Capítulo 16: Vista al futuro



Malena decidió esperar unos días hasta visitar el hogar por primera vez. No era que no extrañara a los chicos ni que quisiera hacerse desear todavía más, sino que sentía que su tía tenía algo de razón en eso de recomponer el vínculo que las había unido.
De la misma manera, Úrsula se escondió de todos por unos días también. Tanto ella como Tali sentían que no estaba preparada para convivir normalmente en el mundo de los humanos, así que su amiga la ayudó dándole algunos —varios— consejos sobre lo que se considera un comportamiento humanamente normal. María Julia estaba tan relajada últimamente con la llegada de Soledad, que ni siquiera había notado la ausencia de la niña de rizos dorados a la cual había autorizado a formar parte del hogar, y el resto de los chicos no tenían idea de su existencia aún; a excepción de Laura y Mentiritas, a quienes Tali había pedido que guarden el secreto.
El día finalmente llegó y Tali, ya sea por creer que estaba preparada o por lo agotador que era enseñarle cosas tan básicas a alguien, decidió presentar a Úrsula como una chica más
, y comenzar a poner en práctica todo lo aprendido últimamente.
Aprovechó que era sábado y todos iban a estar de mejor humor, y entonces apenas se reunieron para almorzar, Tali sorprendió a todos apareciéndose junto a una niña que nadie conocía, como si fuese cosa de todos los días. Inmediatamente creyó que esa actitud generaría sospechas, así que llamó la atención de todos, incluyendo a Soledad, quien estaba cambiando la pasta horrible que les dejaba María Julia por una comida decente y nutritiva.
—¡Chicos! ¡Escúchenme! Tengo a alguien para presentarles —anunció Tali.
—¿Quién es esa chica? —preguntó Mateo de forma indiscreta, con la boca llena de comida.
—¡Mateo! No seas tan imprudente —lo retó Soledad.
—Les presento a Úrsula, es nueva en el hogar.
Úrsula llevaba por primera vez el uniforme de Rincón de Luz. Era uno de los que le sobraban a Tali, pero habiendo ya modificado su tamaño mediante magia.
—Bienvenida, Úrsula —le dijo cálidamente Soledad, acercándose.
—¿Álvaro dejó entrar a alguien nuevo? Qué raro… —razonó Lucas.
—¿Quién es Álvaro? —preguntó Úrsula.
—Es el que nos metió acá a todos, pero él no tiene que dejarte nada. —le explicó Tali, y continuó—: A Úrsula la aceptó María Julia, y ahora la directora es ella, así que Álvaro si no quiere tener una chica nueva que se arregle.
—Nosotros ya nos conocemos —presumió Mentiritas.
Un poco más tarde, habiendo ya almorzado, las chicas fueron a su cuarto a conocer un poco más a la nueva integrante del hogar: ya era la segunda que entraba este año. En primera instancia, a finales del verano, había ingresado Laura, quien ya había vivido en la casa casi desde su nacimiento, pero Úrsula no solo no conocía la casa sino que no conocía nada del mundo humano, así que era un caso totalmente diferente, aunque claro que eso solo lo sabía Tali.
—¡Qué lindo es este cuarto! ¡Tanto rosa me llena de energía! —exclamó la brujita.
—Y contanos, Úrsula: ¿De dónde venís? —preguntó Carola, curiosa, sentada en su cama.
Tali miró nerviosamente a su amiga: habían ensayado esta respuesta por lo menos unas quince veces; si algo fallaba, todo podía echarse a perder.
—De la calle. Mis papás me abandonaron cuando era muy chiquita así que no me acuerdo de ellos. Capaz están muertos —respondió Úrsula con indiferencia.
—¡¿Y lo decís así como si nada?! —Carola estaba horrorizada.
Tali le dedicó una mirada acusante a Úrsula. —Es que como nunca los conocí… no tengo a quién extrañar, ni nada. Además ya me había acostumbrado a la calle, pero me encontré con Tali y me dijo que este lugar era mejor, así que me vine.
—¿Y ustedes dos desde cuándo se conocen? —preguntó sospechosa Carola, y luego agregó—: Nunca te había visto con ella, y eso que nosotras estábamos juntas todo el día.
—Es que… —comenzó Úrsula.
