Capítulo 05: Asuntos pasados


¡¿Por qué tenías que abrir la boca, Mateo?! ¡Se suponía que no le íbamos a contar a nadie!
¡Es que pensé que mi plan iba a funcionar!
Mateo había ido corriendo a buscar a Lucas para que, de alguna manera, lo ayude a solucionar el lío en el cual se había metido.
¡La próxima vez preguntame a mí antes de hacer un plan vos solo! Ahora vamos, tenemos que buscar cómo zafar, pero hay que apurarse.
Salieron a toda velocidad en dirección a la cocina, donde estaba Clarita, pero ya era demasiado tarde: Josefina le había contado cada palabra.
¿Cómo es eso de que acá tenemos un cadáver escondido? —preguntó a Lucas y Mateo con cierta seriedad.

—Eh… sobre eso, bueno… —balbuceó Mateo— lo que pasa es que… ¡Josefina es una mentirosa!
¡Vos serás un mentiroso, nene! ¡Que acá no hay muertos!
¿Me podés explicar de dónde sacaste esa idea tan loca, Mateo? —insistió Clarita, esta vez con mayor simpatía.
—Mirá, se suponía que te íbamos a mentir, pero… teóricamente sos de confianza —respondió Lucas en su lugar—. Si Soledad confió en vos, nosotros también: vimos el cuerpo. No sé si está muerto, pero es muy raro. Entramos accidentalmente, y Mateo trataba de averiguar algo por Josefina.
¡Mentiroso! ¡Acá no hay muertos! —gritó Josefina—. ¿O sí, Clarita?
—No, Jose. Obvio que no hay. Creo que ya sé de qué están hablando… vengan, suban conmigo —les dijo.
Subieron las escaleras y entraron al cuarto donde habían hallado el cuerpo casi muerto.
—Pasen, les prometo que no les va a robar el alma —bromeó Clarita al ver que Mateo se negaba a entrar. Con el apoyo de Lucas, los cuatro se encontraron dentro, junto a la cama donde yacía el cuerpo de un anciano inmóvil.
—Les presento a Joaquín, el papá de Soledad.
Lucas lo miró de arriba abajo con mucho detenimiento: su piel era sumamente pálida, tenía los labios oscuros, el cabello canoso desarreglado, y su expresión (a pesar de tener los ojos cerrados) mostraba la tristeza de quien había sufrido mucho.
¿Está enfermo? —se atrevió a preguntar.
—Sí, y muy grave —explicó Clarita—. La familia Del Solar lo dejó así… lo estafaron y cayó en una gran depresión, más grave de lo que pensábamos que podía llegar a ser. Por eso Soledad viajó hasta allá. Por eso entró a Rincón de Luz. Quería investigar, quería hacer justicia.
—La verdad que la re entiendo. Si yo tuviera un papá y me lo dejan así, me re enojaría también —confesó Mateo con tono apagado.
—Siempre le dije que era una locura lo que hacía, pero Soledad es así. Cuando Joaquín quedó en este estado, ella y yo nos tuvimos que hacer cargo del hogar, y tuvimos más problemas económicos que nunca: vendimos la mayor parte de las cosas que teníamos y los chicos nos tuvieron que empezar a ayudar con trabajos de agricultura para poder venderlos. Antes solo los hacíamos nosotros tres. Soledad, él, y yo.
¿Está así todo el tiempo? ¿No habla? —preguntó Lucas, intentando ser lo más delicado posible.
—Se despierta todos los días un rato. En ese momento habla normalmente, pero casi nunca baja —respondió Clarita.
—Hace mucho que no lo escucho hablar. ¿Vos creés que va a volver a abrazarme pronto? —preguntó Josefina.
—Pienso que sí. Nunca hay que perder la esperanza —aseguró Clarita rodeándola con el brazo.
—Me siento un idiota por haber pensado que escondían un cadáver —admitió Lucas.
—Si Soledad los dejó con nosotros es porque confía plenamente en nosotros. Nunca dejaría a ningún chico con alguien a no ser que esté totalmente segura de que va a ser lo mejor para él. Así que espero que no tengan nunca más una idea tan descabellada como que guardamos muertos en las habitaciones.

