Capítulo 02: La bienvenida
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Buscá la Luz
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Cuando Malena bajó al
comedor, Lucas ya estaba sentado en la silla del extremo de la mesa, como en
todas las comidas. Después de dudarlo un momento, caminó nerviosa hacia el
lugar junto al suyo y, con exagerada normalidad, se sentó.
—Buenos días
—le contestó él.
Soledad entró
entonces al comedor con Álvaro y Javier.
—¿Qué
hacen despiertos tan temprano? —preguntó Lucas sorprendido, más por Álvaro que
por su amigo.
—Tengo que
aprovechar el día, ¿o no?
—Lucas… —lo
interrumpió Malena, casi susurrando, mientras Soledad daba un discurso
motivador sobre el inicio de la última etapa del año.
—¿Sí? ¿Qué
pasa, Malena?
—Sobre lo que pasó
anoche…
—No te preocupes
por eso —dijo Lucas sin dejarla terminar de hablar—. Estábamos
muy emocionados por todas las cosas que estaban pasando, es lógico que hayamos
hecho una pavada así.
¿«Una pavada»? ¿A Lucas le parecía que su beso
se podía resumir con el término «pavada»?
—¿Qué?
—dejó escapar Malena por un segundo, pero enseguida volvió a hablar. —¡Claro!
Eso mismo te iba a decir yo. No quería que pienses cualquier cosa… fue un
impulso del momento. Además… mirá que entre vos y yo van a pasar cosas, no me
hagas reír —dijo con una pequeña risa falsa que ni siquiera Laura hubiera creído
si la escuchaba.
Lucas hizo
exactamente lo mismo. —Pero bueno… ¿Entonces queda todo
aclarado?
—Aclaradísimo
—le aseguró, mientras que por dentro sentía su corazón derretirse.
—Y por último…
—continuaba Soledad— ¡Un fuerte aplauso para los nuevos chicos del hogar! ¡Amir
y Sebastián!
Los únicos
que aplaudieron con ganas fueron Laura, Soledad, y Álvaro. El resto de los
chicos aplaudió muy débilmente, sin ganas, mientras que algunos de ellos ni
siquiera se molestaron movieron sus manos. Y era de esperarse, ya que la idea
de Sebastián conviviendo con ellos no le hacía gracia a nadie, y Amir tampoco
había dado una muy buena primera impresión a sus compañeros de cuarto.
—¿Me
podés explicar qué es esta inmundicia? —susurró Amir a Malena, sentado junto a
ella.
—Es té con
leche y medialunas, un desayuno típico de acá. ¿Tenés que ser tan grosero?
—Este alimento no
tiene ningún valor proteínico, no puedo comerlo. No estoy
acostumbrado a llevar una alimentación tan carente de…
Malena lo
interrumpió. —No interesa, Amir. Tenés que disimular para
que nadie se entere de que sos un príncipe, así que callate y comé.
Cuando ya casi
todos habían terminado de desayunar, incluyendo a
Soledad, Álvaro, y Javier, quienes no solían comer con los chicos, alguien
irrumpió en el comedor hablando —o mejor dicho gritando— a su teléfono celular.
—Sí,
claro, Dr. Caride. Venga esta misma mañana, los mocosos se van a haber ido y
vamos a tener todo el hogar para desayunar usted y yo solitos.
María
Julia notó entonces que todos en el comedor estaban mirándola.
—¡¿Qué
hacen todavía acá?! ¡Ya tendrían que estar todos camino a la escuela! —exclamó,
cubriendo su celular para que Caride no la escuche.
—Ya estábamos
por irnos, María Julia —respondió Lucas.
—¡¿Cuánto
de lo que estaba diciendo escucharon?! —preguntó entonces, dirigiéndose
principalmente a los adultos.
—Eh…
nada, tía. ¿Por qué no te tranquilizás un poco? —le dijo Álvaro.
—Está
bien, disculpen… todo este estrés de la vuelta al colegio de los chicos me pone
un poco tensa —murmuró por lo bajo—. Álvaro, Soledad, Javier: quiero que hoy
acompañen a los chicos al colegio. Sobre todo por Amir y Sebastián, que son los
nuevos; quiero que se sientan acompañados por figuras adultas en esta nueva
etapa de sus vidas. Los psicólogos dicen que eso es muy importante, lo leí en
internet —mintió.