—Es que la conocí hace poco, cuando ya habíamos venido al hogar, y… —la interrumpió Tali, pero no muy convencida de sus palabras. Laura inmediatamente percibió los nervios de sus compañeras, y enseguida decidió hacer un acto de solidaridad cambiando de tema.
—Bueno, no importa eso. ¿A qué te gusta jugar, Úrsula? Tenemos casi la misma edad, podemos ser amigas. Yo tengo siete años.
—Yo ocho, ¡qué bueno! ¡Nunca antes había tenido una amiga! —festejó Úrsula.
—¿Nunca? —volvió a sospechar Carola.
—¡Dale, Úrsula! ¡Contestale a Laura lo que te preguntó! ¿A qué te gusta jugar? ¿A las muñecas? —insistió Tali.
—¡¿Qué?! —Úrsula reaccionó como si Tali le hubiera dicho una grosería tremenda—. ¡No me importan las muñecas! ¡Yo quiero bailar! —Corrió a toda velocidad hacia el equipo de música de Carola, que casualmente estaba conectado, lo encendió, y comenzó a sonar “Nunca más” de Agustín Almeyda por todo el cuarto.
—¡Ay! ¿En serio? ¡A mí también me encanta bailar! ¿Quién es tu cantante favorito? —preguntó emocionada Carola, ya lejos de sus sospechas.
—¡Agustín Almeyda, obvio!
—¡El mío también! ¡No lo puedo creer!
Y bailaron prácticamente toda la tarde. Tali se sumó solo para vigilar de cerca a la brujita, pero Laura era demasiado tímida como para ponerse a bailar, así que decidió ir a buscar a Mentiritas, pero apenas se paró, Soledad abrió la puerta. —Chicas, bajen un minuto, hay alguien que las está esperando —dijo.
—¿Quién? —preguntó Tali.
—Es una sorpresa. Bajen —insistió Soledad.
Se encontraron con los chicos en el pasillo y bajaron todos juntos; y parada en la sala principal, frente a la puerta, muy abrigada y con el cabello suelto que le llegaba hasta los hombros, ahí estaba Malena, victoriosa e iluminada. Se escuchó un “¡Malena!” general, y todos los presentes excepto Úrsula y Soledad corrieron a abrazarla.
Pero la felicidad no duró mucho: apenas Laura rozó el cuerpo de Malena, sintió como si todo se volviera oscuro, y cayó desmayada al suelo.
Se despertó varios minutos después: estaba recostada en el sillón de esa misma sala, con todos los chicos alrededor suyo. Varios de ellos haciéndole aire con almohadones.
—¡Por fin te despertaste, Laura! Pensé que te había dado una alergia a mí o algo así —dijo Malena no bien hubo abierto los ojos. Laura se recompuso y se sentó, mirando con pánico a Malena—. ¿Qué pasa? ¿Por qué me mirás así? —le preguntó esta al ver su gesto desesperado.
Laura no contestó. Úrsula era la única que comprendía lo que acababa de suceder.
—Tomá, te va a hacer bien —dijo Soledad mientras le ofrecía un vaso de agua.
—No, gracias… —lo rechazó Laura—. Solo necesito descansar un poco, voy a dormir a mi cama.
—¿A esta hora? ¡Pero es muy temprano todavía!
—No importa, necesito descansar —aseguró, y subió las escaleras a una velocidad sumamente elevada para alguien que acababa de desmayarse. Úrsula corrió tras ella, y por lo tanto también Tali, quien no se le despegaba ni un segundo por temor a que arruine todo.
—Váyanse, por favor. Necesito estar sola —les pidió Laura cuando vio que ingresaban con ella al cuarto.
—Yo sé lo que te pasó —declaró Úrsula con seguridad—. No tengas miedo, es normal en vos. Tuviste una premonición.
—¿Qué es eso? —preguntó Tali.
—Es una visión de algo del futuro. Laura vio algo muy malo, por eso se desmayó. Le va a pasar algo a la chica esa, Malena, ¿no?
—¿Por qué tiene que ser con ella la premonición? —se defendió Laura.
—Porque te desmayaste justo cuando la abrazaste, yo estaba viéndote. Me encargaron cuidarte.
—¡Úrsula! ¡Callate! —le ordenó Tali.
—¿Cuidarme? ¿Quién? ¿Soledad?
—No, las brujas mayores, yo soy... —comenzó, pero Tali la interrumpió y le tapó la boca—. ¡Ella es una chistosa tremenda! —se rió nerviosamente Tali—. ¡Pero ya nos vamos y te dejamos tranquila así descansás, chau!
Si bien Malena extrañaba a sus amigos, había algo que necesitaba todavía más profundamente. Sentía la necesidad de ver dentro suyo, de encontrar una guía interna o externa, algo que le diga si estaba siguiendo el camino correcto.