Carola no conocía muy bien todavía este nuevo hogar, y por lo tanto no sabía dónde ir si quería estar sola un momento. Entonces, en el instante de angustia, no se le ocurrió mejor escondite que el baño. Y como era obvio, a pesar de que no obedeció al razonamiento, alguien golpeó la puerta intentando entrar.
—Está ocupado —contestó con la voz quebrada.
¿Carola? ¿Te pasa algo? ¿Estás bien? —preguntó Julián del otro lado.
—Sí, todo bien. Ahora en un rato salgo y te dejo pasar a vos.
—No me refiero a eso, sino a que parece como si estuvieras llorando.
—No, nada que ver… —dijo no muy convencida, luego de un momento.
—Voy a pasar —anunció Julián.
—No, no pases, en serio —balbuceó Carola intentando detenerlo, pero no pudo finalizar que Julián ya había entrado, había cerrado la puerta, y se había sentado junto a ella en el suelo del baño.
¿Y si no estás llorando por qué tenés la cara llena de lágrimas? A mí no me mientas, Caro. Te conozco mejor que nadie, y lo sabés.
—Bueno, sí… estuve llorando —confesó—, pero es por una pavada. No te preocupes.
—No me importa que sea una pavada, quiero que me cuentes qué es. Dale, te va a hacer bien —la animó.
—Bueno… lo que pasa es que… estoy un poco triste.
—Eso ya lo sé, pero… ¿por qué?
—Es que… con todo esto de que va a venir alguien a adoptar a uno de nosotros… No sé, todo eso me hizo pensar en mi mamá, y lo mucho que me hace falta. Y lo peor es que nunca voy a volver a verla.
¿Por qué decís eso? —preguntó Julián—. No lo sabés, a lo mejor volvés a encontrar a tu mamá algún día… o a lo mejor te adoptan los que van a venir a vernos, y tenés una mamá del corazón.
—No va a pasar. Además, no sería lo mismo, porque yo ya conocí a mi mamá, y sé que está viva, en algún lado… solamente no me quiso ni me quiere. ¿Cómo se puede extrañar tanto a alguien cuando ni siquiera recuerdo su cara?
—Te entiendo, porque me pasa lo mismo, pero tenemos que pensar que nos tenemos a nosotros… además, ¿quién te dice? Capaz esta pareja resulta ser todavía mejor que tu mamá de verdad, y sí te quieren.
—Como si eso fuera a pasar… no tengo ni una posibilidad.
¿Por qué decís eso? No seas tan negativa.
—Porque no tengo nada especial, soy una chica más. O peor: soy una tarada.
Julián la miró muy serio.
—Basta, no digas esas cosas. Vos no sos nada de eso. Sos una chica re buena, dulce, talentosa, bailás re bien, das buenos consejos, siempre sonreís, y vivís de buen humor. Cualquier grande te querría adoptar.
¿En serio pensás que soy todo eso?
¡Obvio que sí! Y bueno, además sos re… —comenzó a decir Julián, pero se detuvo—. Bueno, nada.
¿Qué? ¿Qué ibas a decir?
—Que sos… que además sos re linda —confesó, mirándola a los ojos. Carola, ya lejos de llorar, lo miró como si le hubiera confesado que venía de otro planeta.
—Julián, pero vos…
—Pero yo nada. No aguanto más estar lejos tuyo, Caro. Quiero que volvamos a estar juntos de nuevo.
¿Y Amir?
—No pienses en Amir, acá estamos vos y yo, solos. Y cuando eso pasa, el resto del mundo no existe —dijo, y con esas palabras, se acercó a besarla una vez más. Y con ese beso, Carola sintió que se despertaban dentro suyo sentimientos viejos. Sentimientos que pensó que ya no existían, pero que ahora habían vuelto con más fuerza que nunca.

Y en ese preciso instante, así como también los siguientes minutos que pasaron encerrados besándose, ambos sintieron cómo volvían a enamorarse.

3 comentarios:

  1. Julián está con todo, chica, chico... lo que sea es bueno para él!!

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  2. a mí me parece que Julián es demasiado sensible y se enamora de la personalidad sin fijarse si es chica o chico :) en eso se parece a Carola, excepto que ella nunca podría fijarse en una chica porque tiene demasiado grabado el ideal de "príncipe azul"

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¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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