—Eh… ¿Es
necesario que vayamos todos, tía?
—Sí, Álvaro. No me lleves la contra hoy, ¿querés?
Es un día muy difícil.
Muy incómodo
por saber que iba a dejar el hogar solo para María Julia y Caride, Álvaro
accedió junto con sus colegas a acompañar a los chicos al colegio.
Partieron veinte
minutos más tarde, cuando ya todos se habían cepillado
los dientes y puesto el guardapolvo.
—¿Qué
hacés vos vestido así? —preguntó Lucas a Sebastián cuando lo vio con el
guardapolvo puesto a él también mientras salían todos del hogar. ¿No se suponía
que Sebastián iba a un colegio privado de gente adinerada y estúpida como él?
—¿No te
enteraste? Parte del castigo significa que también tengo que ir al colegio con
ustedes. De hecho también vamos al mismo curso. Vamos a terminar siendo re
amigos, ¿no? —se burló.
—¡Muy
bien, Sebastián! ¡Esa es la actitud! —lo felicitó Álvaro mientras caminaban.
—Está burlándose.
¿No te das cuenta, Álvaro?
—¿Burlarme
yo de vos? ¿Qué decís? Yo ya aprendí la lección. A partir de ahora quiero que
nos llevemos bien… total nos vamos a tener que ver todo el tiempo.
Lucas, resistiendo
al impulso de lanzarse sobre él y golpearlo, decidió caminar más
alejadamente, junto con Mateo.
—¿Qué
quisiste decir con eso de que aprendiste la lección? —preguntó Amir por lo
bajo.
—Ah… no,
nada… una acusación falsa que me hicieron, no importa —mintió Sebastián.
Una vez que los
chicos entraron a sus clases, Soledad iba a aprovechar que estaba en la calle
para ir a comprar unas cosas, pero Javier insistió en
que tanto él como Álvaro la acompañasen.
—No me molesta ir
sola, no te preocupes. Son unos minutos que compro un par de cositas y vuelvo
directo al hogar —decía Soledad.
—No es por eso.
Tengo que hablar con ustedes tres… hay algo que tengo que
decirles —explicó Javier.
—¿Qué
cosa? No te hagas el misterioso conmigo —preguntó Álvaro.
—Me voy del hogar… para
siempre.
A eso del mediodía,
mientras regresaban del colegio (esta vez sin nadie que los acompañe), los
chicos se adelantaron y dejaron atrás a Sebastián. Incluso Amir, a quien Malena
se encargó de distraer, aceleró su caminata.
Para el momento en
que Sebastián había llegado de vuelta, los chicos ya
estaban escondidos. Se extrañó al ingresar y, desde la puerta, ver el comedor
completamente vacío pero lleno de platos. Se suponía que todos ya habían
comenzado a almorzar y lo habían dejado atrás para evitarlo. Por un momento
cruzó por su cabeza la idea de escapar de ese orfanato asqueroso e ir a almorzar
a su casa, pero sabiendo que eso no iba a ser posible, decidió avanzar al
comedor y comer solo. Seguramente los chicos estén por ahí haciendo cosas de huérfanos
que él no comprendía ni quería comprender.
Apenas puso un pie
sobre el comedor, oyó la voz de Lucas gritando «¡Ahora!». Lo próximo
que supo fue que muchas personas le habían lanzado vasos con agua encima, que
estaba empapado hasta los pies, y que todos sus nuevos compañeros del hogar
estaban riendo al coro de «¡Bienvenido a Rincón de Luz, Sebastián!». El único
que no tenía un vaso de agua en la mano y que no reía era Amir.
—¡Huérfanos
estúpidos! —gritó sin saber muy bien qué hacer. Nunca se había sentido tan
humillado en toda su vida. No era posible que esos mugrosos, que no eran nadie
en la vida, se burlen de él.
—Quise
convencerlos de que no lo hagan, pero no lo logré —explicó Amir acercándose a él.
—¿Y vos
qué lo defendés, refinadito? —lo provocó Lucas entre risas.
—¡No te
metas con Amir! —lo defendió Malena.
