Capítulo 17: Lavado de cerebro


Dos horas más tarde, justo antes del atardecer, Clarita y los chicos ya tenían totalmente preparado el jarabe mágico.
—¿De verdad esto tan chiquito va a salvarle la vida a este arbolote? —preguntó Josefina, algo impactada por su tamaño: el árbol era probablemente tan alto como un edificio de muchos pisos. Definitivamente nunca había visto uno así antes.
Paco sostenía el frasco marrón donde habían mezclado todos los hallazgos con agua del lago más cercano. Se lo llevó a la nariz. —Huele como a… la naturaleza.
—Obvio, si sacamos todo del bosque. —Lucía se llevó la mano a la frente en señal de frustración.
—Tomá, Iñaki —dijo Paco, entregándole el frasco en la mano—. Hacelo vos, a mí me da miedo que se me rompa o algo.
—En realidad, preferiría que lo haga Clarita, que es la que tuvo la idea. Yo no sé si un simple jarabe lleno de hojas y ramas pueda salvarle la vida.
—No son simple hojas y ramas —aseguró Clarita, tomando el frasco con orgullo—. ¿Sabés por qué? Porque está lleno de todo nuestro amor, nuestros deseos, y nuestra voluntad por que este árbol se recupere.
—Si vos decís…
—Miralo por vos mismo. —Clarita destapó el frasco y vertió su contenido sobre la parte más cercana del enorme tronco; un momento después comenzó a esparcirlo en toda su superficie baja. —No se queden ahí mirando, ¿no me van a ayudar?
El resto de los chicos se acercó y colaboró, como pudo, a que el líquido penetre sobre la corteza del tronco. Luego de un momento, Iñaki acercó con curiosidad su oído al árbol.
—¡Está mejorando!
Todos festejaron.
—¡Qué bueno! Pero… ¿cómo sabés vos eso? ¿El árbol te habló? —preguntó Estrella.
—Claro que sí. Todos los elementos de la naturaleza hablan. No con palabras, pero tienen su propia forma de comunicar las cosas… solo hay que saber escucharlas. Y este árbol, así como antes me dijo que estaba mal, ahora me dice que se siente muchísimo mejor.
Malena hizo un gesto al resto de los chicos dando a entender que lo que su amigo decía no tenía sentido.
—Tenías razón, Clarita —continuó Iñaki—. Tu jarabe sí iba a funcionar. Espero que no sea necesario, pero si vuelvo a necesitarlo espero que puedas ayudarme a hacer uno nuevo.
—Contá conmigo cuando quieras. Lo que sea por ayudar a hacer de este bosque un mejor lugar.


Mientras tanto, en el granero, Lucas acababa de regresar después de una jornada de trabajo. Esperaba encontrar el hogar vacío, pero Nadia estaba parada junto a la puerta, como si lo hubiera estado esperando hace mucho tiempo.
—Al fin llegás —dijo con frialdad.
—Sí… llegué —contestó Lucas, sin entender muy bien qué estaba sucediendo—. ¿Te quedaste acá parada todo este tiempo?
—¿Qué? ¿Yo, acá toda la tarde? No, pibe. Salí a dar una vuelta, a hacer unas compras…
—Ah, qué bueno. —Lucas se dirigió a las escaleras, algo nervioso, pero Nadia se interpuso en su camino y se cruzó de brazos frente a él, mirándolo con cara de pocos amigos.
—Te vi.
—Ah… ¿y?
—Basta de hacerte el tonto, Lucas. Te vi a vos hablando con Rocky. ¿Me podés explicar que hacías estando tan de amiguito con ese pibe?
—No estaba «de amiguito». Él me vino a molestar y yo le pedí que se vaya.
—¿Estás seguro de que solamente fue eso?
—Sí. Ahora dejame pasar, que tengo que darme una ducha.
Lucas subió algunos escalones, pero a mitad de camino Nadia volvió a bloquearle el paso.
—No te creo.
—¡Problema tuyo si no me creés! ¡Dejame pasar, nena! —exclamó Lucas, perdiendo la paciencia.
—¡Seré bruta pero no soy tarada, pibe! ¿Te pensás que no conozco las cosas que hace Rocky? ¡Seguro que te pidió que lo ayudes a robar!
—¿Y vos cómo sabés eso?
—¡Entonces era verdad! ¡Yo sabía! Me imagino que le habrás dicho que no. —Nadia miró fijo a Lucas, pero este desvió la mirada hacia el suelo.
—Obvio que le dije que no —contestó, casi susurrando.
—Lucas, ese pibe es peligroso, de verdad te lo digo. Más vale que no le hayas dicho que sí porque te vas a meter en problemas muy graves. Y no solamente a vos, sino a todos nosotros también… y a Soledad.
—¡Bueno, basta! ¡Pará un poco! ¡No sos mi mamá!
—¡No soy tu mamá, pero alguien te tiene que decir las cosas, y mejor que sea yo antes que Clarita! ¿Qué te pensás que va a decir si se entera que vas a afanar con ese pibe? ¡Reaccioná, Lucas!
—¡No voy a robar con él! ¡Ya te dije que no acepté! ¡Pero algo de razón tiene!
—¿De qué razón me estás hablando? ¿Perdiste la cabeza?
—No, no perdí la cabeza, pero acá casi no tenemos ni para comer, y si no hacemos algo urgente vamos a terminar todos en la calle de nuevo.
Nadia lo miró muy seria y se acercó él. Por un momento Lucas creyó que estaba a punto de golpearlo. —¿Sabés una cosa? Prefiero mil veces vivir en la calle antes que ser una ladrona. Y si pensás que robar va a solucionar algo en tu vida, te equivocás. La va a hacer peor. Pero si querés ser egoísta: dale, hacelo… andá con ese imbécil y robá todo lo que quieras. Pero después no me digas que no te avisé cuando te agarren y nos lleven a todos a distintos orfanatos… y peor: cuando Soledad esté presa por tu culpa.
Y sin esperar a que le respondan, bajó las escaleras con fuerza. Una vez abajo se volteó.

—Ah, una cosa más —agregó—, guardé el jabón nuevo en la cajita marrón del baño. Pero cuidado, porque no sirve para lavar la consciencia.

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¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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