Capítulo 11: ¡Hay que escapar!
0:57
| Publicadas por
Buscá la Luz
|
El pozo de los tormentos, también conocido como el pozo de
los lamentos, no era precisamente lo que se llama un lugar paradisíaco: estaba
diseñado específicamente por los seres mágicos más antiguos con el objetivo de
castigar a aquellos que intentaban usar la magia para el mal. Si Tali solía ser
irritable en los días normales, lo era todavía mucho más después de haber
pasado tanto tiempo encerrada ahí, en ese lugar horrible, únicamente acompañada
por Úrsula, quien había sido más o menos la culpable de su condena.
Lo único que se limitaban hacer, además de discutir, era
alimentarse de las ramas secas (que crecían misteriosamente) y tomar el agua (a
pesar de no saber si realmente era agua) que brotaba de las mismas gracias a la
densísima sustancia que las rodeaba, sobre la cual Tali no podía estar segura
si era humo o vapor.
Úrsula siempre había sabido que algún día terminaría allí,
ya que siempre había sido muy desobediente y desatenta con las leyes mágicas,
pero Tali ni siquiera conocía la existencia del lugar. No tenía idea de que aquel
día de verano en que había encontrado la bola de cristal e invocado a Úrsula,
estaba violando reglas de otro mundo, y había sellado su destino. Sus actos
finalmente estaban teniendo consecuencias.
Ese día por fin sucedió algo que alteró un poco la terrible
monotonía que ambas estaban sufriendo: entre gritos y discusiones, un brillo
verde oscuro apareció junto a ellas y luego desapareció, dejando al descubierto
a un ser que a Tali le pareció sumamente extraño: era una criatura como de la
altura de Mateo, con la piel color verde, un extrañísimo traje, botas de un
diseño que nunca antes había visto, nariz y orejas excesivamente puntiagudas, y
un gorro con forma de cucurucho.
Tali pegó un grito de espanto y se alejó. —¡¿Y esa cosa qué
es?! —le preguntó a Úrsula, no tan asustada sino más bien sorprendida.
—¡Ojito como me hablás! ¡Esta cosa tiene nombre! —se quejó
la criatura verde. Tenía una voz muy ronca, pero de infante.
—¡Jaudín! ¿Otra vez vos acá? —le preguntó Úrsula.
—¡Sí, otra vez! ¿Y esa cosa que grita tanto es tu mascota?
¿Una humana?
—¡Yo no soy la mascota de nadie, enanito de jardín!
—¡No soy un enanito de jardín, humana ignorante! Para tu
información, soy Jaudín, el gnomo más genial de todo el mundo mágico. Así que
mucho cuidadito con la forma en que me hablás.
—Jaudín va a la escuela de magia conmigo —explicó Úrsula—;
pero él no es brujo, es un gnomo.
—¿Un gnomo sos? ¿Y a vos por qué te mandaron acá, enanito
verde? —preguntó Tali, ya sin miedo, observando a Jaudín con desprecio.
—¿Por qué va a ser? Por lo mismo de siempre, me escapé de la
escuela. Ya estuve condenado acá como veinte veces, y no pienso quedarme un
solo día más.
—¿Qué pensás hacer? ¡Nos vas a meter en más problemas a
nosotras! —le advirtió Úrsula.
—Ustedes hagan lo que quieran, pero yo ya sabía que me iban
a mandar acá así que tomé precauciones: le robé las llaves a una de las
maestras, me voy a escapar. Si no quieren venir ustedes también, se la pierden.
Tali observó el hueco, la única salida del pozo de los
tormentos, y comprendió que Jaudín era su única opción: él tenía las llaves
para abrir las rejas de ese hueco; así ella iba a poder escapar, volver a su
mundo, y destruir la bola de cristal para volver a su vida normal en el hogar. —Esperá,
nosotras vamos con vos —le dijo.
—Vos vas a ir sola —la corrigió Úrsula—. Yo no quiero que me
hagan algo peor. ¿No se dan cuenta de que los van a descubrir?
—¡Cobarde! Entonces voy con vos, humana. ¿Cómo era tu
nombre?
—Podés decirme Tali.
—Bueno, Tali, escuchá: lo que vos vas a hacer es taparme,
cubrirme, para que las brujas no me vean mientras saco la llave y abro las
rejas. Después te aviso y salimos los dos corriendo y listo, somos libres.
¿Está bien?
—Bueno, dale. ¡Pero que sea rápido! Tengo que volver ya
mismo al hogar, antes de que esa doble que me pusieron me haga quedar mal.
Tali siguió las indicaciones de Jaudín y lo cubrió con su
cuerpo fingiendo estar muy atenta a la pared mientras él sacaba de su extraño
traje una llave con una forma muy rara y la insertaba en la cerradura,
intentando hacerla girar.
No pasaron ni tres segundos que se escuchó una voz femenina
potentísima desde arriba. —¡¿Qué creen que están haciendo?! —les gritó.
—Se los dije —les reprochó Úrsula por lo bajo.
—Eh… ¡Nada! Estoy viendo los detalles de las paredes. ¿Por
qué? —contestó Tali en un pésimo intento de disimulo. Sin mediar otra palabra,
un rayo violeta impactó contra ella y la empujó violentamente hacia el otro
extremo del pozo, dejando totalmente en evidencia a Jaudín intentando abrir la
reja.