—Tiene razón. No
empieces de nuevo, Lucas —la apoyó Julián, casi susurrando.
En ese momento,
debido al alboroto, María Julia salió de su oficina y entró enfurecida
al comedor. Los chicos inmediatamente se callaron.
—¡¿Qué
signica esto?!
—Yo venía pacíficamente
a almorzar cuando los chicos me mojaron, señorita María Julia —dijo Sebastián
tomándose de las manos en señal de inocencia.
—¡Lucas!
¡A mi despacho! ¡YA!
—¡¿Y yo
por qué?!
—Porque lo conozco
y sé
que usted fue el cabecilla de toda esta situación. ¡Ahora! —gritó mientras señalaba
con un dedo. Lucas, sin mediar más palabra, obedeció. O al menos eso iba a
hacer, porque Soledad llegó justo a tiempo para salvarlo.
—No se preocupe,
María
Julia. Yo me encargo de él.
—Usted siempre tan
servicial. No sé qué hubiera hecho si no la contrataba. Dele
mano dura.
Lucas fue con
Soledad al cuarto de ella mientras los chicos seguían
comiendo. O al menos la mayoría de ellos, ya que Sebastián se negó a compartir
más tiempo con huérfanos y fue a almorzar a su casa; seguramente su padre
comprendería que esta era una excepción.
Una vez en el
cuarto de Soledad, Lucas se sentó en su cama sin mucha
predisposición a escuchar.
—Entiendo que estés
enojado con Sebastián, pero estas no son formas de expresarlo.
—Sebastián
tiene que pagar por lo que me hizo, Soledad. Mientras esté acá, voy a
encargarme de hacerle la vida imposible —contestó Lucas con firmeza.
—No me parece que
sea así. ¿No te das cuenta? Te estás oscureciendo
gracias a él. Tenés que perdonarlo… o al menos convivir en armonía mientras esté
acá.
—Él y
yo nunca vamos a poder convivir en armonía. O al menos no hasta que haya
justicia.
—Hay justicia. Su
castigo fue vivir acá, alejado de todos sus lujos y caprichos a los
que está tan acostumbrado.
—¿Estás
segura de que eso es un castigo para él? A mí más bien me parece un castigo
para nosotros. Además, María Julia siempre lo defiende. No pasó ni un solo día
acá y ya tiene más poder que cualquiera de nosotros.
—Te estás
confundiendo. María Julia podrá tener cierto favoritismo por él, pero el hogar
somos todos.
—No nos estamos
entendiendo, Soledad. Te lo resumo: no me arrepiento de lo que hice, y hasta no
verlo sufrir voy a seguir encargándome de arruinarle la vida
todos los días. Esa es la diferencia entre vos y yo… parece como si esperaras
que mágicamente las cosas se arreglen solas… pero no es así, al destino hay que
armarlo —objetó. —Ahora, si no te molesta, me voy a terminar de almorzar
mientras me encargo de que a Sebastián la comida le cause indigestión. Que
tengas un buen día —concluyó, y regresó sin mediar más palabra al comedor.
Sebastián lo
había lastimado muchísimo. Había jugado con lo que él más deseaba: su hermana
menor. Y él era Lucas Lagos, con él no podían meterse. Sebastián iba a conocer
el sufrimiento… de una vez por todas.
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¿Qué es "Buscá la luz"?
"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.
En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.
Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.
Escrito por Fundador
Que tonto Lucas!! Como le va a decir eso a Malena, ahora seguramente le costará recuperarla:(
ResponderEliminarVoy a matar Lucas, es idiota o que? Ahora le re costarà recuperar a Malena.
ResponderEliminarprimero... que rayos le pasa a Lucas???
ResponderEliminarporque le dijo eso a Malena?
segundo, porque se va a ir Javier?
y tercero, genial que Sebastian este en el hogar, va a hacer que las cosas se pongan muy interesantes en el hogar
+Beny estoy contigo, es un idiota!! Si yo fuera Malena y se me declarara de nuevo, le pego una trompada!!!!! Pobre Male:(
ResponderEliminarlucas idiota!!! siempre me hacia enojar en la novela negando q le pasaban cosas con malena y ahora igual en TU novela!
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