz
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—¡Hay
que irse ya! ¡Acá están todos locos! ¡¿Mirá si nosotros terminamos así también?!
—¡Pará
un poco, Mateo! —exclamó Lucas tomándolo por los hombros con un aire de valentía—.
Todo esto tiene que tener alguna explicación.
—¿Qué
hacés? —dijo Mateo al ver cómo su amigo volvía a acercar la mano al picaporte.
—Voy a volver a
abrir y a investigar bien, no podemos quedarnos con la duda y el miedo.
—¡No! ¡Estás
loco! —Mateo se lanzó sobre la mano de su amigo para impedir que abra la
puerta.
—¡Soltame!
¡No me voy a quedar con la duda!
—¡Te
digo que no!
Entonces se
produjo una pequeña discusión que, a pesar de ser pequeña, los
gritos de ambos habían sido lo suficientemente fuertes como para llamar la
atención de alguien.
—¿Por
qué están peleando? —preguntó Clarita, interrumpiéndolos. Ambos se
reincorporaron tan rápido como pudieron.
—Estamos jugando.
Así
nos llevamos —mintió Mateo.
—Traten de jugar
un poco más bajo, los escuché desde la cocina y tuve que
subir a ver si les pasaba algo… ¿Qué hacen acá?
—Nos perdimos —contestó
Lucas, lo cual no era exactamente mentira.
—Igual ya nos estábamos
yendo, no te preocupes —se disculpó Mateo, y tomando a su amigo del brazo ambos
descendieron las escaleras a toda velocidad.
Varias horas más
tarde ya era tiempo de ponerse a trabajar: tenían que cocinar pan casero, ordeñar
vacas, limpiar los desechos de los animales, y regar las plantas. Los chicos de
Rincón de Luz, al ser nuevos en estas tareas, se habían dedicado todos juntos a
esta última (la cual era considerada más fácil). Habían ocupado todo el patio
interno, cada uno de ellos con una regadera, para cuidar de las plantas.
—Les digo que había un
cadáver. Estaba muerto, ahí, en una cama. Como si nada —les contaba Mateo a sus
amigos.
—¿Qué
te pasa? ¿Ahora que Mentiritas no está con nosotros querés ocupar su lugar?
—dijo Tali.
—¡No
estoy mintiendo! Lucas estaba conmigo y él también lo vio, ¿o no?
—Yo solamente vi
un viejo acostado en una cama, medio pálido. Pero no me pude acercar
a ver si de verdad estaba muerto porque alguien no me dejó volver a abrir la
puerta —reprochó Lucas.
—Esto puede ser
serio. ¿Y si a ese viejo lo mató Clarita? —teorizó Lucía.
—¿Cómo
vas a decir eso? Déjense de pavadas, Clarita es re buena —la defendió Malena—. ¿O
ya se olvidaron de cuando nos salvó a Amir y a mí? No es capaz de hacerle mal
ni a una mosca.
—Si Laura y
Mentiritas estuvieran acá, me apoyarían —se quejó Mateo con nostalgia.
—¿Creen
que la estén pasando bien? —preguntó Úrsula mientras regaba con entusiasmo unas
flores rojas.
—Yo pienso que sí —opinó
Carola—. Esos dos no pueden no estar juntos. Prácticamente me cuesta pensar cómo
era Mentiritas antes de conocerla… o bueno, sí, decía todavía más mentiras.
—Además no
deben tener tanto calor como nosotros… ¡Yo me estoy muriendo! —exclamó Julián.
—¿Ah, sí?
¿Tenés calor? —preguntó Lucas con complicidad—. Bueno, esto entonces te va a
gustar.
Entonces derramó una
parte del agua de su regadera encima de Julián, a modo de juego. Este, en
venganza, hizo lo mismo. De repente se fueron sumando uno a uno los chicos,
hasta que, sin darse cuenta, se había iniciado una guerra de agua que parecía
no tener fin.
O así fue
hasta que Amir lanzó su regadera al suelo, furioso.
—¿Qué
pasó? —preguntó Lucas.
—¡Estoy
harto! Yo no nací para estar acá, todo embarrado, tratando de refrescarme un
poco ensuciándome —se quejó Amir, exasperado—. ¡Yo nací para gobernar, para dar
órdenes!
—No te ofusques,
no es para tanto. Podrías ser un poco más agradecido de lo que tenés.
Acordate que hasta hace nada estábamos en la calle —le recordó Julián.
—¿Se
supone que eso me tiene que hacer sentir mejor? No, es todavía peor. ¡Me cansé
de esta vida de plebeyo que estoy llevando! ¡No quiero ser más un mugroso!
—¿«Mugroso»?
Ya te parecés a Sebastián. ¿A quién le decís mugroso? —lo cuestionó Julián.
—¡A mí!
¡A vos! ¡A todos ustedes! —estalló Amir, de repente furioso. Malena en parte
comprendía lo que le pasaba: Amir había sido un príncipe toda su vida.
—¡A lo
mejor tendrías que pensar si merecemos que nos trates así, nosotros, que somos
los que te apoyamos a pesar de todo! ¡Parecés un mimado! ¡Bien te hubiera
venido vivir en la calle tanto tiempo como nosotros! —replicó Julián
nuevamente.
Amir, indignado,
pateó
su regadera y regresó adentro. El resto de los chicos observaba en silencio,
solo Malena comprendiendo el verdadero origen del conflicto.
Tali notó, sin
embargo, algo que no esperaba ver en su amiga Carola: una sonrisa.
—¿Por
qué sonreís? —le susurró.
—¿Qué?
—preguntó ella desconcertada—. No estaba sonriendo, estaba… haciendo una mueca
de dolor.
—No seas tarada, ¿te
pensás que te conocí ayer? Se re nota que te sigue gustando Julián.
—¿Q-qué
decís? —tartamudeó Carola—. ¡Nada que ver! Además el ahora está con Amir, no
tengo oportunidades. Es parte del pasado. Ahora no quiero saber nada con nadie.
—Como digas —cedió
Tali, aunque en realidad no le había creído una sola palabra, y Carola sabía
que había sido así. Aunque no lo admitiera, con Amir y Julián mal, ella veía un
rayo de esperanza: a lo mejor volvía a darle una oportunidad y podían volver a
ser la pareja que habían sido por tanto tiempo. Pero no, era solo una fantasía.
Pero Carola sabía muy
bien que las fantasías, si se las desea mucho, se vuelven realidad.
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¿Qué es "Buscá la luz"?
"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.
En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.
Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.
Escrito por Fundador
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