Capítulo 14: Encerrada otra vez



La convivencia con su tía había sido bastante incómoda, por lo tanto Malena intentaba no cruzársela nunca en ningún pasillo, y así fue como llegó a odiar las comidas: durante cuatro veces al día, ambas se veían obligadas a sentarse juntas en la mesa y comer. Trinidad intentaba darle charla a Malena, pero esta se resistía, incómoda. No reaccionaba de manera agresiva, sino que buscaba la primera excusa que se le ocurría para terminar y retirarse; a pesar de todo, no le guardaba rencor.
De todos modos, el momento preferido de Malena había pasado a ser la mañana, pues en ese horario estaba casi todo el tiempo en la escuela. Aunque no se llevaba bien con sus compañeros tampoco, estar lejos de tanto cambio le había hecho bien, y eso sin tener en cuenta que los recreos eran lo más feliz de su día, pues se rencontraba con sus antiguos compañeros del hogar.
Al finalizar su horario escolar, los chicos siempre intentaban persuadirla para que visite Rincón de Luz, pero el chofer que esperaba a Malena para llevarla de regreso a su casa había sido muy específico y estricto en cuanto a no dejarla sola ni un segundo. Por eso mismo es que ese mediodía, en el camino de vuelta a su nueva casa, decidió que era tiempo de romper el silencio.
—Tenemos que hablar —le dijo a su tía en la mesa, sin despegar la mirada del tenedor que tenía en la mano.
—Sí. Por supuesto, Male. Hablemos de lo que quieras. ¿Cómo te fue en la escuela hoy? —contestó Trinidad con falso ánimo.
—No, no es conversar; es hablar. Quiero que hablemos.
—Bueno… —dijo esta, algo perpleja—. ¿De qué querés que hablemos, entonces?
—Quiero ir al hogar.
Su tía se atragantó un poco con el agua que estaba bebiendo y tuvo que toser una o dos veces. —¿Volver al hogar? Pero… si acá estás bien, tenés todo. Vos sabés que yo no quiero ir en contra de tu propia voluntad, pero ese es un hogar de chicos solos, y vos me tenés a mí para cuidarte. No seas egoísta y no le saques el lugar ahí a quien realmente lo necesite.
—No te estoy hablando de volver a vivir ahí, aunque sí me gustaría, de lo que te estoy hablando es de que me dejes visitarlos cuando quiera.
Su tía se quedó en silencio unos segundos, como pensando. —¿Sabés qué pasa, Malena? Vos y yo necesitamos reconstruir nuestra relación; lo que yo hice es muy malo, y quiero dejarlo en el pasado. Necesitamos tiempo para volver a conocernos, y me parece que si vas todos los días a ese hogar nos va a terminar perjudicando.
—¡Pero los extraño! ¡Son mis amigos! —Malena comenzó a elevar la voz, y por primera vez en el día miró a su tía directo a los ojos—. ¡Tengo derecho a verlos!
—Bueno, está bien. Quizás el cambio sea demasiado brusco… te propongo lo siguiente: yo te dejo visitar a tus amiguitos del hogar todas las veces que quieras, pero vos antes tenés que pasar la misma cantidad de tiempo haciendo alguna actividad conmigo. ¿Qué te parece?
—…Me parece justo —admitió Malena. No era lo que quería, pero definitivamente era lo que mejor le iba a hacer.
…o no.