—Eh… ¡Esto no es lo que parece, señora bruja mayor! —se
defendió él—. ¡La humana me obligó! ¡Me amenazó con matarme si no lo hacía!
¡Ella me dio la llave!
—¡Mentiroso! —le gritó Tali, furiosa.
—¿Así que pensaba escaparse de nosotras, las brujas,
mediante la manipulación de un gnomo infante? ¿Ese es el respeto que nos tiene
a los seres del mundo mágico? ¿En su mundo aburrido no aprendieron modales y
códigos éticos?
Tali no había entendido varias de las palabras que la bruja
mayor había utilizado, así que no supo muy bien cómo defenderse además de
insistir con que Jaudín estaba mintiendo.
—Confiar en un gnomo fue lo peor que podrías haber hecho en
tu vida, y encima en el idiota de Jaudín —le susurró Úrsula.
Mientras estas discutían y Jaudín ponía su mejor y más
ensayada cara de “yo no fui”, la bruja mayor tuvo que lanzar otro grito para
llamar al silencio.
—¡CÁLLENSE! Por haber intentado huir y sacar provecho de un
gnomo, usted, Tali, queda condenada a una eternidad en el pozo de los lamentos,
junto con Úrsula —sentenció la bruja mayor.
—¡¿Y yo qué tengo que ver?! ¡No hice nada! ¡Hasta les pedí
que no se escapen! —se quejó Úrsula.
—¡No hizo nada para detenerlos! ¡Si presencia un intento de
fuga, debe reportarlo de inmediato!
—¡Jaudín tampoco hizo nada!
—¡A mí no me metas, estaba amenazado! —argumentó el gnomo.
Úrsula insistió, pero aparentemente la bruja mayor ya se
había ido, pues no volvió a recibir ninguna respuesta a sus quejas. Tali no
podía creerlo: ahora no solo iba a tener que quedarse diez años en ese lugar de
tortura, sino toda su vida.
De ninguna manera iba a permitir que eso suceda. Los
pensamientos sobre lo que podría estar llegando a hacer su réplica la
atormentaban. No iba a quedarse ahí mientras las brujas arruinaban su
reputación, no iba a dejar que su curiosidad por lo sobrenatural le haya
arruinado la vida, y mucho menos iba a dejar que unas brujas amargas la dejen
morir en ese pozo horrible. Tali había tomado una decisión, y sea como sea, iba
a escapar de ese lugar y volver a su mundo para nunca más tener nada que ver
con la magia.
En el mundo de los humanos, más precisamente en el hogar de
niños huérfanos “Rincón de Luz”, Malena tenía planes muy similares a los de
Tali: había guardado todas sus pertenencias —que no eran mucho, solo algunas
chucherías y un par de prendas de ropa que Álvaro y Soledad le habían regalado—
en su mochila. No podía quedarse un minuto más ahí después de la amenaza de
Sebastián: si él iba a contar su secreto, ella tenía que estar lo más lejos
posible del hogar para que su tía nunca pueda encontrarla.
Después de haber verificado que no se olvidaba de nada y
haberse despedido de todos, entre lágrimas y nervios intentó abrir la puerta,
pero para su sorpresa estaba cerrada. ¿Acaso María Julia sabía lo que ella
estaba intentando hacer? Le pareció muy extraño, ya que de día solía dejarse
siempre todo abierto.
Afortunadamente ni siquiera tuvo que idear un plan, porque
en ese momento alguien tocó el timbre y le parecía la excusa perfecta para
pedirle las llaves a María Julia: atender la puerta. Ésta se negó, pero fue a
abrir personalmente. Malena no se decepcionó, ya que se le ocurriría alguna
excusa para quedarse hablando con quien sea que los haya visitado, y escapar
apenas María Julia se distraiga.
Creyó que estaba por perder el conocimiento al ver que quien
estaba detrás de la puerta, esperando ser atendido, no era una persona
cualquiera, sino Sebastián, con una mirada muy maligna en su rostro.
—¿Qué se le ofrece? —le preguntó María Julia.
—¿Usted es la directora del hogar? —dijo Sebastián.
—Así es, y estoy muy ocupada. ¿Qué necesita?
—No se preocupe, va a ser solamente un segundo, tengo algo
muy importante que decirle.
—¡Andate, nene! ¿No la escuchaste? Está ocupada. ¡Acá
tenemos muchas cosas para hacer! —se metió inútilmente Malena.
—¡Usted fuera de acá! —la retó María Julia. Malena se quedó,
parada a su lado, agitada y casi sin poder respirar.
—¿Se acuerda de la vez que me vio en el centro con la
sobrina de su amiga? —comenzó Sebastián.
—¡Vaya al grano!
—Vine a decirle cómo encontrar a esa chica.
—¡Dígame, mocoso! ¡No me haga esperar!
—¡Sebastián, no! —le pidió desesperadamente Malena, ya con
los ojos llenos de lágrimas.
—No tiene que buscar más, esa chica está parada a su lado.
—¿Coco? ¿Usted está diciendo que…? —preguntó María Julia, ya
sin su tono autoritario.
—Sí, señora. Coco no existe; Coco siempre fue Malena
disfrazada.
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(Atom)
¿Qué es "Buscá la luz"?
"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.
En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.
Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.
Escrito por Fundador
Sebastian se gano mi odio en este capitulo
ResponderEliminary el mio tambien :(
Eliminar