Habían sido muy fuertes los acontecimientos de los últimos días y realmente le hacía falta una mirada más justa del asunto. Hallar esa paz y esa comunicación solo podía hacerlo en un solo lugar, y ella sabía muy bien cuál: el altillo del caleidoscopio.
Soledad la acompañó hasta su cuarto, pero la dejó subir sola hasta el altillo pues Malena siempre se había caracterizado por ser algo reservada, y por lo tanto necesitaba algo de intimidad para poder soltarse completamente.
Apenas se encontró junto a los almohadones y las velas, ya se sentía un poco mejor. No había estado muchas veces en ese lugar, de hecho la última vez que había estado había sido en el verano con Carola, y el caleidoscopio le había hecho ver algo horrible sobre sus amigos y Pedro. Pero todo había terminado bien, y Malena dentro suyo estaba segura de que esta vez también sucedería lo mismo. Se sentó en uno de los almohadones, tomó el caleidoscopio, y lo miró apuntando a la pequeña ventana decorada con vitrales.
Como de costumbre, al principio no vio nada más que un montón de colores que formaban figuras sin sentido, pero conforme fue soltándose más y abriendo su corazón, las figuras comenzaron a hacerse cada vez más realistas hasta formar imágenes casi fotográficas.
Se vio a sí misma en una casa ubicada en algo parecido a un bosque. No sabía si era exactamente eso, pero era un espacio verde infinito lleno de árboles, sin otra casa a la distancia. Estaba parada en la puerta junto a un hombre.
—¿Ves, Malena? Todo esto es el fruto de nuestro esfuerzo —le decía el hombre.
—Sí, papá —respondía Malena sonriendo—. Nos costó mucho, pero por fin pudimos convertir este lugar muerto en un bosque lleno de vida.
De repente lo que era un cielo azul soleadísimo se convertía en un día nublado y gris.
—¿Qué pasa? —preguntaba Malena. A su lado, de repente su padre ya no estaba—. ¡Papá! ¡¿Dónde te fuiste?!
Trinidad salía detrás de uno de los árboles, donde aparentemente estaba escondiéndose, y largaba una risa maléfica, burlona. —¡Todo esto va a ser mío! —exclamaba. Vestía una especie de capa negra que arrastraba por el suelo al caminar.
—¡Tía! ¡¿Qué pasó?! ¡¿Dónde está mi papá?!
—No te preocupes, Malena —le decía Trinidad mientras se acercaba y le acariciaba siniestramente el cabello—. Ya no vas a tener que preocuparte por cuidar este bosque de porquería. ¡Voy a deshacerme de él y convertirlo en un hotel cinco estrellas! ¡Vamos a ser ricas!
Los árboles de repente comenzaban a incendiarse, sin ninguna explicación aparente, y Trinidad parecía alegrarse cada vez más y más mientras estos ardían.
—¡¿Qué hiciste?! ¡No quiero que se quemen! ¡Con mi papá estuvimos trabajando un montón para que quede así!
Trinidad se reía cada vez más fuerte y parecía no importarle nada de lo que Malena le decía. De repente, por debajo de la tierra, una mano lentamente yacía y se acercaba a Trinidad, quien parecía no notarlo. La mano tomó a Trinidad muy fuerte por el tobillo con agresividad, y de repente todo volvió a ser solo colores que formaban figuras sin sentido.

Malena estaba muy confundida. Quería encontrar algo de paz en el caleidoscopio, pero sin embargo éste le había mostrado una pesadilla horrible. ¿Por qué su tía era tan mala? ¿Acaso en la vida real era así también? ¿Qué significaba la mano que la tomaba por el tobillo? Todavía más confundida y aterrada que antes, Malena creyó que había llegado el momento de pedirle ayuda a alguien de plena confianza: Lucas.

1 comentario:

  1. Magníficos estos capitulos, ya quiero saber que pasa con Malena y Lucas, y con Tali y Ursula... Y Laura y Jaudin... Buenos con todos!!

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¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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