Ser una réplica en un mundo en el que nunca habías estado, rodeada de personas que no conocés, teniendo que fingir ser amigo de todos ellos, y preocupándote siempre de actuar lo más normal posible ante declaraciones como “estás más rara que nunca” y “¿Qué te pasa? Vos no sos así”, es tarea muy difícil; pero si había algo que había logrado motivar a la réplica de Tali a seguir con su trabajo —además de las amenazas constantes de las brujas mayores—, eso era la comida.
Desde que había ingresado al mundo de los humanos, la réplica de Tali había sentido algo muy extraño cada vez que veía algunos productos comestibles en tiendas y anuncios (nunca dentro del hogar ya que María Julia los tenía absolutamente prohibidos): gula. La gula era su única voluntad en un mundo que le resultaba indiferente y hasta molesto, y por eso, esa tarde, cuando vio que a María Julia le habían llegado esos bombones importados de Francia, decidió que era momento de tomar cartas en el asunto: esos chocolates tenían que ser suyos.
Por supuesto que la réplica de Tali era lo suficientemente inteligente como para saber que ingresar a robarle a María Julia en su propia oficina era algo demasiado arriesgado, y de hecho, era tan inteligente que no le tomó más que unos segundos  convencer a Laura, la chica más tímida y por lo tanto la más fácil de manipular en el hogar, de que sería una excelente idea robar los dulces y compartirlos entre ambas.
Laura tuvo miedo, pero todavía no era demasiado consciente de lo que significaba algo así, ya que había pasado casi toda su vida encerrada en un cuarto oscuro, secuestrada por un carpintero. Así es como la réplica de Tali ideó un plan que le proporcionara una mayor seguridad: ella se quedaría en la puerta espiando que María Julia no apareciese mientras Laura ingresara a su oficina; si María Julia se presentaba, entonces la falsa Tali iba a saludarla muy efusivamente, de tal forma que Laura pueda oírla desde dentro y esconderse a tiempo. El plan en teoría parecía fácil y sencillo, algo así como el crimen perfecto, así que Laura finalmente cedió.
Era la segunda vez que ingresaba al cuarto. Para ingresar tenía que escabullirse por una puerta que estaba entre la escalera de la sala principal y el comedor, puerta que había estado clausurada durante años, y que en una ocasión Laura había intentado abrir sin éxito, mucho antes de que los chicos llegaran al hogar.
La oficina de María Julia estaba un poco distinta a como Laura la recordaba de aquella vez que había ingresado con su gran amigo Mentiritas: habían muebles —pocos, pues el cuarto no era muy extenso— y algunos objetos decorativos aparte de las pinturas —todos con un diseño un poco tétrico para el gusto de Laura—. Uno de ellos era la foto de una señora que a Laura le recordaba mucho a la señora de los gatos, pero al mismo tiempo era muy diferente a ella.
Estar a solas en la oficina de quien llevaba varias semanas arruinándote la vida era una oportunidad demasiado única como para que Laura la deje pasar: tomó rápido los chocolates que Tali le encargó, pero antes de irse se dedicó a husmear un poco. Abrió las puertas de un mueble de un diseño extraño, tocó casi todos los objetos que estaban a su alrededor, y abrió el cajón del escritorio desde el cual seguramente María Julia había decidido varias de las torturas que ejecutó contra ella y sus compañeros de Rincón de Luz. Dentro de este cajón, algo llamó la atención de Laura: una foto de una adolescente que guardaba un parecido increíble con Soledad. “¿Será ella?” pensó Laura. “No… ¿Qué va a hacer María Julia con una foto de Soledad? Si la conoció hace re poco tiempo”. En la foto se veía a la chica parecida a Soledad abrazada a un hombre muchos años mayor que ella.
No terminó de ver bien la foto que escuchó girar el picaporte. Rápidamente la guardó, cerró el cajón, e intentó esconderse detrás de la silla, pero ya era demasiado tarde: María Julia estaba parada frente a ella, con una mirada que le provocaría pesadillas a Laura.
—¡¿Qué significa esto?!
—Eh… ¿Esto? Nada… y-yo… —tartamudeó Laura, aterrada. Ya de por sí era bastante tímida como para que María Julia la inhiba todavía más.
—¿Sabe usted, señorita, que está PROHIBIDO ingresar a este cuarto? ¡Es de uso EXCLUSIVO de la directora María Julia Del Solar, o sea yo! —le preguntó con ironía, mientras escupía con cada sílaba que decía.
—¿Qué? ¡Ah, eso! ¡No, yo no sabía! Como soy la nueva… vivía en un cuarto oscuro.
—Así que le gusta vivir en sótanos, ¿no? ¡Ya la voy a llevar yo a que conviva donde mejor se desempeña!
María Julia la tomó del brazo y Laura se alteró. —¡¿Qué hace?! ¡¿Adónde me lleva?! ¡Suélteme!
—¡Al cuarto de castigos! ¡Va a pasar allí la noche para reflexionar! ¡Y si mañana no aprende a respetar la propiedad privada, van a ser dos noches seguidas! —María Julia la tomó por el brazo y la arrastró agresivamente por las escaleras. Una vez en el pasillo, Laura pudo comprobar que lo que para María Julia era el nuevo “cuarto de castigo”, para ella había sido su hogar durante casi siete años.
María Julia la tiró allí dentro como si estuviera tratando con una bolsa de papas, y cerró la puerta con llave. Laura, aterrada y llena de lágrimas, se vio a sí misma enfrentando al peor de sus fantasmas del pasado: el cuarto donde Pedro la había tenido secuestrada casi toda su vida, el cuarto donde una vez Soledad casi es asesinada por el mismo hombre, donde pasó lo peor que podría haberle pasado y lo que la hizo tan diferente, donde su vida se arruinó.

Y esa noche, Laura no pudo dormir ni parar de temblar.

2 comentarios:

  1. los capitulos magnificos como siempre, en especial este ultimo, me gusto bastante.... ya quiero leer el proximo para saber q pasa con Laura y Malena

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¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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